“Conéctate”, Para la Fortaleza de la Juventud, julio de 2021, interior de la portada.

Conéctate

Orin S.

17 años, Columbia Británica, Canadá

Mi familia hizo un viaje en barco y no vimos tierra durante tres semanas. Después de la segunda semana, nos azotó una fuerte tormenta. Las velas se rompieron con el viento y las olas se estrellaban contra la cubierta, sumergiendo completamente la proa del barco. Como si eso fuera poco, casi se nos había acabado el agua potable, así que, si sobrevivíamos a la tormenta, todavía nos teníamos que preocupar por eso.

Toda la familia se apretujó en la única parte seca del barco y oramos durante casi una hora. Yo no sabía si sobreviviríamos esa noche, pero sí sabía que, pasara lo que pasara, estaría con mi familia porque estábamos sellados.

Cuando terminamos de orar, vimos que el viento había dejado de soplar y que las olas se habían calmado. Poco después empezó una lluvia torrencial, algo muy poco habitual en esa parte del océano. Utilizamos una lona para llenar los tanques [de agua] y milagrosamente obtuvimos suficiente agua para terminar el viaje.

Esa experiencia me enseñó lo poderosa que puede ser la oración y la manera en que el Padre Celestial se preocupa por nosotros. Cuando recuerdo esa tormenta, sé que el Evangelio es verdadero y real.