Voces de los Santos de los Últimos Días
Al indexar siento que soy el eslabón que une a mi familia
“También la historia familiar me ha servido como herramienta para la obra misional”.
Conocí por primera vez un centro de historia familiar a los seis años, cuando cada domingo por la tarde acompañaba a mi mamá a servir; ella era directora del centro de historia familiar de la estaca.
Al inicio no entendía lo que hacían. Sentía que era algo bueno porque, a pesar de las horas que trabajaban y de lo cansado que era, los miembros siempre salían gozosos por su servicio.
He podido ver los avances tecnológicos para realizar la obra de recoger Israel al otro lado del velo. Antes se usaban unas máquinas en las cuales se leían rollos de los registros, más adelante la Iglesia digitalizó los rollos y lanzó el programa de indexación. En ese momento, ya sabía leer y empecé a transcribir registros.
Desde que aprendí a indexar busco el tiempo para hacerlo. Sé que, así como podemos conectarnos a redes sociales o hacer otras actividades, se puede apartar tiempo para esta obra de amor, es cuestión de definir prioridades. Ahora desde cualquier computadora con conexión a internet se puede indexar.
A medida que indexo ayudo a otros en su historia familiar. ¡El Señor me ha bendecido! Una experiencia que marcó mi vida sucedió un día mientras indexaba. Encontré el registro de “Candila Lino”, ese nombre se me hizo familiar. Entonces, mediante el espíritu de Elías, sentí que debía ver mi árbol genealógico. Confirmé lo que mi corazón ya sabía, se trataba de mi tatarabuela del lado materno.
Ella era originaria de Ahuachapán, El Salvador. Su registro debería estar en Tacuba, pero durante la guerra interna quemaron las alcaldías y se perdieron muchos documentos. Ese día indexaba registros de otro departamento, Santa Ana. Ahí encontré el nombre de mi familiar. En el registro de mi tatarabuela Candila también estaban los nombres de sus padres. La historia de mi familia se iba extendiendo.
Días después llevé el nombre de mi tatarabuela al templo para hacer la obra. Ese día le pareció a mi corazón que el velo se hacía muy fino; parecía que ella estaba presente, observando y aceptando lo que pasaba. Sentí que me convertí en el eslabón que unía las generaciones de mi familia.
Me encanta pensar cómo un registro indexado puede ser la clave para unir familias, ya sea la mía o la de otras personas que no conozco. Invito a todos los jóvenes a indexar y recibir las bendiciones prometidas por participar en esta gran obra. A través de la historia familiar he podido comprender mejor quién soy y cuál es mi parte dentro del plan de Dios.
También la historia familiar me ha servido como herramienta para la obra misional. Una manera sencilla de ayudar a otros jóvenes que no son miembros de la Iglesia es enseñarles a descubrir su identidad por medio de la historia familiar. Si ellos se enamoran de las herramientas, fácilmente aceptarán el evangelio verdadero de Jesucristo.
Las familias que tienen problemas pueden hallar perdón a través de la historia familiar, hacer la obra les ayudará a tener amor y unidad entre ellos.
Para mí indexar es una manera de llevar una vida recta. He podido sentir los susurros del Espíritu Santo ayudándome a entender un nombre. He sentido la protección del cielo al hacer la obra del Señor. Yo no quiero ser el eslabón débil de mi familia, mi deseo es ser el eslabón conexivo en donde las generaciones se unen.