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Lección 16: El arrepentimiento y el perdón


Lección 16

El arrepentimiento y el perdón

Introducción

A fin de ser limpios del pecado, debemos ejercer fe en Jesucristo para arrepentimiento. Cuando nos arrepentimos sinceramente, podemos recibir una remisión de pecados, lo cual trae gozo y paz de conciencia a nuestra alma. Podemos retener la remisión de pecados a lo largo de nuestra vida al guardar fielmente los mandamientos de Dios y al amarnos y servirnos unos a otros.

Lectura preparatoria

Sugerencias para la enseñanza

Alma 34:15–17; 3 Nefi 9:13–14, 19–22

Ejercer fe en Jesucristo para arrepentimiento

Pida a los alumnos que imaginen que se les ha asignado dar un discurso en la reunión sacramental acerca del arrepentimiento. Invite a algunos de ellos a compartir lo que dirían para ayudar a los miembros de la Iglesia a comprender mejor esa doctrina. Después de que respondan, muestre y lea las siguientes palabras del presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia:

Presidente Dieter F. Uchtdorf

“Para arrepentirnos, debemos tener una fe firme en Cristo” (“El punto de retorno seguro”, Liahona, mayo de 2007, pág. 100).

  • ¿Por qué es cierta esa declaración?

Invite a un alumno a leer en voz alta Alma 34:15–17, pasaje que relata las enseñanzas de Amulek a los zoramitas acerca del arrepentimiento. Inste a la clase a seguir la lectura en silencio en busca de lo que Amulek enseñó que se requiere de nosotros para ser perdonados.

  • ¿Qué principio en cuanto a recibir el perdón enseñan esos versículos? (A medida que los alumnos contesten, escriba este principio en la pizarra: Para recibir las misericordiosas bendiciones del perdón, debemos ejercer fe en Jesucristo para arrepentimiento. Señale que la frase “fe para arrepentimiento” se menciona cuatro veces en esos versículos. Esta es una oportunidad para recalcar la técnica para el estudio de las Escrituras que consiste en reconocer la repetición de palabras).

  • ¿Por qué debemos ejercer fe en Jesucristo a fin de arrepentirnos y ser perdonados? (Debemos tener fe en Su sacrificio expiatorio para que dicho sacrificio surta efecto en nuestra vida. Solamente por medio de Su expiación podemos ser perdonados para que nuestro corazón cambie y quede limpio de pecado [véase Mosíah 5:2]).

Para ayudar a los alumnos a comprender mejor cómo venimos al Señor y nos arrepentimos, explique que después de la extensa destrucción en las Américas que dio testimonio de Su crucifixión, el Salvador enseñó al pueblo qué debían hacer para arrepentirse y recibir Su perdón. Invite a los alumnos a estudiar 3 Nefi 9:13–14, 19–22 con un compañero y a buscar las frases que describan lo que dijo el Salvador que debemos hacer para venir a Él y arrepentirnos. Después de darles suficiente tiempo, pida a los alumnos que compartan lo que hayan descubierto.

  • ¿Qué principio enseña el Señor en esos versículos acerca de lo que debemos hacer para arrepentirnos? (Aunque quizá utilicen palabras diferentes, los alumnos deben reconocer el siguiente principio: Si venimos a Cristo con un corazón quebrantado y con un espíritu contrito, Él nos recibirá y nos redimirá de nuestros pecados).

  • ¿De qué manera la invitación del Salvador de “[venid] a mí como un niño pequeñito” (versículo 22) y de “[volveos] a mí” (versículo 13) nos ayuda a comprender mejor lo que significa tener un corazón quebrantado y un espíritu contrito?

  • ¿Qué experiencias pueden llegar a ocasionar que alguien tenga un corazón quebrantado y un espíritu contrito?

Invite a un alumno a leer en voz alta la siguiente declaración del élder Bruce D. Porter, de los Setenta: Considere entregar una copia de la declaración a cada alumno. Inste a la clase a prestar atención a fin de descubrir cómo ofrecemos un corazón quebrantado y un espíritu contrito al arrepentirnos.

Élder Bruce D. Porter

“¿Qué son un corazón quebrantado y un espíritu contrito?… La sumisión perfecta del Salvador al Eterno Padre es el ejemplo ideal de un corazón quebrantado y un espíritu contrito. El ejemplo de Cristo nos enseña que un corazón quebrantado es un atributo eterno y divino. Cuando nuestro corazón está quebrantado, somos plenamente receptivos al Espíritu de Dios y reconocemos nuestra dependencia de Él para todo lo que poseemos y lo que somos. Tal sacrificio implica renunciar al orgullo en todas sus formas. Así como un alfarero experto modela el barro con las manos, el Maestro puede moldear y darle forma con Sus manos a los de corazón quebrantado.

“Un corazón quebrantado y un espíritu contrito son requisitos para el arrepentimiento [véase 2 Nefi 2:6–7]… Cuando pecamos y ansiamos el perdón, tener un corazón quebrantado y un espíritu contrito significa experimentar la ‘… tristeza que… produce arrepentimiento…’ (2 Corintios 7:10). Dicha tristeza sobreviene cuando nuestro deseo de ser limpios del pecado es tan intenso que sentimos dolor en el corazón por el pesar y ansiamos sentirnos en paz con nuestro Padre Celestial. Los que tienen un corazón quebrantado y un espíritu contrito están dispuestos a hacer todo lo que Dios les pida, sin oposición ni resentimiento. Dejamos de hacer las cosas a nuestra manera y aprendemos a hacerlas según la manera de Dios. Al llegar a ese punto de sumisión, la Expiación surte su efecto y tiene lugar el arrepentimiento verdadero” (“Un corazón quebrantado y un espíritu contrito”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 31, 32).

  • Según el élder Porter, ¿qué significa venir a Cristo con un corazón quebrantado y un espíritu contrito?

Invite a los alumnos a meditar qué pueden hacer para ejercer más plenamente su fe en Jesucristo al ofrecerle un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Tal vez desee darles unos minutos para que escriban las impresiones que reciban del Espíritu.

Testifique que el misericordioso don del arrepentimiento que nos da el Salvador está al alcance de cada uno de nosotros. Invite a algunos alumnos a compartir sus sentimientos acerca del sacrificio expiatorio del Salvador y del don del arrepentimiento.

Enós 1:4–8; Mosíah 4:1–3; Alma 19:29–30, 33–36; 36:19–21

El perdón de los pecados trae sentimientos de gozo y paz

  • ¿De qué modo le responderían a alguien que desea saber cómo puede reconocer si ha recibido el perdón por un pecado del pasado?

Invite a los alumnos a escudriñar Enós 1:4–8; Mosíah 4:1–3; y Alma 36:19–21, y a prestar atención a la manera en que uno puede saber que ha recibido la remisión de sus pecados.

  • Según esos versículos, ¿cómo podemos saber que hemos recibido la remisión de nuestros pecados? (Ayude a los alumnos a reconocer el siguiente principio: Cuando nos arrepentimos sinceramente y recibimos la remisión de nuestros pecados, nuestro sentimiento de culpa desaparece, somos llenos del Espíritu del Señor y sentimos gozo y paz. Según lo indique el Espíritu, podría compartir la siguiente declaración del élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Aquellos de ustedes que verdaderamente se han arrepentido, pero no parecen encontrar alivio, sigan guardando los mandamientos; les prometo que el alivio vendrá cuando el Señor lo considere oportuno. El sanar también requiere tiempo” [“Arrepent[íos]… para que yo os sane”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 42]).

Para ilustrar más a fondo ese principio, pida a algunos alumnos que lean en voz alta varios versículos que describen la conversión del rey Lamoni y su pueblo, tal como se relata en Alma 19:29–30, 33–36. Invite a la clase a prestar atención a fin de determinar las bendiciones que recibió el pueblo debido a su arrepentimiento y su fe.

  • ¿Qué bendiciones específicas recibieron el rey Lamoni, su esposa y muchos otros lamanitas debido a su arrepentimiento y su fe? (Tuvieron un cambio de corazón, les ministraron ángeles, se bautizaron, se estableció la Iglesia y el Señor derramó Su Espíritu sobre ellos).

  • ¿En qué ocasión han visto a otras personas recibir algunas de esas mismas bendiciones al arrepentirse y acercarse al Señor?

Para ayudar a los alumnos a sentir la veracidad y la importancia del principio anterior, pida a un alumno que lea el siguiente testimonio del presidente Boyd K. Packer (1924–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles:

Presidente Boyd K. Packer

“Muchos de los que han cometido faltas graves nos escriben cartas, preguntando: ‘¿Podré ser perdonado alguna vez?’.

“La respuesta es ‘¡Sí!’.

“El Evangelio nos enseña que por medio del arrepentimiento se logra el alivio del tormento y la culpa. Salvo unos pocos que luego de haber conocido la plenitud optan por la perdición, no existe hábito, adicción, rebelión, transgresión ni ofensa que esté exenta de la promesa del perdón total.

“‘Venid ahora, dice Jehová, y razonemos juntos: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana’. Eso será, continúa diciendo Isaías, ‘[si] queréis y escucháis’ [Isaías 1:18–19]” (véase “La luminosa mañana del perdón”, Liahona, enero de 1996, pág. 21).

Invite a los alumnos a pensar en ocasiones en que hayan sentido el gozo y la paz de conciencia que acompañan al arrepentimiento completo.

Mosíah 4:11–12, 26

Retener la remisión de nuestros pecados

Pida a un alumno que lea en voz alta Mosíah 4:11–12, 26 e invite a la clase a prestar atención a fin de descubrir lo que el rey Benjamín enseñó acerca de cómo podemos retener la remisión de nuestros pecados.

  • Según esas palabras del rey Benjamín, ¿cómo podemos retener la remisión de nuestros pecados a lo largo de nuestra vida? (Los alumnos deben reconocer el siguiente principio: Si recordamos el amor y la bondad de Dios para con nosotros, permanecemos firmes en la fe y amamos y servimos a los demás, podemos retener la remisión de nuestros pecados).

Para ayudar a los alumnos a comprender más a fondo ese principio, invite a un alumno a leer las siguientes palabras del élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

Élder D. Todd Christofferson

“… El arrepentirse significa esforzarse para cambiar. Sería una burla al sufrimiento del Salvador por nosotros en el Jardín de Getsemaní y en la cruz esperar que Él nos transformase en seres angelicales sin ningún esfuerzo de nuestra parte. Más bien, buscamos Su gracia para complementar y premiar nuestro máximo y diligente esfuerzo (véase 2 Nefi 25:23). Tal vez deberíamos rogar por el tiempo y la oportunidad de trabajar, luchar y superar, del mismo modo que oramos por misericordia. Con seguridad el Señor se complace con aquel que desea presentarse ante el juicio dignamente, quien con resolución trabaja día a día para reemplazar la debilidad con la fortaleza. El verdadero arrepentimiento, el verdadero cambio quizás requiera repetidos esfuerzos, pero hay algo refinador y santo en ello” (véase “El divino don del arrepentimiento”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 39).

  • ¿Qué pensamientos y sentimientos tienen al considerar que el Señor se complace con ustedes cuando se esfuerzan por superar el pecado y las debilidades de la vida terrenal?

Comparta su testimonio de la expiación de Jesucristo. Asegure a los alumnos que a medida que se arrepientan, sentirán gozo y paz de conciencia. Ínstelos a examinar su vida y a ejercer fe en Jesucristo para arrepentimiento.

Material de lectura para el alumno