Uno en Cristo
Extractos
[S]olo en Jesucristo podemos llegar a ser uno en verdad.
Llegar a ser uno en Cristo ocurre en forma individual: cada uno de nosotros comienza por sí mismo. Somos seres duales de carne y espíritu, y a veces estamos en conflicto en nuestro interior […].
Jesús también fue un ser de carne y espíritu. Él fue probado; Él entiende; Él puede ayudarnos a alcanzar la unidad interior […].
“Revest[irse]” “de Cristo” ciertamente incluye hacer de Su “primero y grande mandamiento” [véase Mateo 22:37–38] nuestro primer y mayor compromiso; y si amamos a Dios, guardaremos Sus mandamientos.
La unidad con nuestros hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo aumenta conforme obedecemos el segundo mandamiento, que se conecta inextricablemente con el primero, de amar a los demás como a nosotros mismos […].
Cuando nos “revest[imos]” “de Cristo”, eso hace posible que resolvamos las diferencias, los desacuerdos y las disputas, o bien que los dejemos a un lado […]
La unidad no requiere uniformidad, pero sí requiere armonía. Podemos tener los corazones entrelazados en amor, ser uno en fe y en doctrina, y aun así vitorear a diferentes equipos, discrepar en varios asuntos políticos, debatir sobre las metas y la manera correcta de lograrlas, y muchas otras cosas de ese tipo. No obstante, nunca podemos discrepar ni contender con ira ni desdén unos con otros […].
Repito que es solo en nuestra lealtad individual a Jesucristo y amor por Él, y solo mediante ellos que podemos esperar ser uno: uno en nuestro interior; uno en el hogar; uno en la Iglesia; con el tiempo, uno en Sion; y, sobre todo, uno con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.