“La decisión acerca del baile”, El Amigo, junio de 2023, págs. 10–11.
La decisión acerca del baile
Maddie se sintió mucho mejor al ver bailar a sus compañeros de clase.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Maddie colocó sus zapatos de baile en la bolsa. La clase de baile acababa de terminar y era hora de almorzar. Se encontró con su amiga Ashlynn en la puerta.
“¿Qué te ha parecido la nueva canción?”, preguntó Maddie mientras caminaban hacia el comedor. Su clase iba a bailar al ritmo de una canción nueva en el último espectáculo del año, frente a todas las familias.
“Está bien, supongo”, dijo Ashlynn.
“Algunas de las palabras parecían un poco raras”, dijo Maddie, “no me gusta mucho”.
Maddie pensó que se sentiría avergonzada si sus padres y su hermanita la vieran bailar con música de ese estilo.
Ashlynn se encogió de hombros. “A mi hermano le gusta mucho. La escucha muchas veces”.
“Oh”, Maddie bajó la mirada.
Durante todo el día, la canción sonó en la cabeza de Maddie; no le gustaba cómo la hacía sentir, pero Ashlynn no creía que fuera algo malo. Tal vez estaba bien.
Maddie recordó una lección de la noche de hogar que su familia había tenido sobre la música. Su mamá había dicho que la buena música puede ayudar a las personas a sentir el Espíritu Santo y que la música con malas palabras podría dificultar que sintieran el Espíritu. Tal vez el Espíritu Santo le estaba diciendo que la canción no era buena.
Frunció el ceño. Si la canción no tenía palabras malas, ¿era mala de todos modos?
Cuando Maddie llegó a casa, le habló a su mamá acerca de la canción.
“¿Puedes mirar las palabras y ver qué te parece?”, preguntó Maddie.
Juntas buscaron la letra de la canción en línea y Maddie observó el rostro de su mamá mientras leía.
La mamá frunció el ceño. “Puedo entender por qué no te gusta”, dijo ella. “No tiene palabras malas, pero no creo que sea una buena canción para que la bailen los niños de cuarto grado. Mañana se lo preguntaré a tu maestra de baile”.
Al día siguiente, la mamá habló con su maestra, la señora Slater, en la escuela. A Maddie le preocupaba que la señora Slater se molestara, ¡pero no fue así! Dijo que entendía por qué a mamá no le gustaba la canción, pero que era demasiado tarde para cambiar la música.
“Maddie no tiene que participar en el baile con esta canción”, dijo la señora Slater. “Puede quedarse sentada durante ese baile”.
Sentarse sola le daba miedo y Maddie decidió pedirle a Ashylnn que se sentara con ella. ¡Ashylnn le dijo que sí!
Cuando llegó el día del espectáculo de baile, Maddie se encontró con Ashlynn en el pasillo.
“¡Me alegro de que te vayas a sentar conmigo!”, dijo Maddie con una sonrisa.
Sin embargo, Ashlynn no le devolvió la sonrisa. “Al final no me voy a sentar”, dijo ajustándose la falda. “Voy a bailar con los demás”.
Maddie se sintió mal en su interior, no quería sentarse sola, pero seguía sin sentirse bien con la canción.
Maddie se alineó con los demás y bailó la primera canción. Entonces llegó el momento de la siguiente canción.
El corazón le latía con fuerza e hizo una pequeña oración en su corazón. Luego respiró profundamente, se dirigió a un lado del escenario y se sentó allí.
Una vez afuera del escenario, Maddie se sintió mucho mejor. Vio bailar a sus compañeros de clase y aplaudió cuando terminaron. Sentía felicidad y calidez.
Maddie sonrió. Le dio miedo sentarse sola, pero se sintió bien por haber escuchado al Espíritu Santo.