Principios de ministración
Ministrar teniendo presente la salud mental
Podemos compartir el amor del Salvador con quienes afrontan desafíos de salud mental y emocional.
Una madre joven comenzó a tener dificultades con la depresión y aunque consultó a algunos médicos para hallar la medicina indicada, el proceso llevaba tiempo. Cierto día particularmente difícil, concertó una cita urgente con su médico y ambos resolvieron juntos que ella tendría que hospitalizarse.
Los miembros del barrio se reunieron para organizar visitas, cuidar de sus hijos y prestar ayuda con las comidas. Durante las semanas y los meses posteriores, la depresión de la mujer ocasionaba que le fuera difícil pedir ayuda, por lo que los miembros aprendieron a tomar la iniciativa y ofrecerse para ayudar.
Más adelante, la hermana contó que dicha ayuda llegaba en momentos inspirados, justo cuando más se la necesitaba. Mencionó que una de las cosas más preciadas de aquellos momentos era saber que sus hermanas y hermanos se preocupaban por ella y estaban prestos a ayudarla; sentía el amor del Salvador a través del servicio de los miembros del barrio. Supo por experiencia propia que el Salvador la tenía presente tanto a ella como su lucha y que, con la ayuda de Él, podría sobrellevar sus desafíos con fe.
Ideas para la ministración
Las afecciones a la salud mental y emocional son comunes, aun cuando la hospitalización de emergencia no sea necesaria para muchos. Es probable que tales desafíos se encuentren entre los miembros de cada barrio o rama, y pueden afectar a personas de todas las nacionalidades y de toda procedencia.
Al ministrar, es posible que se encuentre con alguien que tenga dificultades sociales o emocionales. Cuando eso suceda, recuerde el consejo que recibió el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “Cuando conozcas a una persona, trátala como si tuviera un grave problema […] y más de la mitad de las veces habrás acertado”1. Una de las razones por las que alguien podría afrontar dificultades son las afecciones de la salud mental, social o emocional.
A continuación hallará algunas ideas sobre cómo ministrar:
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Aprenda a escuchar. Permita que la persona comparta la cantidad de información, mucha o poca, que se sienta cómoda en compartir. La estará apoyando con tan solo escucharla, y podría recibir inspiración en cuanto a la manera de dar consuelo. (Para consultar más ideas, véase “Cinco cosas que hacen los buenos oyentes”, Liahona, junio de 2018, págs. 6–9).
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Muestre compasión. Cada vez que hable con la persona, trate de comenzar y terminar con alguna expresión sincera de amor y preocupación por ella. (Para consultar más ideas, véase “Tender una mano compasiva”, Liahona, julio de 2018, págs. 6–9).
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Brinde apoyo. La recuperación de las dificultades sociales o emocionales no es ni simple, ni fácil. En ocasiones, la persona quizás no desee tanto contacto con los demás, o tal vez pida ayuda. Brinde apoyo en el momento y el modo en que la persona sea capaz de aceptarla. (Para consultar más ideas, véase “Cómo desarrollar la empatía para ministrar”, Liahona, febrero de 2019, págs. 8–11).
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Consulte a los líderes. Usted no está solo; procure el apoyo de los líderes y de otras personas. Con previo permiso, hable sobre las necesidades de la persona que tiene dificultades y sobre las posibles maneras en que los demás podrían prestar servicio. (Para consultar más ideas, véase “Obtener ayuda para ayudar a los demás”, Liahona, octubre de 2018, págs. 6–9).
Nota: Si la persona a quien usted ministra se hallara en riesgo de hacerse daño a sí misma o a otras personas, tal vez sea necesario recurrir a las autoridades pertinentes para que presten ayuda.