“Obtener respuestas del Señor”, Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2021, págs. 26–27.
Obtener respuestas del Señor
Estas son tres cosas a tener en cuenta para ayudarte a recibir respuestas a tus oraciones.
¿Alguna vez le has hecho una pregunta a Dios y has sentido que Él no respondía a tu oración? A mí me ha pasado y me resultaba difícil entender el por qué. Sin embargo, eso no significa que Dios no esté escuchando. De hecho, Él escucha y responde todas nuestras oraciones (véase Mateo 7:7–8). A veces, entender Sus respuestas solo requiere tiempo y trabajo.
Estos son tres principios para considerar que te ayudarán a recibir respuestas del Señor y a reconocerlas cuando vengan.
1. No apresures el tiempo de Dios
Si eres como yo, no te gusta esperar la respuesta cuando tienes una pregunta. Me encanta poder recurrir a Google, Siri o Alexa y obtener una respuesta inmediata.
Pero el Señor por lo general no actúa de esa manera. A veces Él espera hasta que estamos listos. Incluso el profeta José Smith a menudo tuvo que esperar la respuesta a sus oraciones. En 1833, muchos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vivían en el condado de Jackson, Misuri, EE. UU. Sin embargo, en noviembre de ese año, el populacho los expulsó del condado. José estaba preocupado, le preguntó al Señor por qué había ocurrido aquello. El Señor no respondió esa pregunta de inmediato, pero consoló a José, diciendo: “Quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios”1. El resto de la respuesta llegó al mes siguiente (véase Doctrina y Convenios 101).
Cuando no se contestan mis oraciones enseguida, me fortalece saber que incluso los profetas a veces tienen que esperar. Si tenemos fe y confiamos en el tiempo del Señor como José, el Señor contestará nuestras oraciones en Su propio tiempo. Y puede que a veces tengamos que esperar mucho.
2. Sigue trabajando
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Al Señor le agrada el esfuerzo; y el esfuerzo brinda galardones”2. Si lo piensas, eso tiene que ver con todo lo que hacemos. El esfuerzo es necesario tanto para fortalecer los músculos como para aprender nuevas habilidades.
El mismo principio se aplica al hecho de recibir respuestas del Señor. Alma, hijo, vio un ángel, pero esa experiencia por sí sola no fue suficiente. Su testimonio de Jesucristo y Su expiación se hizo más fuerte solo después de haber “ayunado y orado muchos días” (Alma 5:46).
Piensa en José Smith y la Primera Visión. José no se levantó una mañana y decidió preguntarle a Dios a qué iglesia unirse. En realidad había estado luchando con esa pregunta durante dos años3. Se había esforzado mucho por encontrar respuestas y, cuando estuvo listo, el Padre Celestial le respondió.
3. Mira de nuevo: puede que ya hayas recibido tu respuesta
Cuando yo era más joven, creía que Dios contestaba las oraciones solo de ciertas maneras. Muchas personas lloran cuando comparten su testimonio y pensaba que si yo no lloraba era porque el Espíritu no me estaba hablando. O que, si no tenía un ardor en el pecho como el Señor se lo había descrito a Oliver Cowdery (véase Doctrina y Convenios 9:8), no estaba sintiendo el Espíritu.
Sin embargo, he aprendido que Dios nos habla a cada uno de nosotros de manera diferente y personal. La clave para mí fue aprender cuál es esa manera. En el Nuevo Testamento, Pablo enseñó cómo el Espíritu puede hacernos sentir: “Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22–23). El Espíritu Santo puede utilizar cualquiera de esos sentimientos para comunicarse con nosotros.
Y las respuestas del Espíritu Santo suelen ser apacibles y sencillas. En ocasiones pueden llegar “rápida y completamente, y todo de una vez” como al encender una luz en un cuarto oscuro, según enseñó el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles. Pero con más frecuencia llegan como un amanecer —un “aumento gradual de la luz”— o como la luz en un día neblinoso. Recibimos suficiente guía para dar unos pocos pasos hacia adelante4. Así que mira de nuevo y asegúrate de que Dios no te haya dado una respuesta que no reconociste porque esperabas otra cosa.
“¿Quiere Dios realmente hablarles?”, ha preguntado el presidente Russell M. Nelson. “¡Sí!”5. Si tenemos paciencia y realizamos el trabajo necesario, recibiremos respuesta a nuestras oraciones. Hasta que esas respuestas lleguen, podemos confiar en el Señor y seguir adelante. El Señor le dijo a José Smith: “Quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios” (Doctrina y Convenios 101:16). Ese consejo puede consolarnos también a nosotros.