Un testimonio del Libro de Mormón
“Cuando lean el Libro de Mormón, concéntrense en la figura principal del libro que es —desde el primero hasta el último capítulo—: el Señor Jesucristo”.
Poco después de mi llamamiento a ser uno de los Doce Apóstoles, me pidieron que fuera a la oficina del Presidente de nuestro Quórum el presidente Ezra Taft Benson. Él me expresó su profunda preocupación porque los miembros de la Iglesia no apreciaban en toda su magnitud el valor del Libro de Mormón. Con emoción en la voz, me leyó un pasaje de la sección 84 de Doctrina y Convenios:
“Y en ocasiones pasadas vuestras mentes se han ofuscado a causa de la incredulidad, y por haber tratado ligeramente las cosas que habéis recibido,
“esta incredulidad y vanidad han traído la condenación sobre toda la iglesia”1.
Para entonces, el presidente Benson había captado toda mi atención. En seguida, concluyó con su admonición:
“y permanecerán bajo esta condenación hasta que se arrepientan y recuerden el nuevo convenio, a saber, el Libro de Mormón…”2.
Nunca olvidaré esa lección. Desde entonces, el presidente Howard W. Hunter, el presidente Gordon B. Hinckley y muchos otros líderes de la Iglesia han continuado proclamando el Libro de Mormón a la gente de todo el mundo.
Quisiera añadir mi testimonio de la divinidad de este libro. Lo he leído muchas veces. También he leído mucho de lo que se ha escrito acerca de él. Hay escritores que se han concentrado en sus relatos, en su gente o en las breves descripciones de la historia. Otros se han interesado en su estructura lingüística o en lo que se dice de las armas, la geografía, la vida animal, las técnicas de construcción o los sistemas de pesos y medidas.
Por interesantes que sean esos temas, el estudio del Libro de Mormón es más satisfactorio cuando el lector se concentra en el objetivo principal del libro, que es testificar de Jesucristo. En comparación, todos los otros asuntos son secundarios.
Cuando lean el Libro de Mormón, concéntrense en la figura principal del libro que es —desde el primero hasta el último capítulo—: el Señor Jesucristo, el Hijo del Dios Viviente3. Y busquen el segundo tema corroborativo, que es: Dios guardará Sus convenios con el resto de la casa de Israel4.
El Libro de Mormón es un componente importantísimo de ese convenio5. Es Escritura santa que comprende escritos sagrados de las planchas menores y de las planchas mayores de Nefi, de las planchas de Mormón, de las planchas de Éter y de las planchas de bronce que contenían “los cinco libros de Moisés… la historia de los judíos… [y] las profecías de los santos profetas”6.
Cuando Mormón compendió esos registros, indicó que no se podía escribir “ni la centésima parte” de los actos del pueblo7. Así vemos que los aspectos históricos del libro adoptan una importancia secundaria.
La Santa Biblia consta de 66 libros individuales; el Libro de Mormón contiene 15. El Primer Libro de Nefi —escrito unos seis siglos antes del nacimiento de Jesucristo— deja constancia de que el profeta Lehi8 recibió una visión del árbol de la vida9. Su hijo Nefi oró para llegar a saber lo que significaba; y en respuesta, se le manifestó una visión notable en la cual vio a una virgen llevando a un Niño en los brazos; vio al Redentor del mundo, Su ministerio terrenal y Su crucifixión. Vio a otros doce que seguían al Santo. Y previo la oposición continua a la obra de Dios y de Sus Apóstoles10.
Otros grandes profetas del Libro de Mormón —cada uno a su modo— testificaron de la divinidad del Señor Jesucristo. Entre ellos se encuentran el hermano de Jared11, Zenoc, Neum y Zenós12. Los testimonios de Jesucristo que son anteriores a Su nacimiento en Belén también se registraron, tal como el del rey Benjamín, el de Abinadí, el del padre de Alma, el de Alma, hijo, el de Amulek, el de los hijos de Mosíah, el del capitán Moroni, el de los hermanos Nefi y Lehi, y el de Samuel el lamanita13. En una secuencia al parecer interminable de proclamaciones proféticas —el testimonio de “todos los santos profetas”14 de “muchos miles de años antes de su venida”15—, el Libro de Mormón hace la solemne declaración de que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor.
Los Escritores
La mayoría de los libros que contienen las bibliotecas del mundo se han escrito para los lectores de su época respectiva, y, en general se han escrito por ganancia, por las utilidades de los derechos de autor adquiridas por las buenas ventas.
Pero no ha sido así con el Libro de Mormón, que fue escrito en la antigüedad para nuestra época. El libro revela la autoridad y el poder infinitos de Jesucristo en relatos de dos dispensaciones americanas antiguas16: conservados para el beneficio de nosotros los que vivimos en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Desde luego, sus escritores no percibieron ganancias. En realidad, pagaron muy caro el privilegio de su participación. ¿Qué los motivó? ¡Su devoción a Dios! Los cuatro escritores principales del libro —Nefi, Jacob, Mormón y Moroni17 —, todos ellos fueron testigos presenciales del Señor, al igual que su traductor martirizado, el profeta José Smith.
El Contenido
Los escritos de ellos se centraron en el Señor, en Su misión y en Su ministerio. Jacob, por ejemplo, menciona reiteradamente la expiación y la resurrección de Cristo, “…amados hermanos”, escribió Jacob, “reconciliaos con [Dios] por medio de la expiación de Cristo, su Unigénito Hijo, y podréis obtener la resurrección… y ser presentados como las primicias de Cristo a Dios…
“Y ahora bien… ¿por qué no hablar de la expiación de Cristo, y lograr un perfecto conocimiento de él, así como el conocimiento de una resurrección y del mundo venidero?18”
El consejo de Jacob es invalorable y eterno.
El Salvador manifestó que el Libro de Mormón contiene “la plenitud de [Su] evangelio eterno”19. ¿Cómo definió Él el Evangelio? El Señor resucitado enseñó: “…éste es el evangelio que os he dado: que vine al mundo a cumplir la voluntad de mi Padre, porque mi Padre me envió”20.
En seguida, amplió Su definición al decir: “Y mi Padre me envió para que fuese levantado sobre la cruz; y que después de ser levantado sobre la cruz, pudiese atraer a mí mismo a todos los hombres”21.
Esta exclusiva misión mortal del Señor —el Evangelio, como Él lo definió— la conocemos como la Expiación. Por lo tanto, la plenitud del Evangelio implica una comprensión más amplia de la Expiación22. Esto no se obtiene de la Biblia únicamente. La palabra expiación [“atonement” en inglés] (en cualquiera de sus formas) se menciona sólo una vez en la Versión del Rey Santiago del Nuevo Testamento en inglés23, ¡En el Libro de Mormón aparece 35 veces!24 Además, el Libro de Mormón contiene más referencias a la Resurrección que la Biblia25.
El Salvador se refirió al Libro de Mormón como a Su “nuevo convenio” con la casa de Israel26. Es una señal tangible del convenio culminante de Cristo con el género humano227. Las enseñanzas divinas que contiene este libro, como un tercer testamento, aclaran la doctrina y unifican el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Tanto los convenios de las Escrituras28 como los testamentos29 y los testigos30, todos ellos, desde el principio del tiempo, están relacionados con la expiación de Jesucristo, que es el acto central de toda la historia humana.
El Libro de Mormón es el texto religioso más importante que ha revelado Dios al hombre “desde que se compilaron los escritos del Nuevo Testamento hace casi dos milenios”31. José Smith dijo que el Libro de Mormón es “el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión”32. Es el único libro del cual el Señor mismo ha testificado que es verdadero33.
El acontecimiento de mayor trascendencia que se encuentra registrado en el Libro de Mormón es el ministerio personal del Señor Jesucristo entre los que habitaban la antigua América. A ellos el Señor les hizo este revelador anuncio:
“He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo creé los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay. Era con el Padre desde el principio…
“…las Escrituras concernientes a mi venida se han cumplido…
“Yo soy la luz y la vida del mundo…
“…Y al que venga a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, lo bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo…
“…he venido al mundo para traer redención al mundo, para salvar al mundo del pecado.
“Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios… he dado mi vida, y la he vuelto a tomar; así pues, arrepentíos y venid a mí… y sed salvos”34.
Después de esa excelsa introducción, el Maestro confirmó Su identidad al invitar a los de la multitud a meter las manos en Su costado y a palpar las marcas de los clavos en Sus manos y en Sus pies. Entonces supieron que el mismo Dios de Israel estaba en presencia de ellos: El que había sido muerto por los pecados del mundo35.
Él enseñó a los del pueblo; les enseñó a orar, a arrepentirse, a ser bautizados, a participar de la Santa Cena, a saber de Su doctrina, a comprender la importancia de las ordenanzas y de los convenios sagrados y a perseverar hasta el fin36.
El Libro de Mormón es una dádiva de Dios para toda la humanidad, y Él “ha mandado a su pueblo que persuada a todos los hombres a que se arrepientan”37. Él invita a todos “a que vengan a él y participen de su bondad”, y Él no desecha “a nadie de los que a él vienen… sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres…”38
La Traducción
Esta llamada a todas las personas lleva aparejados muchos idiomas y el trabajo de traductores entendidos. La Versión del Rey Santiago de la Biblia en inglés, por ejemplo, fue el producto de 50 eruditos ingleses que realizaron su trabajo en siete años, traduciendo a razón de una página al día39. En la actualidad, traductores expertos se dan por satisfechos si también pueden traducir las Escrituras a razón de una página al día.
En comparación, José Smith tradujo el Libro de Mormón a razón de diez páginas al día, y terminó el trabajo ¡en 85 días!40 (Muchos de nosotros nos sentimos contentos si podemos leer el libro en ese margen de tiempo.)
Un ritmo de trabajo así es aún más extraordinario si se tienen en cuenta las circunstancias en las que el Profeta trabajó. Durante ese mismo espacio de tiempo, mientras enfrentaba constantes distracciones y una incesante hostilidad, José Smith se trasladó de Harmony, Pennsylvania, a Fayette, Nueva York, a unos 160 kilómetros de distancia41. Solicitó los derechos de autor42. Recibió las revelaciones que comprenden 12 secciones de Doctrina y Convenios43. Seres celestiales restauraron el santo sacerdocio. No obstante, él terminó la traducción en menos de tres meses.
La Primera Presidencia ha brindado a los Doce Apóstoles la oportunidad de ver partes del manuscrito original del Libro de Mormón y también del manuscrito del impresor. No es posible describir con palabras la profunda emoción que sentimos al examinar esos valiosísimos documentos y advertir que casi no hay correcciones editoriales en ellos.
Testimonio Personal y Bendiciones
Toda persona que estudie con espíritu de oración el Libro de Mormón también podrá recibir un testimonio de su divinidad44. Además, este libro servirá de ayuda en lo que respecta a los problemas personales y lo hará de una manera muy real. ¿Desean librarse de un mal hábito? ¿Desean mejorar las relaciones personales de su familia? ¿Desean aumentar su capacidad espiritual? ¡Lean el Libro de Mormón! Éste los acercará más al Señor Jesucristo y a Su amoroso poder45. El que alimentó a la multitud con cinco panes y dos peces46 —el que hizo ver a los ciegos y andar a los cojos47 — ¡también puede bendecirlos a ustedes! Él ha prometido que los que vivan de acuerdo con los preceptos de este libro “recibirán una corona de vida eterna”48
¡El Libro de Mormón es verdadero! De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.