2020
Guiada por el Espíritu incluso antes de saberlo
Enero de 2020


Guiada por el Espíritu incluso antes de saberlo

El Espíritu me había guiado muchas veces antes de aprender lo que realmente era la revelación.

Cuando tenía diecisiete años asistía a una Iglesia protestante que había conocido dos años antes. Ese fue el primer lugar donde aprendí formalmente acerca de Dios y de Jesucristo. Un día, más o menos por aquella época, viajaba en autobús cuando un hombre se sentó a mi lado. Me dijo que acababa de salir de la prisión y que sentía que nunca podría volver a entrar a una iglesia. En ese momento supe que Dios me había enviado allí para que conociera a aquel hombre, y lo alenté diciéndole que debía buscar una iglesia.

Mientras hablábamos, le dije que estaba estudiando para asistir a la Facultad de Psicología; pero, de repente, dije que tal vez estudiaría Periodismo. Él dijo: “¡Pareces una periodista; deberías hacer eso!”. Me pareció raro, porque nunca antes había pensado en ser periodista. La idea pareció haber salido de la nada.

Dos meses después estaba a punto de tomar el examen que me permitiría ir a la universidad para estudiar Psicología. Una noche, me di cuenta de que ya no estaba tan segura de mi decisión, lo cual me sorprendió, porque no me interesaba estudiar otra cosa. Entonces recordé la conversación con aquel hombre del autobús. No sabía nada de las escuelas de Periodismo, pero encontré la página web de una en mi estado. Dio la casualidad de que ese día era el último para matricularme y, sin pensarlo dos veces, aproveché la oportunidad. Para no alargar la historia, acabé estudiando Periodismo.

Descubrir la verdad

En aquel momento no me di cuenta, pero sé que Dios me estaba guiando por medio de la revelación personal para decidir qué estudiar. Tengo la sensación de que siempre he sido bendecida con la percepción de lo que Dios quiere para mí; qué tipo de oportunidades y situaciones pone en mi vida para mostrarme el camino que Él desea que tome.

Cuatro años después conocí la Iglesia y me bauticé, también gracias a la guía del Espíritu Santo y, con el tiempo, aprendí lo que es la revelación personal al leer Doctrina y Convenios. Un día, antes de mi bautismo, estaba leyendo el Libro de Mormón, ya que los misioneros me habían pedido que lo hiciera. De pronto decidí adelantarme por alguna razón y leí 2 Nefi 31, en donde Nefi describe el bautismo de Jesucristo. Aunque todavía no había orado acerca del Libro de Mormón, sentí que el Padre Celestial me estaba intentado enseñar sobre el bautismo. También me llamó la atención el siguiente capítulo, en el que leí que el Espíritu Santo nos puede mostrar todas las cosas que debemos hacer (véase 2 Nefi 32). Aquellas palabras cobraron mucho sentido en mi vida.

De hecho, una cosa que siempre he sabido es que, si me encuentro en la oscuridad, Dios espera que saque algo de luz de todo ello. Cuando aprendí acerca de José Smith, encontré similitudes entre nosotros. Aprendí a buscar a Dios para obtener respuestas. Durante mi niñez, aunque no asistía a ninguna iglesia, siempre oraba, lo cual me inspiraba a arrepentirme, a ser paciente y a tratar de ser amable y cariñosa con todo el mundo.

De alguna manera siempre supe que Dios me estaba escuchando. Cuando finalmente fui a una iglesia a los quince años, aprendí acerca de la Biblia, recordé tantas experiencias de mi pasado y supe que el conocimiento que había recibido al orar provenía de Dios.

Comprender la revelación

En 2 Nefi 32:5, Nefi enseña: “… si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer”. Eso era algo que yo creía haber comprendido hasta que, después de mi bautismo, los misioneros me preguntaron si sabía lo que era la revelación. Yo no sabía el nombre, pero les respondí que creía que era un sentimiento que había tenido muchas veces, como si Dios le hablara a mi mente y respondiera mis preguntas y mis pensamientos. Me dijeron que tenía razón.

Con el conocimiento acerca de la revelación y con el don del Espíritu Santo, tuve nuevos deseos de leer la Biblia, donde comencé a encontrar muchas cosas significativas y me di cuenta de que era porque estaba siendo guiada por el Espíritu. Me encanta leer las cartas de Pablo y ver cómo el Espíritu le enseñaba en sus acciones y en su firme confianza en el Salvador. Esas son las cosas de las que me di cuenta al ser parte de la Iglesia restaurada.

Al final, no importa la edad que tengas, dónde vivas y ni siquiera cuánto conocimiento poseas acerca de las cosas de Dios. Todo lo que necesitas es hacer lo que nos enseña el himno: “A donde me mandes iré, Señor […] y lo que Tú quieras, seré” (Himnos, nro. 175). Vive y comparte las cosas hermosas que el Espíritu pone en tu corazón, porque el Espíritu te mostrará el camino para bendecir a otras personas y recibir bendiciones para ti mismo en esta vida.