2022
Una prueba difícil antes de mi misión
Agosto de 2022


Voces de los Santos de los Últimos Días

Una prueba difícil antes de mi misión

“Había una obra grande por realizar, que no podía dejar de lado. Todo estaba bien en Sus manos”.

Me encontraba muy ansioso y animado esperando noticias del presidente de rama sobre mi visa para poder viajar al Centro de Capacitación Misional (CCM). A pesar de que no todos en mi familia son miembros de la Iglesia, mostraron apoyo e interés en la obra en la cual estaba a punto de embarcarme. Mi madre, aun un poco desconfiada, entendía lo importante que era para mí participar en esta maravillosa obra y mostró apoyo y respeto con mi decisión; su fe aumentaría aún más por los eventos que sucedieron una semana antes de mi partida a São Paulo, Brasil.

El día que nunca olvidaré

El jueves 27 de agosto de 2018, alrededor de las 3 a.m., uno de mis hermanos menores despertó gritando. Al escuchar sus gritos, mi otro hermano y yo miramos hacia su habitación y vimos una luz de color naranja. Pensamos lo peor y salimos corriendo. Asombrados confirmamos nuestro temor: el cuarto de mis hermanos menores se estaba incendiando.

Salimos corriendo para obtener agua y apagar las aún pequeñas llamas que crecían aceleradamente. Sin embargo, el agua solo provocó más y más humo. En cuestión de segundos, el cuarto entero estaba en llamas y el humo en toda la casa nos impedía ver con claridad. Sin respirar muy bien, todos salimos corriendo al patio. Fue un escenario que no olvidaré. Sin tiempo para pensar, agarramos la manguera y empezamos a echar toda el agua posible, nuestro vecino de al lado también tomó su manguera y nos ayudó a apagar el fuego que ya se había extendido por la casa.

El milagro más grande

No culpé a Dios, no dudé ni me disgusté e intenté estar lo más sereno y emocionalmente maduro para la situación. Vimos el interior de la casa que en su mayor parte solo había mucha ceniza y quemaduras leves. La habitación de mis hermanos pequeños quedó totalmente quemada.

La ropa, algunos muebles y otros enseres estaban destruidos; entonces recordé todas las cosas que había conseguido y comprado para la misión. En mi mente dije: “Tranquilo, todo está bien, todo está preparado”. Me sentí tranquilo y fui a revisar mi cuarto. Para mi total sorpresa, todo lo que tenía preparado para la misión se encontraba en perfecto estado, las cosas no necesitaban más que una leve limpieza para quitarles la ceniza. Todos quedamos sorprendidos, un milagro había acontecido y la paz y felicidad me llenaban.

Sentí el amor de Dios y pude ver Su mano, como jamás lo había hecho hasta ese momento en mi vida. Vi el amor y apoyo de los hermanos de mi rama, de un presidente de rama amoroso y, más importante aún, sentí la presencia del Padre Celestial que protegió a mi familia y nos dio una señal que jamás olvidaré. Pude cumplir con el Señor al servir una misión, encontrar almas valiosas e invitarlas a hacer convenios con Él.

Testifico que el Señor es nuestro Salvador, que nuestro Padre Eterno nos ve y protege. Sé que, al estar dispuestos a servirle, Sus santos ángeles nos cuidan. Nada, a no ser solo la voluntad de nuestro Padre Celestial, puede cambiar lo que ya está planeado. En mi caso, el camino estaba preparado para servir, había una obra grande por realizar que no podía dejar de lado. Todo estaba bien en Sus manos.

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