El pecado no prevalecerá
“Que obedezcamos las normas que se nos han dado y sigamos este curso hacia la seguridad y la exaltación.”
Mis hermanos y hermanas, por lo general, el presidente Ezra Taft Benson acostumbra dirigirnos la palabra y extendernos una cordial bienvenida en la primera sesión de la conferencia. Lamentamos mucho que hoy no este con nosotros. Él desearía estar aquí, y a nosotros nos gustaría que estuviera, pero debido a su edad avanzada, cada vez le es más difícil salir y presentarse en publico. Tiene noventa y tres años y ya no le resulta fácil hacer lo que solía hacer con tanto vigor y entusiasmo. Su fuerte y vibrante voz nos ha emocionado en el pasado; su elocuencia para enseñar el evangelio y su gran testimonio de esta obra, su tono persuasivo y su poder de convicción, ha motivado a todo el que le haya escuchado. Le extrañamos y rogamos al Señor que le consuele y le bendiga para que goce de felicidad por el resto de su vida.
Su carga se ha hecho aun más pesada con el fallecimiento de su esposa, la hermana Flora Amussen Benson, ocurrido el 14 de agosto pasado. Llevaban casi sesenta y seis años de casados y han sido un ejemplo para toda la Iglesia. Ahora, él siente la terrible soledad que padece el hombre ante la muerte de la abnegada y buena esposa, la madre de sus hijos, su gran apoyo y consuelo.
Lo recordamos con compasión y amor, y oramos por él, para que el Señor le consuele, le sostenga y le conceda contentamiento mientras este con nosotros, como Profeta de Dios.
Él nos ha pedido que sigamos adelante con la conferencia, y lo hacemos con su estimulo y con una oración en el corazón de que el Señor nos bendiga -a todos los discursantes- a fin de que Su Espíritu se derrame abundantemente entre los santos que estarán reunidos en diversos lugares y bajo distintas circunstancias.
A modo de recordar la grandeza del poder de expresión de nuestro profeta, y como una reafirmación para cada uno de nosotros, al iniciarse esta conferencia quisiera citar uno o dos párrafos de lo que él nos ha dicho en el pasado. Los siguientes son dignos de repetir:
“Esta es la ultima y la gran dispensación en la que se cumplirán los propósitos de Dios, la única dispensación en la que el Señor ha prometido que el pecado no prevalecerá. La Iglesia no será quitada de la tierra otra vez, sino que esta aquí para permanecer. El Señor lo ha prometido y los miembros son parte de esa Iglesia y Reino; son el núcleo alrededor del cual se edificara el gran Reino de Dios sobre la tierra. El reino de los cielos y el Reino de Dios en la tierra se unirán con la venida de Cristo; ese momento no esta muy distante. Cómo desearía que captáramos la visión de esta obra y su naturaleza, y nos diéramos cuenta de cuan cerca estamos de ese gran acontecimiento. Estoy seguro de que tomaríamos las cosas con mas seriedad si percibiéramos mas claramente lo que nos espera” (Teachings of Ezra Taft Benson, Salt Lake City: Bookcraft, 1988, pág. 19)
“Que Dios nos bendiga a todos para que andemos en la senda que nuestro Padre Celestial nos ha indicado y para que sigamos a nuestro ejemplo más grande: el Señor Jesucristo. Que lo hagamos, a pesar de lo que el mundo diga o haga, que nos aferremos a la barra de hierro, que seamos fieles a nuestra fe, que obedezcamos las normas que se nos han dado y sigamos este curso hacia la seguridad y la exaltación (véase 1 Nefi 8: 19). La puerta esta abierta. El plan esta aquí en la tierra; es el plan del Señor. Tenemos la autoridad y el poder. Ahora todo depende de nosotros. (The Teachings of Ezra Taft Benson, pág. 26).
Estas han sido declaraciones del hombre que es hoy el Profeta del Señor y nuestro Presidente. Somos portadores de su amor, su saludo afectuoso y sus bendiciones. Y le expresamos a el nuestro amor y nuestra lealtad, con una oración en el corazón para que el Dios de los cielos lo bendiga, lo consuele, lo sostenga y le dé gozo y contentamiento. Lo ruego, al expresar mi testimonio de que él es el Profeta a quien el Señor ha capacitado, disciplinado y sostenido durante todos estos años para que hable como un Profeta a las naciones y a nosotros como nuestro líder, en el nombre de Jesucristo. Amén.