“Dejar atrás las tradiciones y confiar en el Señor” , Liahona, abril de 2024.
Jóvenes adultos
Dejar atrás las tradiciones y confiar en el Señor
El consejo profético sobre la lobola nos dejó desconcertadas en cuanto al futuro.
Ser joven en edad adulta es una época de la vida que nos brinda poder. Como dos hermanas que transitan el discipulado en Sudáfrica, constantemente tenemos experiencias que fortalecen nuestra fe y nos entusiasman en cuanto al futuro. No obstante, a veces, esta época de la vida puede resultar confusa al tomar decisiones en cuanto a la educación, los empleos y, en especial, con quién casarnos.
O, en nuestro caso, averiguar cómo será para nosotros casarnos.
Un problema inesperado
En Sudáfrica, existe una práctica antigua llamada lobola, conocida comúnmente como el “precio de la novia”, o sea la dote, que todavía se sigue en algunas naciones africanas en la actualidad. “[La lobola] es una muestra de agradecimiento de la familia del novio hacia la familia de la novia. En la antigüedad, la familia del novio le daba a la familia de la novia cualquier cosa que fuera de valor para ellos”1.
Tradicionalmente, a menudo se daba ganado (considerado sagrado en muchas culturas africanas) a la familia de la novia para representar una conexión espiritual que se formaba entre ambas familias. Sin embargo, actualmente la lobola se paga con más frecuencia mediante grandes sumas de dinero. El precio ahora se ve influenciado por la formación académica, el empleo y la condición social de la novia2.
Pagar la lobola tiene como fin demostrar lo valiosa que es la novia tanto para su familia como para el hombre con el que tiene la intención de casarse. Simboliza la unión entre las familias. Así que, a lo largo de nuestra vida, siempre nos esforzamos por ser mujeres respetuosas, exitosas e inteligentes. Queríamos que nuestra familia se sintiera orgullosa y retribuirle por habernos criado bien.
No obstante, en 2014, cuando ambas éramos jóvenes adultas, el presidente Dieter F. Uchtdorf, que en ese entonces servía como Segundo Consejero de la Primera Presidencia, vino a hablar a los miembros de África. Sentimos el amor puro que Dios tiene por cada uno de nosotros mientras él hablaba. Sin embargo, durante su discurso, enseñó que la tradición de la lobola ya no estaba en armonía con el Evangelio. Él desalentó la práctica, diciendo: “Las consecuencias del [precio de la novia] son múltiples y conducen a un comportamiento que no es aceptable para un miembro de la Iglesia de Jesucristo. […] El camino del Señor es el verdadero camino para unir a las familias para siempre”3.
Toda nuestra cultura participa en esta costumbre y siempre pensamos que nosotras también lo haríamos, así que estábamos desconcertadas después de su mensaje.
Nuestros primeros pensamientos fueron humorísticos: “¡No nos esforzamos tanto para no conseguir ninguna vaca!”.
En verdad, estábamos confundidas. Si el Padre Celestial ya no quería que practicáramos esa tradición, cuando la mayoría de las personas de nuestra cultura rechazan el matrimonio sin lobola, ¿cómo podríamos seguir al Padre Celestial y a Jesucristo y respetar nuestra cultura y a nuestra familia? El Evangelio ya parecía peculiar para los miembros de nuestra familia que no eran parte de la Iglesia, pero ahora iba a ser aún más difícil de entender.
Cuando vimos a algunos miembros dejar la Iglesia porque no podían entender esa enseñanza de un profeta viviente, nos dimos cuenta de que teníamos que llevar nuestras preguntas al Padre Celestial.
Buscar respuestas
Cuando nos unimos a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en nuestra adolescencia, nos prometimos la una a la otra que siempre nos ayudaríamos mutuamente a permanecer cerca del Señor, pasara lo que pasara. Decidimos que, dondequiera que la vida nos llevara, siempre nos aferraríamos a nuestra fe porque habíamos visto cómo el vivir el Evangelio conduce al verdadero gozo.
Así que, cuando nos costó entender el mensaje del élder Uchtdorf, recordamos esa promesa. Se nos recordó la importancia de dar prioridad a nuestra relación con el Padre Celestial y Jesucristo y de confiar en Sus bendiciones prometidas. Ambas nos centramos en profundizar nuestra fe en Ellos para reconstruir esa confianza.
Cuando yo (Phindi) oraba al Padre Celestial para pedir su guía sobre el noviazgo y el matrimonio, me vino a la mente un pensamiento. Un Apóstol del Señor fue inspirado a venir a mi país y a hablar sobre una tradición específica de nuestra cultura porque el Padre Celestial nos conoce individualmente. Él sabe lo que puede limitarnos y tiene en mente nuestros mejores intereses cuando se trata de la senda de los convenios.
Medité con sinceridad en esa verdad y me di cuenta de que el Padre Celestial realmente no desea que nuestros matrimonios y familias eternos estén limitados por las tradiciones mundanas. Pensar en esto me ayudó a ver cómo la lobola se corrompe a menudo, especialmente cuando el precio elevado impide que algunas parejas se casen. Comencé a darme cuenta de que podía confiar en el Padre Celestial y en Jesucristo más que en mi propio conocimiento, aunque fuera difícil.
Yo (Samu) recurrí a las Escrituras para encontrar respuestas a mis ansiedades en cuanto al futuro. Siempre había creído que este Evangelio deja lugar para las preguntas y que nos alienta a obtener conocimiento y a buscar revelación personal. Así que estudié el Libro de Mormón más que nunca. Con el tiempo, sentí que las verdades de ese libro confirmaban que podía confiar en las palabras de los profetas actuales. Sentí que mi corazón cambiaba y que mi relación con el Padre Celestial y Jesucristo se profundizaba.
Al continuar preocupándome por cómo sería mi futuro en cuanto al noviazgo y al matrimonio, recordé la verdad que Nefi declaró de que el Señor “nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado” (1 Nefi 3:7). Y, con eso, sé que puedo confiar en Él y tener esperanza en Sus promesas.
Como el presidente Russell M. Nelson ha enseñado, la vida consiste en aprender a “dejar que Dios prevalezca”4 y a “vencer al mundo”5. El saber eso nos ayudó a aumentar gradualmente nuestra confianza en el Padre Celestial. Aunque no sepamos cómo será el matrimonio para nosotras, sabemos que, al guardar nuestros convenios y al centrarnos en nuestra relación con Él y Jesucristo, seremos bendecidas con milagros conforme dejemos de lado esta tradición.
La relación más importante
Las relaciones personales y el noviazgo pueden ser difíciles e inciertos para cualquier persona que busque casarse en el templo en cualquier parte del mundo. Cuando nos quedamos anhelando tener a un compañero eterno, el futuro a veces puede resultar desalentador. Créenos, nosotras enfrentamos personalmente muchas incógnitas sobre cómo saldrá la vida cuando, en su mayoría, en nuestra cultura no se considera el matrimonio sin pagar la lobola.
Sin embargo, a pesar de las dificultades que enfrentamos (y cualesquiera que sean las dificultades, las barreras culturales o los desafíos que tú estés afrontando con respecto al noviazgo y al matrimonio), verdaderamente creemos que el Padre Celestial continuará ayudándonos a todos a transitar y a cumplir nuestros deseos justos al poner nuestra confianza en Él. Cuando nos centramos en nuestra relación con Él y Jesucristo, todo lo demás sobre el futuro es menos desalentador y más lleno de esperanza.
A veces, sentimos que nos estamos perdiendo de algo y nos preguntamos si sería más fácil simplemente ceder a las costumbres, expectativas y normas del mundo. Sin embargo, cuando meditamos en las bendiciones y en el gozo que el Señor tiene reservado para nosotras como discípulas de Cristo, nos damos cuenta de que no nos estamos perdiendo de nada. Estamos en las manos de un amoroso Padre Celestial, quien nos guiará hacia bendiciones inimaginables.
Mientras tanto, seguimos haciendo todo lo posible por progresar espiritual y temporalmente. Cultivamos hermosas relaciones con amigos, familiares y la una con la otra. Las relaciones personales que tenemos con nuestros seres queridos —y especialmente con el Padre Celestial y Jesucristo— siempre nos ayudarán a sentir conexión y amor, y nos darán la fortaleza para continuar en la senda de los convenios.
Algunos deseos justos pueden parecer imposibles al transitar los altibajos de ser joven en edad adulta. No obstante, al continuar guardando nuestros convenios y buscando al Señor, nos aferramos a la esperanza del matrimonio en el templo. Hasta entonces, como enseñó el presidente Nelson, siempre podemos procurar y esperar milagros6. Realmente experimentamos el gozo, las bendiciones y sí, los milagros de vivir el Evangelio de Jesucristo.
Esperamos que sepas que los milagros y las bendiciones también están reservados para ti.
Las autoras viven en Gauteng, Sudáfrica.
Notas