Probablemente tu testimonio sea más fuerte de lo que piensas.
Te encuentras sentado o sentada en la reunión de testimonios. Mientras observas a los miembros de la congregación ponerse de pie y expresar su testimonio, sientes que deberías hacer lo mismo. Pero, ¿qué dirás? ¿Y si empiezas a llorar mientras estás en el púlpito? ¿Y si no lloras? Tal vez comiences a preguntarte si es que en verdad tienes un testimonio, o quizá no estés seguro o segura de qué es tu testimonio. A continuación se encuentran algunas pautas que te ayudarán a saber qué es un testimonio y qué no lo es.
Un testimonio es una convicción, un conocimiento o una creencia de alguna verdad
El “testimonio puro” (Alma 4:19) comienza con una creencia pura. El testimonio es una confirmación espiritual de lo que crees o sabes que es verdadero (véase D. y C. 80:4). Cuando expreses tu testimonio, lo más puro y lo de mayor poder será lo que digas al usar palabras como sé, creo y testifico. Si puedes decir con sinceridad: “Yo sé que el Libro de Mormón es verdadero”, puedes tener el poder de cambiar vidas y de invitar al Espíritu a conmover a otras personas.
Imagina que tienes una caja grande llena de piezas de un rompecabezas creado sólo para ti. Usas la imagen de la tapa de la caja para tratar de unir el rompecabezas. Cuando dos piezas encajan, sabes que deben ir juntas. El testimonio funciona de un modo similar: al tener experiencias espirituales, las diferentes piezas de tu testimonio comienzan a encajar y llegas a creer o a saber determinadas verdades del Evangelio.
Aun cuando en este momento no sepas si todo lo referente a la Iglesia es verdadero, el Padre Celestial te bendecirá y te ayudará a saberlo siempre que tengas un deseo justo de saber y hagas un esfuerzo sincero por aprender.
El testimonio es personal
Mientras trabajas en tu rompecabezas, de vez en cuando tu familia y tus amigos te ayudarán a armarlo. Pero, en definitiva, es tu rompecabezas especial y eres tú quien debe armarlo y protegerlo. En algunas ocasiones, tal vez dependas de la fe de tus padres o de tus amigos, pero a medida que tengas más experiencias espirituales, tendrás tu propio testimonio.
A medida que creces en el Evangelio, es importante que obtengas un testimonio propio. Al igual que dos personas usarían diferentes métodos para armar un rompecabezas (quizá una persona empiece por unir las piezas de los bordes mientras que otra comience agrupándolas por colores) cada persona obtiene un testimonio por medio de creencias y experiencias que ocurren en un orden específico para cada uno de nosotros.
Si no estás seguro en cuanto a algo, ora sinceramente para recibir guía y saber la verdad. A menudo las oraciones no se contestan de la manera que esperamos, por lo tanto, mantén los ojos y el corazón abiertos para recibir las respuestas.
El testimonio crece constantemente
Del mismo modo que un rompecabezas no quedará armado a menos que trabajemos en él, no puedes esperar que tu testimonio surja todo de repente. Llegas a conocer la veracidad del Evangelio pieza por pieza.
Un testimonio firme requiere esfuerzo constante. A medida que sigas empeñándote por aumentar tu conocimiento del Evangelio, el Espíritu Santo te bendecirá en tus esfuerzos y tu testimonio seguirá creciendo.