Recursos para lidiar con las exigencias intelectuales
Las exigencias intelectuales nos afectan en formas diferentes. Nuestras habilidades serán suficientes para realizar la obra de Dios siempre y cuando confiemos en que Él se encargará de poner la diferencia que hay entre nuestra capacidad y lo que se necesita. Las sugerencias que siguen a continuación pueden resultarle útiles para resolver algunos problemas. Si desea ver ideas adicionales, también consulte la sección “Principios generales para lidiar con el estrés”, que se encuentra en las páginas 17–22.
A
Aprender el idioma
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Estudie Predicad Mi Evangelio, capítulo 7. Con espíritu de oración, aplique este capítulo: “¿Cómo puedo aprender mejor el idioma de mi misión?”.
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Siga trabajando arduamente. Confíe en que el Señor lo bendecirá con el don de lenguas en la medida en que lo necesite para lograr lo que Él desea. Recuerde que son pocos los misioneros que logran hablar con total fluidez un nuevo idioma. El Señor lo conoce, lo ha llamado y usará sus puntos fuertes para bendecir a otras personas. Él compensará las debilidades que usted tenga. Aporte todos los dones que usted tenga.
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Diviértase con su nuevo idioma. A veces es más fácil hablar un nuevo idioma cuando no esperamos ser expertos.
B
Organizarse con metas y planes
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Utilice los recursos de organización que recibió mediante Predicad Mi Evangelio. Estudie el capítulo 8, “¿Cómo utilizo el tiempo con sabiduría?”. Estos recursos se han preparado con esmero para los misioneros y le ayudarán a lograr su objetivo. Enfóquese en una cosa a la vez y no se abrume.
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No confíe sólo en su memoria. Anote nombres, direcciones, citas, planes para las lecciones y metas. Coloque recordatorios de cosas importantes en la puerta, en el refrigerador, junto a su cama o en su planificador.
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Coloque todo lo que necesite al día siguiente en un lugar específico antes de acostarse. De ese modo, no correrá el riesgo de olvidarse de algo importante. Guarde las cosas importantes en el mismo lugar a fin de no perder tiempo buscándolas.
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Cuando se distraiga, sin perder la calma, pero con firmeza, vuelva a dirigir su atención hacia la tarea que estaba realizando. Haga esto con tanta frecuencia como sea necesaria.
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Deje su día en manos del Señor. Una vez que haya hecho todo lo que podía para planificar cuidadosamente, pídale que se encargue de que todas las cosas obren para el bien de usted. Sea flexible y receptivo al Espíritu.
C
Sentirse menos inteligente o capaz que los demás
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Si le resulta difícil leer, estudiar o memorizar, téngase paciencia. Tome breves descansos con frecuencia al principio; luego, de a poco y gradualmente, vaya estudiando cada vez durante más minutos. Tome notas sobre lo que está leyendo para que le resulte más fácil recordar. Si le sirve de ayuda, lea en voz alta (discretamente). Trate de memorizar (1) repitiendo en voz alta, (2) leyendo o escribiendo las cosas varias veces o (3) y haciendo representaciones mientras aprende. Fíjese qué técnicas le resultan más útiles. Use otros puntos fuertes que posea, como contactar a posibles investigadores o estar alegre.
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No pierda el sentido del humor cuando cometa un error. Luego vuelva a intentarlo.
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Halle fortaleza mediante una debilidad. A veces, el tener una debilidad nos enseña cosas buenas como compasión, empatía, paciencia, humildad y confianza en el Señor. En ocasiones, una debilidad (como el distraerse con facilidad) esconde una fortaleza (como notar cosas que otras personas pasan por alto). Busque las fortalezas que podría obtener por medio de sus debilidades.
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Si siente celos de las habilidades de otra persona, vuelva su atención a su misión personal. Ponga su energía en cultivar sus fortalezas y aportarlas a la obra. Ésa es su misión. (Véase Predicad Mi Evangelio, págs. 10–11.)