“Lección 9 — Material de preparación para la clase: Jesucristo, nuestro divino Redentor”, Fundamentos de la Restauración: Material de preparación para la clase, 2019
“Lección 9 — Material de preparación para la clase”, Fundamentos de la Restauración: Material de preparación para la clase
Lección 9 — Material de preparación para la clase
Jesucristo, nuestro divino Redentor
Algunas personas ven a Jesucristo como un buen ejemplo a seguir, hay quienes lo ven como un profeta de la antigüedad, y hay quienes lo ven como el Salvador del mundo. ¿Cuáles son las creencias y actitudes en cuanto al Señor más comunes en el lugar donde tú vives? ¿Cuáles son tus creencias y convicciones acerca de Él? A medida que estudies las visiones, revelaciones y Escrituras que el profeta José Smith recibió acerca de Jesucristo, considera cómo estas podrían ayudarte a profundizar tu fe y tu testimonio de Él como tu divino Redentor.
Sección 1
¿De qué manera son fundamentales José Smith y la Restauración para mi entendimiento del Señor Jesucristo?
La relación personal de José Smith con el Señor comenzó cuando José era un adolescente. Él escribió acerca de cuando tenía unos 12 años: “Me sentía cada vez más angustiado por sentirme culpable de mis pecados […]. Sentía deseos de llorar por mis pecados y por los pecados del mundo”.
Más adelante, el joven José “clam[ó] al Señor pidiendo misericordia”, y el Señor le habló en una visión, diciendo: “José, hijo mío, tus pecados te son perdonados. Sigue tu camino, anda en mis decretos y guarda mis mandamientos. He aquí, Yo soy el Señor de gloria. Fui crucificado por causa del mundo para que todos los que crean en mi nombre tengan vida eterna”.
Gracias a esta experiencia de la Primera Visión, José pudo saber por sí mismo que Jesucristo y el Padre Celestial son misericordiosos y están dispuestos a perdonar. Luego de conversar con el Señor y de haber sido perdonado por sus pecados, José testificó: “Y mi alma se llenó de amor, y por muchos días me regocijé y sentí una gran dicha, y el Señor estaba conmigo” (“Relatos de José Smith sobre la Primera Visión”, Historia, aprox. verano de 1832, josephsmithpapers.org).
Piensa en un momento de tu vida en que hayas tenido inquietudes similares a las de José. Podrías sentirte identificado con su deseo de ser perdonado y también con el gozo que sintió al saber que el Señor estaba con él.
Las numerosas visiones del Salvador que tuvo José Smith le permitieron servir como un poderoso testigo de Jesucristo en los últimos días. El 16 de febrero de 1832, mientras José y Sidney Rigdon trabajaban en la revisión inspirada de la Biblia (conocida como la Traducción de José Smith), tuvieron una visión en la que “vi[eron] la gloria del Hijo, a la diestra del Padre”. Refiriéndose a Jesucristo, ellos testificaron: “¡Que vive!” (Doctrina y Convenios 76:20, 22–23).
Indica otras verdades acerca de Jesucristo que hayan sido mostradas al Profeta en esta visión.
Cuatro años más tarde, el Profeta testificó nuevamente que vio al Salvador en el Templo de Kirtland y declaró que “su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas” (Doctrina y Convenios 110:3).
Con respecto al estudio de las revelaciones dadas por medio del Espíritu, el Señor enseñó a los santos: “podéis testificar que habéis oído mi voz y que conocéis mis palabras” (Doctrina y Convenios 18:36).
Al reflexionar sobre la contribución de José Smith a nuestro entendimiento de Jesucristo, el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, declaró:
Por medio de su asociación personal con el Señor, de su traducción y la publicación del Libro de Mormón, y el sellamiento de su testimonio con su sangre de mártir, José se ha convertido en el revelador preeminente de Jesucristo en Su verdadera función de divino Redentor. (D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo”, Liahona, mayo de 2008, pág. 79)
Sección 2
¿Qué verdades restauradas sobre la expiación del Salvador pueden ayudarme a aumentar mi fe en Él?
Nota: Marca las verdades relacionadas con la expiación del Salvador que te parezcan importantes, a medida que lees los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas proféticas a continuación.
Muchas de las verdades claras y preciosas acerca del evangelio y la expiación del Salvador fueron restauradas por medio de la traducción de José Smith del Libro de Mormón (véase 1 Nefi 13:34, 40).
El presidente Russell M. Nelson explicó los factores que hacen que la expiación de Jesucristo sea infinita:
Su expiación es infinita: no tiene fin [véanse 2 Nefi 9:7; 25:16; Alma 34:10, 12, 14]. También es infinita en el sentido de que todo el género humano se salvará de la muerte sin fin, y es infinita en el sentido del intenso sufrimiento del Salvador. Es infinita en el tiempo, dando fin al prototipo anterior del sacrificio de animales. Es infinita en lo que abarca, porque se hizo una sola vez por todos [véase Hebreos 10:10]. Y la misericordia de la Expiación se extiende no solo a una cantidad infinita de personas, sino también a un número infinito de mundos creados por Él [véase Doctrina y Convenios 76:24; Moisés 1:33]. Es infinita más allá de cualquier escala de dimensión humana o de comprensión mortal.
Jesucristo fue el único que pudo haber ofrecido esa expiación infinita, dado que había nacido de madre mortal y de Padre inmortal. Debido a ese nacimiento singular, Jesucristo era un Ser infinito. (Véase Russell M. Nelson, “La Expiación”, Liahona, enero de 1997, págs. 38–39)
Luego de citar Alma 7, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
No hay dolor físico, no hay herida espiritual, no hay angustia de alma, pena, enfermedad ni debilidad que ustedes y yo afrontemos en la vida terrenal que el Salvador no haya experimentado primero. En un momento de debilidad quizá clamemos: “Nadie sabe lo que se siente; nadie entiende”. Pero el Hijo de Dios sabe y entiende perfectamente, ya que Él ha sentido y llevado las cargas de cada uno; y gracias a Su infinito y eterno sacrificio (véase Alma 34:14), tiene perfecta empatía y nos puede extender Su brazo de misericordia. Él puede tendernos la mano, conmovernos, socorrernos, sanarnos y fortalecernos. (David A. Bednar, “Soportar sus cargas con facilidad”, Liahona, mayo de 2014, pág. 90)
José Smith recibió una revelación que estableció una conexión entre el sufrimiento inimaginable del Salvador y el valor de las almas. Luego de llamar a Oliver Cowdery y a David Whitmer a predicar el arrepentimiento, el Señor los instruyó.
El Señor profundizó sobre Su sacrificio expiatorio en una revelación dada a Martin Harris. Martin estaba preocupado por la posibilidad de perder su granja al financiar la publicación del Libro de Mormón. En esa revelación, el Señor mandó a Martin que se arrepintiera y luego reveló un relato único en primera persona sobre Su sufrimiento.
Cuando medites sobre el sufrimiento que Jesucristo padeció por ti, considera la posibilidad de leer o escuchar las palabras del himno “Asombro me da” (Himnos, nro. 118).