Liahona
El hombre que estuvo en comunión con Jehová
Noviembre de 2024


11:8

El hombre que estuvo en comunión con Jehová

Él fue “bendecido para abrir la última dispensación” y nosotros somos bendecidos de que lo hiciera.

Mi propósito de hoy y siempre es testificar de Jesucristo, que Él es el Hijo de Dios, el Creador y Salvador del mundo, nuestro Libertador y Redentor. Debido a que “los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo”, hoy comparto con ustedes mi conocimiento y testimonio del Salvador tal como ha sido fortalecido y profundizado por la vida y las enseñanzas de un apóstol y profeta clave.

El comienzo de la sabiduría

En la mañana de un hermoso día despejado a principios de la primavera de 1820, José Smith, de catorce años, se adentró en una arboleda cercana a la casa de su familia para orar acerca de sus pecados y para preguntar a qué iglesia debía unirse. Su oración sincera, ofrecida con una fe inquebrantable, atrajo la atención de las fuerzas más poderosas del universo, entre ellas, al Padre y al Hijo; y al diablo. Cada uno de ellos tenía un interés profundo en esa oración y en ese joven.

Lo que ahora llamamos la Primera Visión marcó el comienzo de la Restauración de todas las cosas en esta última dispensación. Pero para José, la experiencia también fue personal y preparatoria. Todo lo que él quería era perdón y guía. El Señor le otorgó ambas cosas. Al decirle “que no debía unir[s]e a ninguna [de las iglesias]”, le dio una instrucción. Las palabras “tus pecados te son perdonados” fue una declaración redentora.

A pesar de todas las hermosas verdades que podemos aprender de esa Primera Visión, tal vez la conclusión principal de José fue simplemente: “Había descubierto que el testimonio de Santiago era cierto: que si el hombre tiene falta de sabiduría, puede pedirla a Dios y obtenerla sin reproche”.

Tal como señaló un erudito: “La verdadera resonancia de la Primera Visión hoy en día es saber que está en la naturaleza de Dios el dar a aquellos que tienen falta de sabiduría. […]. El Dios que se revela a Sí mismo a José Smith en la Arboleda Sagrada es un Dios que responde a los adolescentes en tiempos de dificultad”.

La experiencia de José en la arboleda le dio confianza para seguir pidiendo perdón y guía el resto de su vida. Su experiencia también me ha dado confianza a mí para seguir pidiendo perdón y guía el resto de mi vida.

Arrepentimiento continuo

El 21 de septiembre de 1823, José oró fervientemente pidiendo perdón, confiando en que, gracias a su experiencia en la arboleda tres años antes, el cielo le respondería de nuevo; y así fue. El Señor envió a un ángel, Moroni, para instruir a José e informarle de un registro antiguo que más tarde él traduciría por el don y el poder de Dios: el Libro de Mormón.

Casi trece años después, José y Oliver Cowdery se arrodillaron en oración solemne y silenciosa en el recién dedicado Templo de Kirtland. No sabemos por qué cosas oraron, pero es probable que sus oraciones incluyeran una súplica de perdón, porque cuando se levantaron, el Salvador apareció y declaró: “He aquí, vuestros pecados os son perdonados; os halláis limpios delante de mí”.

En los meses y años posteriores a esa experiencia, José y Oliver pecarían una y otra vez. Pero en ese momento, para ese momento, en respuesta a su súplica y en preparación para la gloriosa restauración de las llaves del sacerdocio que estaba a punto de suceder, Jesús hizo que estuvieran libres de pecado.

La vida de arrepentimiento continuo de José me da confianza a mí para “acer[carme], pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia”. He aprendido que Jesucristo está en verdad “dispuesto a perdonar”. No es ni Su misión ni está en Su naturaleza condenar; Él vino a salvar.

Recurrir al Señor

Como parte de la prometida “restauración de todas las cosas”, el Señor, por medio de José Smith, sacó a la luz el Libro de Mormón y otras revelaciones que contienen la plenitud de Su Evangelio. Las verdades vitales cobraron claridad y plenitud a medida que José recurría al Señor repetidamente en busca de guía. Consideren lo siguiente:

  1. El Padre y el Hijo tienen cuerpos “tangible[s] como el del hombre”.

  2. Jesús tomó sobre Sí no solo nuestros pecados, sino también nuestras enfermedades, aflicciones y debilidades.

  3. Su Expiación fue tan sumamente intensa que hizo que Él sangrara por cada poro.

  4. Somos salvos por Su gracia “después de hacer cuanto podamos”.

  5. Hay condiciones para la misericordia de Cristo.

  6. Al venir nosotros a Cristo, Él no solo perdonará nuestros pecados, sino que también cambiará nuestra naturaleza misma, de modo “que ya no ten[dremos] más disposición a obrar mal”.

  7. Cristo siempre manda a Su pueblo que construya templos donde Él se manifiesta a Su pueblo y los inviste con poder de lo alto.

Testifico que todas estas cosas son verdaderas y necesarias. Representan solo una fracción de la plenitud que Jesucristo restauró por medio de José Smith en respuesta a las recurrentes peticiones de guía de parte de José.

Llevar adelante este reino

En 1842, José escribió sobre las cosas asombrosas que sucederían en esta última dispensación. Declaró que, en nuestros días, “el sacerdocio celestial se unirá con el terrenal para realizar estos grandes propósitos; y mientras nosotros nos hallamos unidos en esta causa común de extender el reino de Dios, los portadores del sacerdocio celestial no son espectadores ociosos”.

A su amigo Benjamin Johnson, José le dijo: “Benjamin, [si muero] no estaría lejos de ti, y si estuviera del otro lado del velo, todavía [estaría] trabajando contigo, y con un poder mucho mayor para llevar adelante este reino”.

El 27 de junio de 1844, José Smith y su hermano Hyrum fueron asesinados. El cuerpo de José fue sepultado, pero su testimonio sigue resonando en todo el mundo y en mi alma:

“Había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo”.

“Nunca les dije que era perfecto; pero no hay error en las revelaciones que he enseñado”.

“Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso”.

Lo que se dijo de Juan el Bautista también podría decirse de José Smith: “Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba [José] […]. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz”, “a fin de que todos creyesen por medio de él”.

Creo, creo y estoy seguro de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Testifico que el Dios viviente es nuestro Padre amoroso. Lo sé porque la voz del Señor me lo ha dicho, al igual que la voz de Sus siervos, los apóstoles y profetas, incluyendo a José Smith y comenzando por él.

Testifico que José Smith fue y es un profeta de Dios, un testigo y siervo del Señor Jesucristo. Él fue “bendecido para abrir la última dispensación” y nosotros somos bendecidos de que lo hiciera.

El Señor mandó a Oliver y a todos nosotros: “Apoya fielmente a mi siervo José”. Testifico que el Señor apoya a Su siervo José y la Restauración llevada a cabo por medio de él.

José Smith es ahora parte de ese sacerdocio celestial del cual él habló. Tal como se lo prometió a su amigo, él no está lejos de nosotros y, del otro lado del velo, todavía está trabajando con nosotros y con un poder mucho mayor para llevar adelante este reino. Con gozo y acción de gracias, elevo mi voz en loor al hombre que estuvo en comunión con Jehová. Y, sobre todo, ¡loor a Jehová que estuvo en comunión con ese hombre! En el nombre de Jesucristo. Amén.