“¿Toco el agua o me sumerjo?”, Liahona, enero de 2024.
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¿Toco el agua o me sumerjo?
En el sueño de Lehi del árbol de la vida (véase 1 Nefi 8), ¿por qué cree usted que algunas personas se apartaron del árbol mientras que otras se quedaron junto a él para participar del fruto? Algunas de las personas que participaron del fruto se alejaron, avergonzadas por la multitud que se burlaba en el edificio grande y espacioso. Una diferencia clave entre esos grupos tiene que ver con lo que hicieron antes de llegar allí: cómo se aferraron a la barra de hierro, la palabra de Dios.
Asidos o asidos constantemente
Lehi vio a los que “se adelantaban […], asidos a la barra de hierro” y a quienes “siguieron hacia adelante, asidos constantemente a la barra de hierro” (1 Nefi 8:24, 30; cursiva agregada).
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, señaló que tres grupos empezaron la marcha por el sendero, pero solo dos grupos se aferraron a la barra de hierro:
“[Los del segundo grupo] también tuvieron la bendición adicional de la barra de hierro, ¡y estaban asidos a ella! […]. El asirse a la barra de hierro a mí me sugiere solo ‘ráfagas’ ocasionales de estudio o un remojo irregular en lugar de una inmersión constante y continua en la palabra de Dios […].
“El tercer grupo también avanzó con fe y convicción; sin embargo, no hay ninguna indicación de que las personas se hayan apartado del camino […]. Tal vez este tercer grupo leyó y estudió y escudriñó las Escrituras constantemente […]. Este es el grupo al que ustedes y yo debemos esforzarnos por pertenecer”1.
¿“Tocamos” el agua o nos “sumergimos” cuando se trata de experimentar la palabra de Dios? Aunque tanto los que solo tocan el agua como los que se sumergen se mojan, los que se sumergen tienen una experiencia más inmersiva y constante que puede proporcionar gozo continuo.