“Tenga el valor de tender una mano”, Liahona, julio de 2022.
Principios de ministración
Tenga el valor de tender una mano
Dios nos utilizará para marcar la diferencia si vencemos el temor
Como creyentes, tenemos gran necesidad de valor en estos tiempos, incluso en nuestras experiencias con la ministración. John (los nombres se han cambiado) fue asignado a ministrar a Peter, un miembro que nunca había asistido a las reuniones del barrio. A John le preocupaba acercarse a Peter, ya que no lo conocía y no conocía su historia. Sin embargo, al recordar el consejo de “amar, compartir e invitar”, oró pidiendo guía y luego se propuso primero llegar a tener una amistad sincera con Peter. Dedicó tiempo a llegar a conocer a Peter, con visitas frecuentes, llamadas telefónicas y alguna salida ocasional para ir a desayunar juntos. John llegó a conocer bien a Peter, y este comenzó a confiar en su amistad. Cuando necesitaba ayuda, era natural que Peter acudiera a John, quien respondía con gusto.
Un día, John sintió la impresión de que tal vez Peter estaba listo para recibir la invitación de regresar a la Iglesia. Durante una de sus visitas, habló de la idea de manera natural. Peter hizo una pausa. “No he ido a la Iglesia en diecisiete años”, dijo, “pero creo que lo haré”. Cuando Peter llegó al barrio, John estaba esperándolo para darle la bienvenida y sentarse con él. John se sintió agradecido de haber podido superar su temor inicial. Mediante esos esfuerzos, ambos lograron tener una amistad verdadera que bendijo sus vidas.
Con valor
El relato del Antiguo Testamento de Ester (véase Ester 1–10) enseña muchos principios, pero quizás sea mejor conocido como una historia de valentía. Ester era una mujer judía muy joven cuando fue elegida como reina y mostró gran valor al arriesgar su vida para salvar a su pueblo.
El rey había sido engañado mediante trampas para que decretara que todos los judíos del reino debían morir. Ester pensó en un plan que requería gran fe y que podría ser la única oportunidad para cambiar el parecer del rey.
Según la tradición de su cultura, acercarse al rey sin que se le invitara podría resultar en una sentencia de muerte. Pero con valentía siguió adelante con su plan y le pidió a su pueblo que ayunara junto con ella (véase Ester 4:16). Por medio de sus acciones valientes y de las acciones de otras personas, pudo convencer al rey de que modificara su decreto. Las oraciones de Ester y de su pueblo fueron contestadas.
Podemos considerar a Ester como un ejemplo de valor, incluso en la ministración, al dejar de lado nuestros temores para llegar a conocer a alguien y ayudarlo en sus desafíos.
Principios para tener en cuenta
¿Qué podemos hacer cuando el ministrar requiere que nos hallemos en circunstancias que no nos resultan tan cómodas?
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John oró pidiendo la guía de Dios. Con la ayuda de Dios, podemos vencer el temor (véase Salmo 34:4).
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También podríamos orar para sentir el amor del Señor por los demás. “[E]l perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
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Al igual que Ester, podemos emplear el ayuno y la oración para fortalecer nuestra fe para actuar (véase Ester 4:3).
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Podemos confiar en que recibimos poder al guardar nuestros convenios (véase Doctrina y Convenios 110:9). Vivir nuestros convenios nos permite recibir Su ayuda.
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Podemos fortalecer nuestra fe al ayunar y tomar con seriedad las promesas que el Señor nos ha hecho. Considere las promesas de estos versículos: Deuteronomio 31:6; Isaías 41:10; 2 Timoteo 1:7; Doctrina y Convenios 6:33.
¿Qué podemos hacer?
Tenga el valor de tender la mano. Dios lo ayudará, ya sea para llegar a conocer a alguien o para invitarlo a hacer algo que podría bendecir su vida.