Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
Introducción


Introducción

La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han establecido la serie Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia con el fin de que sirva a los miembros de la Iglesia para que profundicen su comprensión del Evangelio restaurado y se acerquen más al Señor por medio de las enseñanzas de los profetas de los últimos días. A medida que la Iglesia vaya agregando más tomos a esta serie, usted podrá tener en su hogar una colección de libros de referencia del Evangelio.

Spencer W. Kimball, 12th President of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints.

Spencer W. Kimball

En este libro se presentan las enseñanzas del presidente Spencer W. Kimball, que prestó servicio como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desde el 30 de diciembre de 1973 hasta el 5 de noviembre de 1985.

Estudio personal

Al estudiar las enseñanzas del presidente Spencer W. Kimball, busque la inspiración del Espíritu. Recuerde la promesa de Nefi: “…el que con diligencia busca, hallará; y los misterios de Dios le serán descubiertos por el poder del Espíritu Santo…” (1 Nefi 10:19). Ore al empezar su estudio y continúe con una oración en el corazón mientras lea.

Al final de cada capítulo, encontrará preguntas y referencias de las Escrituras que le ayudarán a entender y a aplicar las enseñanzas del presidente Kimball. Considere la posibilidad de analizarlas antes de leer el capítulo.

Además, mientras estudie, considere también las siguientes pautas:

  • Busque palabras y frases clave. Si encuentra una palabra que no entienda, emplee un diccionario u otros materiales de consulta para comprenderla mejor.

  • Piense sobre el significado de las enseñanzas del presidente Kimball. Si lo desea, marque las palabras o las frases que le conmuevan o le impresionen particularmente.

  • Reflexione sobre las experiencias que haya tenido y que se relacionen con las enseñanzas del presidente Kimball.

  • Medite sobre la forma en la que esas enseñanzas se aplican a usted. Piense en cómo se relacionan con las preocupaciones o dudas que usted pueda tener. Tome una decisión con respecto a lo que hará como resultado de lo que haya aprendido.

Cómo enseñar con este libro

Este libro se puede emplear para enseñar tanto en el hogar como en la Iglesia. Las pautas que siguen a continuación le ayudarán en su tarea:

Concéntrese en las palabras del presidente Kimball y en las Escrituras

El Señor nos ha mandado enseñar “las cosas escritas por los profetas y apóstoles, y lo que el Consolador [nos] enseñe mediante la oración de fe” (D. y C. 52:9).

Su asignación es ayudar a los demás a comprender y a aplicar el Evangelio por medio de las enseñanzas del presidente Kimball y de las Escrituras. No deje de lado este libro ni prepare las lecciones con otros materiales. Dedique una parte considerable de la lección a leer y a analizar las enseñanzas del presidente Kimball, su significado y su aplicación práctica.

Anime a los miembros de la clase a estudiar los capítulos antes de las reuniones dominicales y a llevar consigo el libro a la Iglesia. Si lo leen con anticipación, estarán mejor preparados para tomar parte en la clase y para edificarse unos a otros.

Procure tener la guía del Espíritu Santo

Si ora pidiendo ayuda y se prepara diligentemente, el Espíritu Santo le guiará en sus esfuerzos. Él le ayudará a hacer resaltar las partes de cada capítulo que alienten a los demás a comprender y a aplicar el Evangelio.

Al enseñar, tenga una oración en el corazón para que el poder del Espíritu acompañe sus palabras e inspire los análisis de la clase. Nefi dijo: “…cuando un hombre habla por el poder del Santo Espíritu, el poder del Espíritu Santo lo lleva al corazón de los hijos de los hombres” (2 Nefi 33:1; véase también D. y C. 50:13–22).

Prepárese para enseñar

Los capítulos de este libro se han organizado con el fin de ayudarle cuando se prepare para enseñar. Considere también las siguientes pautas:

  1. Estudie el capítulo. Estúdielo con oración para asegurarse de que comprenda las enseñanzas del presidente Kimball. Si sus palabras ejercen una influencia particular en usted, enseñará con mayor sinceridad y convicción (véase D. y C. 11:21). Mientras lea, tenga presente lo que pueda ser de mayor beneficio para los miembros de la clase. Si lo desea, marque las partes que considere que sean de más ayuda para ellos. Fíjese en los subtítulos de los capítulos, que aparecen en negrilla y que destacan los puntos principales que debe enseñar.

  2. Decida qué partes va a emplear. Cada capítulo contiene más material del que podrá tratar en un período de clase; en lugar de intentar enseñar todo el capítulo, seleccione por medio de la oración las partes que le parezcan más beneficiosas para los miembros de la clase.

  3. Decida cómo iniciará la presentación de la lección. A fin de despertar interés al principio de la lección, podría contar una experiencia personal, pedir a alguien que leyera una historia que aparezca al comienzo del capítulo o mostrar una lámina que aparezca en él; en seguida, podría preguntar: “¿Qué ilustra ese relato (o lámina) sobre el tema de este capítulo?”. Otras posibilidades para dar comienzo a la lección son: la lectura de un pasaje de las Escrituras o de una parte del capítulo, o cantar un himno. También le será de utilidad el hacer saber a los miembros de la clase cuáles serán los puntos principales de la lección.

  4. Decida la forma en que instará la participación en los análisis. A esto debe dedicar la mayor parte del tiempo de la clase. Repase las sugerencias para dirigir análisis edificantes que aparecen en las páginas IX–X de este libro. Si lo desea, podría emplear las preguntas de la sección “Sugerencias para el estudio y la enseñanza”, que están al final de cada capítulo, o preparar algunas usted. Haga preguntas que animen a los miembros de la clase a:

    • Estar atentos a lo que se enseñe. Preguntas de ese tipo ayudan a los participantes a buscar datos concretos de las enseñanzas del presidente Kimball y a familiarizarse con ellos. Por ejemplo, después de referirse a determinada cita, podría preguntar: “¿Cuáles son algunas palabras o frases clave de esta cita?”, o “¿de qué se trata esta cita?”.

    • Pensar en el significado. Preguntas de este tipo ayudan a los participantes a entender mejor las enseñanzas del presidente Kimball. Por ejemplo: “¿Por qué es importante esta enseñanza?”, o “¿qué piensan sobre esta cita?”, o “¿qué significa esta enseñanza para ustedes?”.

    • Contar experiencias. Estas preguntas alientan a los participantes a relacionar lo que haya dicho el presidente Kimball con algo que les sea personal. Por ejemplo: “¿Qué experiencias han tenido que se relacionen con lo que dijo el presidente Kimball?”.

    • Aplicar lo que se enseñe. Estas preguntas ayudan a los participantes a pensar en formas de vivir de acuerdo con las enseñanzas del presidente Kimball. Por ejemplo: “¿Qué nos exhorta a hacer el presidente Kimball? ¿De qué forma podemos aplicar lo que él dijo?”.

  5. Decida cómo dar conclusión a la lección. Si lo desea, puede hacer un breve resumen de la lección o pedir a una o a dos personas que lo hagan. De acuerdo con lo que le inspire el Espíritu, testifique de las enseñanzas que se hayan analizado. Si lo desea, puede pedir a los miembros de la clase que den su testimonio al respecto. Exhórtelos a seguir las impresiones que hayan recibido del Espíritu Santo.

Al prepararse para enseñar, puede buscar ideas en La enseñanza: el llamamiento más importante (36123 002), parte B, capítulos 14, 16, 28 y 29; o Guía para la enseñanza (34595 002).

Cómo dirigir los análisis para que sean edificantes

Las siguientes pautas le servirán para animar y dirigir los análisis para que sean edificantes:

  • Busque la guía del Espíritu Santo. Es posible que Él le inspire a hacer ciertas preguntas o a pedir la colaboración de ciertos miembros de la clase en los análisis.

  • Dirija a los miembros de la clase para que se concentren en las enseñanzas del presidente Kimball. Pídales que lean sus palabras a fin de fomentar el análisis y contestar preguntas. Encamine de nuevo hacia la lección los análisis que empiecen a desviarse del tema o que fomenten la suposición o la contención.

  • Cuando sea apropiado, relate experiencias que se relacionen con las enseñanzas del capítulo.

  • Anime a los miembros de la clase a expresar su opinión, a hacer preguntas y a enseñarse los unos a los otros (véase D. y C. 88:122). Por ejemplo, puede pedirles que comenten en cuanto a lo que otras personas hayan dicho o pedir a varias personas que contesten una pregunta.

  • No se preocupe si hay silencio después de que haya hecho una pregunta; a menudo, los miembros de la clase necesitan tiempo para pensar o para consultar el libro antes de expresar sus ideas, su testimonio o contar experiencias.

  • Escuche atentamente y trate de comprender los comentarios de todos. Déles las gracias por su participación.

  • Si hay una variedad en las ideas que expresen los participantes, considere la posibilidad de anotarlas en la pizarra o de pedir a alguien que lo haga.

  • Piense en las diversas formas en que pueda incluir a los miembros de la clase en el análisis. Por ejemplo, podría pedirles que formaran grupos pequeños para analizar las preguntas o que las analizaran con la persona que esté a su lado.

  • Considere la idea de ponerse en contacto anticipadamente con uno o con dos de los miembros de la clase para pedirles que vayan preparados para contestar alguna de las preguntas que usted piense hacer.

  • No dé fin a un buen análisis sólo por el deseo de enseñar toda la materia que haya preparado. Lo más importante es que los participantes sientan la influencia del Espíritu y que aumente su determinación de vivir de acuerdo con el Evangelio.

Datos sobre las fuentes que se citan en este libro

Las enseñanzas del presidente Kimball que contiene este libro son citas directas recopiladas de diversas fuentes. En ellas se han conservado la puntuación y otros aspectos gramaticales de las fuentes originales, con excepción de cambios editoriales y tipográficos que se hayan hecho para mejorar la lectura. Por esa razón, quizás el lector advierta pequeñas faltas de uniformidad en el texto.

Además, el presidente Kimball empleaba a menudo términos como los hombres, el hombre o la humanidad para referirse a la gente, tanto a hombres como a mujeres; a veces, también utilizaba el género masculino para referirse a ambos sexos. Eso era común en el lenguaje de su época. A pesar de las diferencias que hay entre ese uso de lenguaje y el más moderno, las enseñanzas del presidente Kimball se aplican tanto al hombre como a la mujer.