Lucas 1:39–79
Regocijarnos y alabar a Dios
Mientras estaba embarazada de Jesús, María visitó a su prima Elisabet y se regocijó con ella en la bondad de Dios. Esta lección te dará la oportunidad de reconocer la bondad de Dios y de ofrecerle tus alabanzas por ella.
Algunas posibles actividades de aprendizaje
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¿Por qué crees que cantamos himnos sobre el Padre Celestial y Jesucristo como parte de nuestra adoración a Ellos?
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¿Cuál es un himno o una frase de un himno que destaca Su bondad?
Dedica un minuto a pensar en lo que sientes por el Padre Celestial y Jesucristo. Reflexiona sobre los motivos que tienes para alabarlos y con qué frecuencia expresas tus sentimientos acerca de Ellos de alguna manera.
En esta lección, tendrás la oportunidad de pensar más acerca de por qué y cómo podrías alabar a Dios y regocijarte en la vida y la misión de Jesucristo.
María y Elisabet se regocijan juntas por la bondad de Dios
Mientras María estaba embarazada de Jesús, visitó a Elisabet, su prima anciana cuyo embarazo también era un milagro. A la llegada de María, el bebé de Elisabet, quien sería Juan el Bautista, “saltó de alegría en [el] vientre [de Elisabet]” ( Lucas 1:44). Esto inició una conversación entre María y Elisabet en la que María se regocijó y alabó a Dios.
Lee Lucas 1:46–55 . Mientras estudias las palabras de María, haz una pausa y reflexiona sobre el significado de palabras o frases específicas. Hacer pausas y reflexionar puede invitar a la inspiración del Espíritu Santo para ayudarte a entender las Escrituras más profundamente. Por ejemplo, podrías hacer una pausa en las palabras “humilde” o “sierva” en el versículo 48 . Estas palabras podrían proporcionar una perspectiva sobre la humildad de María y su reverencia hacia Dios. Las palabras de este versículo pueden ayudarte a ver que Dios conoce y ama a Sus hijos independientemente de sus circunstancias. Si es de utilidad, considera buscar el significado de las palabras que no entiendes utilizando un diccionario o la Guía para el Estudio de las Escrituras, disponible en LaIglesiadeJesucristo.org.
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¿Sobre qué palabras te detuviste a reflexionar? ¿Qué aprendiste?
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¿Sobre qué palabras o frases todavía tienes preguntas?
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¿Qué verdades sobre Dios aprendes del testimonio de María?
Podemos regocijarnos en la bondad de Dios
Una verdad que podemos aprender de la experiencia de María es que, al considerar la influencia de Dios en nuestra vida, podemos regocijarnos.
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¿Por qué crees que reconocer las bendiciones de Dios en tu vida puede ayudarte a sentir gozo?
El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió cómo lo bendijo el recordar la bondad de Dios.
A medida que he reflexionado sobre las dádivas de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo, he llegado a conocer Su infinito amor y Su compasión incomprensible por todos los hijos del Padre Celestial [véase 2 Nefi 26:33 ]. Este conocimiento me ha cambiado a mí, y los cambiará a ustedes también.
(Dale G. Renlund, “Considerad la bondad y la grandeza de Dios”, Liahona, mayo de 2020, pág. 44).
Sigue estos pasos para poder reconocer las bendiciones del Padre Celestial y alabarlo por Su bondad.
Paso 1:
Medita en tus respuestas a las siguientes preguntas.
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¿Cuáles son algunas de las bendiciones del Padre Celestial por las que estás más agradecido?
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¿Qué te ayudan a entender esas bendiciones acerca del Padre Celestial y Jesucristo?
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¿Cuándo has sentido gozo al reconocer las bendiciones de Dios para ti o para alguien que conoces?
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¿Qué historia o versículo de las Escrituras te ayuda a querer alabar a Dios?
Paso 2: Escoge cómo alabarás a Dios. Las siguientes son algunas ideas entre las que podrías elegir:
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Escribir un poema o una canción.
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Hacer un dibujo.
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Ofrecer una oración de gratitud.
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Dar tu testimonio a alguien.
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Escribir en un diario personal.
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Compartir tus sentimientos acerca de Dios en las redes sociales.
También puedes idear otra opción por tu cuenta. Una vez que hayas escogido, comienza a actuar. Si no es posible comenzar ahora mismo, anota un plan detallado de lo que harás. Por ejemplo, si deseas ofrecer una oración de gratitud, podrías anotar cuándo y dónde orarás, y por qué cosas podrías expresar gratitud. Podrías compartir tus ideas con uno de tus padres o un líder de la Iglesia, quien puede recordarte que lleves a cabo tu plan.
Comentarios e información de contexto
Lucas 1:46–55.
¿Por qué alaba María al Señor?
Tradicionalmente, se conoce a los versículos 46–55 de Lucas 1 como el Cántico de María. Estas alabanzas asocian el nacimiento de Jesucristo con el pasado sagrado de Israel. Las palabras celebran la misericordia del Señor al extender Su mano una vez más para bendecir y honrar a Su pueblo, en particular a los “humildes” ( Lucas 1:52).
Lucas 1:53.
¿Cómo es que el Señor “[a] los hambrientos llen[a] de bienes”?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó acerca de la invitación del Salvador de venir a Él y ser llenos:
Esta mañana ruego que todos los que tengan esta clase de hambre y sed, y que a veces anden errantes, oigan esta invitación de Aquel que es el Pan de Vida, la Fuente de Agua Viva, el Buen Pastor de todos nosotros, el Hijo de Dios: ‘Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados […], y hallaréis descanso para vuestras almas’ [ Mateo 11:28–29 ]. En verdad a ‘los hambrientos llen[a] de bienes’, tal como lo testificó María, Su propia madre [ Lucas 1:53 ]. Vengan a saciarse a la mesa del Señor en lo que testifico es Su Iglesia verdadera y viviente, dirigida por un profeta verdadero y viviente.
(Véase Jeffrey R. Holland, “A los hambrientos colmó de bienes”, Liahona, enero de 1998, pág. 78)
¿Qué puede suceder cuando recordamos la bondad de Dios?
El élder Dean M. Davies, de los Setenta, enseñó lo siguiente acerca de lo que sucede cuando reconocemos la forma en que Dios nos bendice:
Todos los días, en particular en el día de reposo, tenemos la extraordinaria oportunidad de sentir asombro y reverencia por el cielo, y de ofrecer alabanzas a Dios por Su bendita bondad e increíble misericordia […].
Al adorar, nuestros corazones rebosan en alabanza a nuestro bendito Dios, mañana, tarde y noche.
Lo santificamos y lo honramos continuamente en nuestros centros de reuniones, hogares, templos y en todas nuestras labores.
Al adorar, abrimos nuestro corazón al poder sanador de la expiación de Jesucristo.
Nuestra vida se convierte en el símbolo y la expresión de nuestra adoración”.
(Dean M. Davies, “Las bendiciones de la adoración”, Liahona, noviembre de 2016, págs. 94, 95).