14 maneras de recuperar tu salud mental y emocional
La autora vive en Idaho, EE. UU.
Cuando te sientes emocionalmente exhausto, hay algunas maneras infalibles de que vuelvas a sentirte al cien por cien.
Definitivamente, en ocasiones la vida puede ser agotadora; pero cuando somos emocionalmente autosuficientes podemos cubrir nuestras necesidades emocionales y hacer frente a los altibajos del día a día. Eso no significa que nunca necesitemos ayuda. Más bien, ser emocionalmente autosuficientes es saber cuándo podemos ocuparnos de las presiones emocionales por nosotros mismos, y cuándo necesitamos pedir ayuda y apoyo a otras personas.
Al aprender a sentir y responder a las emociones de una forma saludable, llegamos a estar en mejores condiciones y a ser más capaces de prestar servicio en el reino de Dios. Algunas de las siguientes ideas pueden ser útiles a medida que procuras llegar a ser emocionalmente autosuficiente.*
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Haz lo fundamental: oración, estudio de las Escrituras, asistencia a la Iglesia y servicio. Céntrate en la gratitud.
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Cuídate físicamente. Asegúrate de comer bien, dormir lo suficiente y hacer ejercicio. Nuestra salud física influye en nuestra salud mental y emocional.
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Escribe un diario. Parte de ser emocionalmente autosuficiente es estar en armonía con tus emociones. Escribir un diario es una buena forma de procesar los sentimientos.
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Habla con sinceridad de tus emociones con tus amigos y familiares. Hablar de tus sentimientos con otra persona es una válvula de escape saludable que puede ayudarte a mantener el equilibrio de tu salud mental y emocional.
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Cuando ores, pide ayuda, en lugar de soluciones. Considera la posibilidad de cambiar frases como: “Padre Celestial, por favor, equilibra mis emociones”, por otras como: “Padre Celestial, por favor, muéstrame lo que debo aprender y hacer por mí mismo para equilibrar mis emociones”.
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Evalúa el equilibrio de tu vida. Fíjate en el tiempo y la energía que le dedicas a la familia, a ti mismo, a prestar servicio, al trabajo y al esparcimiento. Cuando uno de esos aspectos le roba tiempo o energía a otros, comienzas a perder sueño, energía y concentración. Esto significa que es hora de darle al botón de “volver a empezar” y recuperar el equilibrio.
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No dejes las cosas para más tarde. Dejar las cosas para más tarde puede conducir a la depresión. Divide las tareas grandes en partes más pequeñas. Comienza y repite en tu interior: “Lo único que tengo que hacer en este momento es ______”, o, “Haré esto durante unos minutos y después descansaré, si así lo deseo”.
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Visualiza el éxito. Preocuparse puede ser una manera de practicar el fracaso mentalmente. En vez de repasar lo que puede salir mal o preocuparte constantemente por los “y si no…”, practica mentalmente resultados positivos y haz planes para lograrlos. Si las cosas no salen como esperas, trata de verte a ti mismo aprendiendo del contratiempo y siguiendo adelante.
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Céntrate en las cosas que haces bien y evita compararte con otras personas. Las personas que tienen expectativas excesivamente altas tienden a centrarse demasiado en sus debilidades y fracasos. De ese modo, en vez de mejorar, podrían sentirse inútiles. Haz una lista de tus valores, talentos, experiencias y dones, y planea cómo puedes utilizar esas fortalezas de manera creativa esta semana.
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Deja a un lado las cosas que no puedes controlar. El pasado, el albedrío de los demás, el clima, tus limitaciones o el carácter de otras personas están fuera de tu control. Céntrate en las cosas sobre las que puedes hacer algo, como tu conducta, tu parte en una relación, tus decisiones actuales y tu actitud.
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Acepta la realidad de que algunas rutinas son aburridas. No todo en la vida tiene un significado profundo ni es fascinante. Evita el drama, la exageración y el conflicto como métodos para contrarrestar el aburrimiento. Más bien, agradece y disfruta de todo lo bueno que te rodea, y busca maneras de mejorar y prestar servicio.
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No alimentes tu enojo. Es más probable que las personas se enojen cuando deciden ver a los demás como (1) amenazantes, (2) injustos o (3) irrespetuosos. En lugar de eso, trata de encontrar una explicación más caritativa para su comportamiento. Por ejemplo, quizá la persona esté cansada, desinformada, insegura o piense que está siendo útil. Toma la decisión de no alimentar el enojo.
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Resiste la tendencia de culpar o avergonzar a otras personas o a ti mismo. En lugar de eso, trata de entender cuál es el problema, y pide ayuda a la otra persona para solucionarlo, independientemente de quién haya tenido la culpa.
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Escucha al Espíritu, y no los pensamientos negativos. Si tienes pensamientos denigrantes, burlones, iracundos, sarcásticos, críticos u ofensivos, estos no provienen del Señor. No les hagas caso. Canta un himno, recita un pasaje de las Escrituras o haz una oración para invitar que vuelva el Espíritu.