“Lección 3 — Material de preparación para la clase: Cómo adquirir conocimiento espiritual”, Fundamentos de la Restauración: Material de preparación para la clase, 2019
“Lección 3 — Material de preparación para la clase”, Fundamentos de la Restauración: Material de preparación para la clase
Lección 3 — Material de preparación para la clase
Cómo adquirir conocimiento espiritual
A veces descubrimos información nueva que nos sorprende o suscita preguntas en cuanto a la doctrina, las prácticas o la historia de la Iglesia. La manera en que formulas las preguntas y hacia dónde te diriges en busca de respuestas puede fortalecer o debilitar tu fe. A medida que estudias cómo adquirir conocimiento espiritual, encuentra principios que puedan ayudarte a buscar respuestas a la manera del Señor.
Sección 1
¿Está bien tener preguntas sobre la Iglesia?
Las Escrituras repetidamente nos animan a hacer preguntas a Dios (véanse Santiago 1:5; Doctrina y Convenios 88:63). Durante su servicio en la Primera Presidencia, el presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó lo siguiente:
Mis queridos jóvenes amigos, somos personas que hacen preguntas. Siempre lo hemos sido, porque sabemos que el preguntar conduce a la verdad. Fue así que comenzó la Iglesia, por un joven que tenía interrogantes. De hecho, no estoy seguro de cómo se puede descubrir la verdad si no se hacen preguntas […]. La indagación es la cuna del testimonio […]. El hacer preguntas no es señal de debilidad; es el acto precursor del crecimiento. (“El reflejo en el agua”, devocional del Sistema Educativo de la Iglesia, 1 de noviembre de 2009, transmisiones.laiglesiadejesucristo.org)
El Padre Celestial y Jesucristo se deleitan en brindarnos conocimiento y comprensión. Crecemos espiritualmente al formular preguntas y buscar respuestas con sinceridad y fe. Recuerda que mientras que el Señor nos ayuda a aprender a tener fe en Él, es posible que no nos dé las respuestas a todas las preguntas que tenemos en esta vida. De hecho, no necesitamos encontrar respuestas a todas las preguntas para recibir un testimonio y ser testigos de la verdad. Sin embargo, realizar preguntas sinceras puede ayudarnos a seguir aprendiendo y creciendo.
Sección 2
¿Cómo desearía el Señor que yo buscara respuestas a las preguntas y adquiriera conocimiento espiritual?
Los siguientes principios pueden ayudarte a buscar respuestas a tus preguntas y resolver tus inquietudes a la manera del Señor:
-
Actuar con fe.
-
Analizar los conceptos y las preguntas con una perspectiva eterna.
-
Procurar una mayor comprensión mediante las fuentes divinamente señaladas.
A medida que estudias estos principios de cómo adquirir conocimiento espiritual que se exponen a continuación, puedes marcar los enunciados o puntos significativos que te llamen la atención para que puedas compartirlos en clase y usarlos posteriormente como referencia.
Actuar con fe
La fe empieza con la creencia de que Dios vive, sabe todas las cosas y es la fuente de toda verdad. Actuamos con fe cuando decidimos confiar en Dios y acudir a Él a través de la oración sincera, el estudio de Sus enseñanzas y la obediencia a Sus mandamientos. El Señor nos invita: “No dudéis, mas sed creyentes” (Mormón 9:27). A medida que establecemos un modelo de actuar con fe en nuestra vida diaria, edificamos un fundamento firme sobre Jesucristo que asegura que permaneceremos fuertes, aun cuando enfrentemos preguntas o desafíos difíciles (véase Helamán 5:12).
Cuando encuentres información o afirmaciones que no entiendas o que desafíen tus creencias, no tienes que dudar de tu testimonio o de experiencias espirituales pasadas. En esos momentos, aconsejó el élder Jeffrey R. Holland: “No tengan miedo ni den un paso atrás, no pierdan la confianza, no olviden cómo se sintieron una vez; no desconfíen de la experiencia que han tenido” (“No perdáis, pues, vuestra confianza”, Liahona, junio de 2000, pág. 38). En lugar de ello, “aférrense al conocimiento que ya tienen y manténganse firmes hasta que reciban más conocimiento” (Jeffery R. Holland, “Creo”, Liahona, mayo de 2013, pág. 94).
Mientras te “af[erras] al conocimiento que ya tiene[s]”, recuerda que la actitud y la intención con la que haces preguntas y procuras respuestas influirá en gran medida en tu capacidad de aprender del Espíritu Santo. Este proceso requiere humildad, sinceridad y verdadera intención para actuar de conformidad con la verdad que recibamos del Señor.
Cuando José Smith se enfrentó a un entorno religioso lleno de “confusión y […] contención entre las diferentes denominaciones” (José Smith—Historia 1:8), pudo fácilmente haberse desanimado, dejado que la duda le inundara el corazón y “permanec[ido] en tinieblas y confusión” (versículo 13). En lugar de ello, escudriñó las Escrituras, y el mensaje que se encuentra en Santiago 1:5 de “p[edir] a Dios” le impresionó profundamente. Actuando con fe, se retiró a un bosque y se “arrodill[ó] y empe[zó] a elevar a Dios el deseo de [su] corazón” (José Smith—Historia 1:15). Su sincera oración se contestó mediante una visión celestial. Salió del bosque, habiendo “sabido [por sí mismo]” las respuestas a sus preguntas (versículo 20).
Analizar los conceptos y las preguntas con una perspectiva eterna
A fin de analizar los conceptos doctrinales, las preguntas y las cuestiones sociales desde una perspectiva eterna, los consideramos en el contexto del Plan de Salvación y de las enseñanzas del Salvador. Buscamos la ayuda del Espíritu Santo a fin de ver las cosas como las ve el Señor (véase 1 Corintios 2:5, 9–11). Este enfoque nos ayuda a ver las cosas desde el punto de vista del Señor, en lugar de hacerlo desde la perspectiva del mundo. Podemos hacerlo al plantear preguntas como: “¿Qué cosas sé ya sobre el Padre Celestial, Su plan y cómo se relaciona Él con Sus hijos?” o “¿Qué enseñanzas del Evangelio se relacionan con este concepto o cuestión, o lo aclaran?”.
Las preguntas que se relacionan con los acontecimientos históricos también deben examinarse desde una perspectiva eterna. También puede ser de ayuda analizar las preguntas históricas en el contexto histórico adecuado, considerando la cultura y las normas de la época en vez de imponer las perspectivas y actitudes actuales. Por ejemplo, si descubres que un antepasado del siglo XIX se casó a la edad de 14 o 15 años, podrías considerarlo como un matrimonio extremadamente precoz, a menos que comprendieras que en esa época era algo frecuente.
Es importante recordar que los detalles históricos no poseen el poder salvador de las ordenanzas, los convenios y la doctrina. Distraerse por los detalles menores a riesgo de no entender el milagro de la Restauración que se revela ante nosotros es como pasar tiempo analizando la caja de un regalo y no prestar atención a lo maravilloso del regalo en sí.
Procurar una mayor comprensión mediante las fuentes divinamente señaladas
Imagina que un extraño acusara a uno de tus seres queridos de hacer algo malo. ¿Cómo sabrías si está diciendo la verdad o si fue engañado? ¿Cuál sería el peligro de creerle al extraño sin investigar más el asunto?
Por medio de internet, tenemos acceso sin precedentes a buena información. Al mismo tiempo, Internet nos expone a una avalancha de información poco fiable. Debido a que internet no nos filtra automáticamente la información equivocada, engañosa o falsa, debemos filtrarla nosotros mismos. El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, advirtió: “Debemos ser prudentes al buscar la verdad y elegir fuentes” (“La verdad y el plan”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 25).
Como parte del proceso determinado por el Señor para la obtención de conocimiento espiritual, Él ha establecido las fuentes mediante las cuales revela la verdad y brinda guía a Sus hijos. Tales fuentes divinamente señaladas incluyen la luz de Cristo, el Espíritu Santo, las Escrituras, los líderes de la Iglesia y los miembros de la familia que sean fieles. La Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles —los profetas del Señor en la tierra hoy en día— son una fuente crucial de verdad. El Señor ha escogido y ordenado a esas personas para hablar en Su nombre.
También aprendemos verdades por medio de otras fuentes dignas de confianza. Sin embargo, quienes buscan sinceramente la verdad deben cuidarse de las fuentes de información que no son fiables. Aprender a reconocer y evitar las fuentes que no son fiables puede protegernos de la información errónea y de quienes procuran destruir la fe. Las preguntas y actividades siguientes pueden ayudarte al determinar la fiabilidad de las fuentes.