Llamamientos misionales
Preparación misional Adaptarse a la vida misional


Preparación misional Adaptarse a la vida misional

Esta sección es un resumen del material que recibió en línea antes de entrar al CCM.

Sister missionaries.

Es normal que los misioneros nuevos experimenten estrés o incomodidad, en mayor o menor medida, ya que dejan a su familia, a sus amigos y las cosas que acostumbraban hacer. Las transiciones normales de las transferencias, los nuevos compañeros y las nuevas asignaciones también requerirán algunas adaptaciones. Sea paciente mientras aprende a reconocer las bendiciones de dedicar su vida más plenamente al Salvador. Recuerde que el Espíritu estará con usted al pasar por esta transición y le ayudará a adaptarse a sus nuevas responsabilidades misionales.

Adaptarse a nuevas experiencias

Tal como muchas personas que se encuentran en una situación nueva, los misioneros a menudo pasan por cuatro fases o etapas durante su adaptación emocional cuando empiezan el CCM y nuevamente cuando entran en el campo misional:

Cuatro etapas de adaptación

1

Expectativas

2

Descubrimiento de lo inesperado

3

“Puedo hacerlo”

4

Autosuficiencia emocional

Quizá se sienta entusiasmado ante el desafío (véase 1 Nefi 3:7).

Quizá entienda mejor cuál es su objetivo y aumente su compromiso con el Padre Celestial (véase 3 Nefi 5:13).

Quizá se sienta feliz y esté ansioso por conocer a nuevas personas y nuevos lugares.

Quizá empiece a extrañar su casa, su familia y sus amigos e incluso se cuestione la decisión de prestar servicio (véase Alma 26:27).

Podría notar manifestaciones físicas de estrés, como alteración del sueño, cambios en el apetito o irritabilidad.

Podría sorprenderse al notar que critica las reglas y expectativas y que éstas le ponen impaciente.

Sus aptitudes para enseñar y su habilidad con el idioma empiezan a mejorar.

Aprende a cumplir de buena gana con las reglas y expectativas de la misión.

Tiene paciencia consigo mismo al aprender “mandato tras mandato” (véase Isaías 28:10; Mosíah 4:27).

Los síntomas físicos de estrés, en caso de que haya tenido alguno, comienzan a disminuir.

Se siente a gusto con la rutina diaria.

Reconoce sus puntos fuertes y su progreso.

Logra comprender qué significa enfrentar la vida paso a paso (véase D. y C. 98:12).

Tiene más confianza en usted y un deseo mayor de prestar servicio.

Cosas que puede hacer ahora

  • Busque maneras de prestar servicio a otras personas. La obra misional es un llamado a prestar servicio. Céntrese en ver más allá de sus propios sentimientos de malestar para así ministrar a las personas que necesitan una palabra amable, un acto caritativo o amistad. (Véase Predicad Mi Evangelio, págs. 181–183.)

  • Hable con otras personas acerca de esta adaptación. Tómese el tiempo para hablar acerca de las siguientes preguntas con sus padres, líderes del sacerdocio o amigos ex misioneros:

    • ¿Qué podemos aprender de ejemplos de las Escrituras en los que Dios haya requerido que las personas hicieran cosas que superaban sus capacidades? (véase Éxodo 4:10–12; Jeremías 1:6–9; Alma 17:10–12; 26:27; Éter 12:23–27; Moisés 6:31–32).

    • ¿Por qué es importante acostarse y despertarse a tiempo, tener una buena nutrición, hacer ejercicio regularmente y hacer oraciones personales?

    • ¿En qué forma podría ayudar el escribir en el diario personal cuando uno pasa por experiencias difíciles?

    • ¿Qué podemos hacer cuando hay ideas o sentimientos problemáticos que no desaparecen?

  • Lea el artículo “Preparing Emotionally for Missionary Service” (“Cómo prepararse emocionalmente para el servicio misional”) por Robert K. Wagstaff (en Ensign, marzo de 2011, págs. 22–26; disponible en línea en LDS.org).

  • Enfóquese en fortalecer su relación con el Padre Celestial. Busque Su Espíritu por medio de la oración personal, el estudio de las Escrituras, la música edificante, la lectura de su bendición patriarcal y otras maneras que haya descubierto que le resultan útiles.

  • Téngase paciencia y sea amable con otras personas. Diríjase a usted usando las mismas palabras amables y de consuelo que se imagina que usaría el Salvador. Recuerde que los pensamientos de impotencia, desesperanza o dura condena no provienen del Señor.

  • Sepa que ocurrirán cosas que no esperaba. Sus experiencias misionales no serán las mismas que las de otras personas. No todo saldrá exactamente como lo haya planeado o como se haya imaginado. El examinar sus expectativas le ayudará a abrirse y aceptar el cambio.

Resumen

Mientras se prepara para salir a la misión, prepárese para aceptar de buen talante el cambio. La vida misional seguramente será diferente de cualquier otra cosa que haya experimentado, pero, a pesar de eso, si va con una actitud positiva, ejerce la fe en el Señor y sabe de antemano que tendrá que ser paciente consigo y con otras personas, el Señor le recompensará y bendecirá. Recuerde el consejo que se le dio al profeta José Smith en una época muy difícil de su vida: “Entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien” (D. y C. 122:7).