Los misioneros encontraron a mi bisabuelo en Samoa y le enseñaron el Evangelio. Al unirse a la Iglesia, mi abuelo tuvo que renunciar a algunas de las creencias y prácticas religiosas tradicionales de su pueblo. Nuestra familia se siente orgullosa de nuestro legado samoano pero, debido al ejemplo de mi abuelo, hemos aprendido que el Evangelio está primero.
Cuando yo era joven, mi papá me habló de los tatuajes que son comunes entre los grupos tribales y de algunas comidas populares que no necesariamente estarían en armonía con las enseñanzas de la Iglesia. Mi papá me dijo: “No participes en nada de eso; por encima de ser samoano, de ser un hombre grande y fuerte de las islas, eres un hijo de Dios”. Eso es algo que siempre he recordado.
Hoy mi esposa y yo vivimos en Costa Rica; aquí existen usanzas tradicionales y culturales, como las hay en todas partes, que no concuerdan con lo que la Iglesia enseña. A veces tenemos que tener el valor de alejarnos de esas prácticas y volver a las enseñanzas del evangelio de Jesucristo.
Morgan Sa Mataalii, Costa Rica
Izquierda: fotografía del Centro BYU de Jerusalén, por D. Kelly Ogden; fotografía del bastón, por John Luke; fotografía de la condecoración Búfalo de plata, por Christina Smith.