¿Quién quiere orar?
Jarrel M., Filipinas
Durante mi misión, mi compañero y yo enseñamos a una familia que tenía varios hijos. En uno de nuestros tiempos de planeamiento, oramos y analizamos qué lección debíamos enseñar a los niños la próxima vez, y ambos estuvimos de acuerdo en enseñarles acerca de la oración.
Al llegar a su casa, la abuela y los niños estaban muy emocionados. Comenzamos la lección con una oración. Los niños estuvieron callados y escucharon atentos. Les explicamos cómo y por qué orar. Al final de la lección, les preguntamos: “¿Quién quiere decir la última oración?”. ¡Todos querían hacerlo! De modo que hicimos un calendario a fin de que se turnaran para ofrecer la oración cada vez que fuéramos a enseñar una lección. También los invitamos a orar cuando nosotros no estuviéramos presentes.
Después de la lección, me preguntaba: “¿Por qué a los niños pequeños les resulta fácil orar mientras que a nuestros investigadores mayores les cuesta mucho hacerlo?”. Encontré una respuesta en el diccionario bíblico [en inglés]: “En cuanto aprendemos la verdadera relación que tenemos con Dios (esto es, que Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos), entonces de inmediato la oración se vuelve natural e instintiva de nuestra parte (Mateo 7:7–11). Muchas de las supuestas dificultades con la oración surgen cuando se olvida esta relación” (“Prayer” [Oración]; véase también Guía para el Estudio de las Escrituras, ”Oración”, scriptures.lds.org).
Desde entonces, he procurado ayudar a las personas a comprender su verdadera relación con nuestro Padre Celestial. Nuestro Padre Celestial desea hablar con Sus hijos, de la misma manera que nuestros padres terrenales desean hacerlo. Él nos ama, quiere hablar con nosotros y quiere que nosotros le hablemos a Él.