Firmes cimientos

Jóvenes Santos de los Últimos Días que edifican su vida sobre la Roca de Jesucristo (véase Helamán 5:12).

Una prueba de carácter

Ilustración por Katie Payne

Eso no era lo que me había comprometido a hacer. Había estado lo suficientemente dispuesto a ayudar a poner una capa de aceite de linaza en la cerca de mi bisabuela para protegerla, pero a medida que avanzaba el día, el sudor me caía por la cara y mi buena disposición se convirtió en fatiga por el calor.

Mi mamá me sugirió que descansara y bebiera algo antes de continuar con el trabajo, pero yo fruncí el ceño, decidido a sentirme desdichado.

“Dallin, la verdadera recompensa por tener una buena actitud no se consigue cuando todo en la vida va muy bien”, me dijo ella. “La verdadera prueba de carácter y la verdadera recompensa se reciben cuando mantienes una buena actitud aunque todo parezca ir muy mal”.

Una semana después, mi abuelo me preguntó si podía dar una capa de aceite de linaza a su cerca. Esa cerca era más extensa y teníamos que dar una capa por los dos lados.

Esa vez tomé la determinación de controlar mi actitud aunque el trabajo se pusiera difícil. Comenzamos temprano, pero, por supuesto, no tardamos en pasar mucho calor bajo el sol. La tarea parecía interminable a medida que cargábamos con aquellos pesados baldes de aceite pegajoso y maloliente, y las zarzas espinosas que había a lo largo de la cerca nos pinchaban las piernas. Sin embargo, al recordar lo que mi mamá había dicho, no me quejé, ni tampoco me rendí. Hice el trabajo con esmero y traté de mantener una buena actitud.

Cuando acabamos, miré la cerca recién terminada y me sentí orgulloso de lo que habíamos hecho. Estaba cansado y sudoroso, pero también sabía que había superado una importante prueba de carácter. Aprendí que podía tener una buena actitud aunque todo pareciera ir muy mal.

Dallin H., Oklahoma, EE. UU.