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3: Sea obediente


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Sea obediente

Meditar:¿Qué leyes debo obedecer a fin de llegar a ser más autosuficiente?

2:3

“La obediencia trae bendiciones” (¿No tiene el video? Lea la página siguiente.)

Analizar:La obediencia a las leyes y principios de Dios conduce a bendiciones espirituales y temporales. ¿Qué experiencias ha tenido que prueban la veracidad de este principio?

Leer:Doctrina y Convenios 130:20–21; declaración de José Smith (a la derecha)

Practicar:Mire la gráfica a continuación. Note la forma en que la obediencia a leyes específicas conduce a bendiciones específicas. Ya se han escrito algunos ejemplos.

Dedique unos minutos para hacer lo siguiente:

  1. Escriba bendiciones específicas que desea recibir en su búsqueda de empleo, en su trabajo por cuenta propia o en su formación académica. Utilice la columna de la derecha.

  2. En la columna de la izquierda, escriba una lista de las leyes que puede obedecer a fin de recibir esas bendiciones.

Obedezca

Para recibir

Leyes y principios

Bendiciones

La Palabra de Sabiduría (D. y C. 89)

Mejor salud, mayor conocimiento

Los diezmos y las ofrendas (Malaquías 3:10–12)

Bendiciones temporales y espirituales, éxito en el trabajo, protección

Llegar al trabajo puntualmente todos los días

Empleo continuo y la capacidad de generar ahorros

Comer de forma saludable y hacer ejercicio con regularidad

Menos días de trabajo perdidos por causa de enfermedad

Practicar:Escriba dos o tres maneras específicas en las que puede aumentar su obediencia a las leyes que escoja:

Comprométase:Comprométase a hacer las siguientes tareas durante la semana. Marque las casillas al completar cada tarea:

  • Practique ser obediente todos los días.

  • Enseñe este principio a su familia.

  • Continúe practicando los principios fundamentales anteriores.

Consejo para el facilitador

Anime a todos a hacer y mantener compromisos específicos y a enseñar a sus familias.

La obediencia trae bendiciones

Si no le es posible ver el video, lea el siguiente guión.

Presidente Thomas S. Monson

¡Qué gloriosa promesa! “El que guarda [los] mandamientos [de Dios] recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas” [D. y C. 93:28]. …

Mis hermanos y hermanas, la gran prueba de esta vida es la obediencia. “Con esto los probaremos”, dijo el Señor, “para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” [Abraham 3:25].

El Salvador dijo: “Porque todos los que quieran recibir una bendición de mi mano han de obedecer la ley que fue decretada para tal bendición, así como sus condiciones, según fueron instituidas desde antes de la fundación del mundo” [D. y C. 132:5].

No existe mayor ejemplo de obediencia que el de nuestro Salvador. En cuanto a Él, Pablo dijo:

“Aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

“Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser el autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” [Hebreos 5:8–9].

El Salvador demostró el verdadero amor de Dios al vivir la vida perfecta y al rendir honor a la sagrada misión que le correspondió. Nunca fue altivo; nunca estuvo lleno de orgullo; nunca fue desleal; siempre fue humilde; siempre fue sincero; siempre fue obediente. …

Al afrontar la agonía de Getsemaní, donde soportó tal dolor que “Su sudor era como grandes gotas de sangre que caían a tierra” [Lucas 22:44], Él fue un ejemplo del Hijo obediente cuando dijo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” [Lucas 22:42].

Tal como el Salvador mandó a Sus primeros apóstoles, así nos manda a ustedes y a mí: “Sígueme tú”. [Juan 21:22]. ¿Estamos dispuestos a obedecer?

El conocimiento que buscamos, las respuestas que añoramos, y la fortaleza que deseamos hoy día para hacer frente a los desafíos de un mundo complejo y cambiante pueden ser nuestras si de buena gana obedecemos los mandamientos del Señor. De nuevo cito las palabras del Señor: “El que guarda [los] mandamientos [de Dios] recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas” [D. y C. 93:28].

Mi humilde ruego es que seamos bendecidos con las ricas recompensas que se le prometen al obediente. En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Amén.

(Thomas S. Monson, “La obediencia trae bendiciones”, Ensign o Liahona, mayo de 2013, págs. 89, 92)