Cuando los buenos planes no funcionan
Es importante planificar para el futuro, sobre todo en el caso de los jóvenes adultos; pero, ¿qué sucede cuando los planes más meticulosos no funcionan?
Jung Sung Eun, de Corea, no aprobó el examen requerido para llegar a ser maestra. Tina Roper, de Utah, EE. UU., perdió un trabajo que esperaba que se convirtiera en su carrera profesional. Todd Schlensker, de Ohio, EE. UU., recibió una confirmación espiritual para casarse, pero su compromiso se rompió. Alessia Mazzolari (nombre alterado), de Italia, terminó lo que parecía ser la relación perfecta.
A nadie le gusta tener que recurrir al “plan B”. Sin embargo, aun cuando tengamos planes que se frustren, el Padre Celestial no abandona a Sus hijos. Hay muchas maneras en que la vida puede tener buenos resultados. Con el tiempo quizá incluso descubramos que los obstáculos que nos hicieron cambiar de planes nos dieron una perspectiva y experiencia que necesitábamos (véase D. y C. 122:7) y nos condujeron a algo mejor.
Refinar el carácter, no el currículo
Sung Eun había trabajado duro para lograr su sueño de toda la vida: ser maestra. “Ya que siempre he procurado dar lo mejor de mí misma en todo lo que hago, casi siempre he obtenido aquello que esperaba y por lo que oraba”, explica. No obstante, no fue eso lo que sucedió cuando tomó el examen requerido para llegar a ser maestra. “Cuando no pasé el examen”, añade, “sentí que todos mis sueños se habían desmoronado en un solo día”.
Al principio, a Tina no le preocupó que otra compañía comprara aquélla para la que ella trabajaba. La nueva organización le prometió un puesto a largo plazo, así que se mudó más cerca de su trabajo con mucha esperanza de tener un empleo nuevo e interesante. Cuando la compañía la despidió unos meses más tarde, se sintió “perdida, confusa, triste y bastante asustada”.
Más bien que concentrarse únicamente en refinar su currículo, Sung Eun y Tina se dieron cuenta de que también podían centrarse en refinar su carácter. Las dos hallaron consuelo mediante el estudio del Evangelio y la oración.
“El apóstol Pablo fue un amigo fantástico que me ayudó a ser paciente y a afrontar los desafíos constantemente”, dice Sung Eun. “Él siempre tenía una actitud positiva y esperaba con buena voluntad lo que Dios le tenía preparado, en vez de anhelar que las cosas llegaran cuando él quería.
“Aprendí algo de su ejemplo: El periodo de espera no es simplemente el proceso que debemos atravesar para obtener lo que deseamos. Más bien, es el proceso mediante el cual llegamos a ser las personas que nuestro Padre Celestial quiere que seamos por medio de los cambios que realizamos”.
Tina notó que el cambio que más necesitaba era un cambio de perspectiva. “Me sorprendió descubrir que había medido mi valía personal según lo que el mundo consideraba de valor”, recuerda. “Me sentía valiosa debido a mi empleo y a mi puesto, los cuales se me quitaron. Ahora determino mi valor personal según las verdades eternas de que soy una hija de mi Padre Celestial y de que tengo un potencial divino; estas verdades nunca se me podrán quitar”.
Tanto Tina como Sung Eun admiten que, aunque refinar el carácter no siempre resulta agradable, los frutos del crecimiento personal son dulces. Sung Eun dice: “El año después de haber reprobado el examen para ser maestra no fue sólo un periodo sumamente doloroso y deprimente, sino que también fue el más valioso. Aumenté mi capacidad de comprender verdaderamente las dificultades de otras personas y tuve el deseo de ayudarlas, con una intención y una preocupación sinceras”.
El ejemplo de Ammón y sus hermanos en el Libro de Mormón mostró a Tina que el Señor estaba ensanchando su fe para ayudarla a alcanzar todo su potencial. “El plan del Señor era que los nefitas salvaran a sus hermanos lamanitas en vez de utilizar la espada para resolver el problema”, explica. “A los hijos de Mosíah se les encomendó una tarea que requería mayor fe, pero también se les dio la promesa de que tendrían éxito si soportaban sus aflicciones con paciencia (véase Alma 26:27). El ser paciente es una de mis pruebas más difíciles, porque quiero saber todo lo que está planificado para mí; pero me di cuenta de que el plan y el momento del Padre Celestial para nosotros siempre será el mejor”.
Guardar los mandamientos sean cuales sean las circunstancias
Todd tenía ante sí un brillante futuro tras regresar de la misión. Mientras asistía a la universidad, conoció a una joven maravillosa. Después de varios meses de noviazgo y una confirmación espiritual, Todd le propuso matrimonio y ella aceptó. Planificaron su boda para el final del verano y ambos regresaron a casa para prepararse.
“Tres semanas después de despedirnos en la universidad, ella rompió el compromiso”, recuerda Todd. “Decir que quedé con el corazón destrozado es poco. Tenía tantas preguntas sin respuesta en la mente; aquello no tenía sentido. Había recibido una confirmación en la casa del Señor y ahora nuestra relación había acabado. Nunca antes se había puesto a prueba tanto mi testimonio.
“Desgraciadamente tardé años en superar esa ruptura. No sabía si algún día podría volver a confiar en el sentimiento de recibir una confirmación. Siempre había confiado en el Señor y procurado cumplir los mandamientos lo mejor posible”, agrega. “Parecía que todo era en vano”.
Alessia también pensaba que su relación con cierto joven era la correcta. “Nuestra historia era tan hermosa que, aunque teníamos las dificultades normales a las que se enfrenta cualquier pareja, pensábamos que nuestra relación nunca terminaría”, recuerda.
Cuando el novio de Alessia se marchó a la misión, la separación fue difícil, pero por un motivo distinto al que ella había supuesto. “Durante su ausencia, comencé a conocerme mejor a mí misma. Me di cuenta de que había muchas cosas en mi vida que no eran correctas todavía y que muchas veces me había escondido detrás de ideas insensatas en vez de humillarme y afrontar la realidad”, cuenta. “Había vivido en una especie de cuento de hadas, como si estar enamorada fuera suficiente para que todo saliera bien y, a menudo, eso hizo que pasara por alto las cosas más importantes”.
Aun así, Alessia esperaba un feliz reencuentro y continuar la relación con su novio a su regreso de la misión. Sin embargo, cuando él regresó, salieron durante un breve periodo antes de romper la relación. “Fue uno de los momentos más dolorosos que recuerdo”, dice Alessia.
En sus respectivas experiencias, tanto Todd como Alessia finalmente admitieron que aunque se había alterado una relación clave en su vida, no podían abandonar su obediencia y lealtad al Señor. Él se convirtió en su ancla cuando todo lo demás cambiaba y era incierto.
“No tenía todas las respuestas en cuanto a por qué recibí la confirmación de casarme con una persona y no sucedió así”, recuerda Todd. “Sin embargo, me di cuenta de que eso no importaba. Lo que sí importaba era que aún tenía fe en Cristo, y que iba a utilizar esa fe para confiar en todo aquello que el Señor me tuviera reservado”.
Alessia sabía que el comprometerse totalmente con el Señor le daría la fortaleza que necesitaba. “Comprendí que había llegado el momento en que debía decidir qué tipo de persona quería ser”, dice. “¿Seguiría viviendo a medias, o emprendería el camino para llegar a ser una verdadera discípula de Cristo? Quería conocerlo profundamente, amarlo verdaderamente, procurar ser una mejor persona y obedecer todos Sus mandamientos, no sólo externamente, sino de corazón, con toda sinceridad”.
Cultivar esperanza en el futuro y fe en Cristo
Tras afrontar reveses imprevistos, estos cuatro jóvenes adultos tuvieron dificultades para hallar el valor necesario a fin de vivir en el presente y volver a planificar para el futuro; pero vieron que su fe en el Señor se fortaleció.
Sung Eun recuerda que después de fracasar en el examen le resultaba difícil probar cosas nuevas; pero entonces descubrió algo crucial: “Me di cuenta de que el verdadero fracaso consiste en vivir en el pasado y en no esforzarse por salir adelante. Decidí que en vez de seguir estando triste debía transformar ese periodo difícil en una oportunidad para aprender. Mi capacidad de comprender la vida en general se amplió y profundizó, y aprendí que el final de una cosa siempre produce el principio de otra”. Desde entonces, volvió a tomar el examen y lo aprobó; actualmente, es “una maestra feliz que disfruta de estar todos los días con sus alumnos”.
Tina optó por confiar en que había algo que la aguardaba, aunque resultara difícil afrontar un futuro incierto. “Decidí volver a la universidad, y allí estudié el campo del arte y de la tecnología, un ámbito en el que había deseado ingresar, pero para el que no poseía las aptitudes necesarias”, explica. “Estoy lista para comenzar otra aventura, una mucho mejor, gracias a la sabiduría de mi Padre Celestial”.
Todd siguió procurando salir con otras jóvenes durante seis años y se esforzó por cultivar su confianza en el Señor. Aunque conoció a mujeres a las que admiraba mucho, tuvo que luchar por evitar que sus dudas del pasado destruyeran sus esperanzas de un futuro. “No fue sencillo hallar la determinación para no sucumbir a mis dudas de seis años”, dice, “pero me mantuve firme, tratando de demostrarme a mí mismo que verdaderamente confiaba en el Señor y en Sus susurros, aunque había estado enojado con Él antes”. Con el tiempo, una nueva relación lo condujo al matrimonio en el templo.
“A menudo me pregunto por qué me bendijo el Señor con una persona tan formidable como mi esposa, teniendo en cuenta que me resultó tan difícil confiar completamente en los sentimientos del Espíritu por mucho tiempo”, reflexiona Todd. “Para mí es un testimonio de que el Señor está a la espera para bendecirnos, pero siempre lo hace en Su propio tiempo”.
Al rededicarse al Señor, Alessia obtuvo un testimonio profundo y personal. “El plan de salvación se convirtió en algo real para mí, y mis convenios llegaron a ser más vinculantes y profundos. La expiación de Cristo ya no era sólo una teoría o algo que había leído quizás de manera demasiado superficial. En mi interior se estaba produciendo un cambio de corazón y tenía un testimonio certero”. Hoy, explica, se siente una persona nueva.
Independientemente de los vuelcos que pueda dar la vida, el destino final de la vida eterna es lo que el Padre Celestial tiene previsto para Sus hijos (véase Moisés 1:39). Algunos quizá descubran incluso que el “plan B” fue simplemente una manera de hacer que Su “plan A” se convirtiera en realidad.