Dios ama a todos Sus hijos
Jesucristo siempre nos está llamando y se vale de nosotros, Sus siervos comunes y corrientes, para ayudar a llevar a Sus hijos a Él.
¿Qué desea de ustedes el Padre Celestial? ¿Entienden que cuando estuvieron en su existencia premortal el Padre Celestial los estuvo preparando para su vida en la tierra? Al dirigirse a los jóvenes, el presidente Russell M. Nelson enseñó que “nuestro Padre Celestial ha reservado a muchos de Sus espíritus más nobles —quizás […] Su mejor equipo— para esta fase final”. Dado que hemos sido reservados para estos últimos días, es crucial que aprendamos a ser discípulos de Jesucristo.
El Señor Jesucristo es el Buen Pastor; Él conoce a Su redil y el redil conoce a su Pastor, porque “a sus ovejas llama por nombre”. Él siempre nos llama y se vale de nosotros, Sus siervos comunes y corrientes, para ayudar a llevar a Sus hijos a Él.
Hace algún tiempo, un presidente de estaca y yo fuimos a visitar a miembros de la Iglesia a un vecindario cercano. Después de terminar las visitas programadas, el presidente de estaca me preguntó si podíamos ir a visitar a una familia más. Él sintió la impresión de que debíamos hablar con ellos.
Tocamos la puerta y una hermana la abrió. Ella me miró, pero no me conocía, así que no fue muy expresiva. Señalé con la mano al presidente de estaca, quien la saludó por su nombre. Tan pronto como ella lo oyó y vio, se llenó de gozo. Allí, parados, en la puerta, ambos se abrazaron y lloraron juntos. Esto marcó el sentimiento de la visita. No sabíamos que la hermana había recibido una sesión de quimioterapia el día anterior y ella se sentía muy débil para cuidar de su hijo adulto. Así que, ayudé al presidente de estaca a vestir al hijo y lo pusimos en una silla de ruedas. Le dimos de comer la comida que otra dulce hermana del barrio había llevado anteriormente y la ayudamos con otras cosas. Antes de salir de la casa, pudimos bendecirlos.
Durante la visita, mi mente no dejaba de pensar en que Jesucristo los ama profundamente. Él los entiende de manera personal y conoce el dolor de su situación personal. Casi toda la visita se desarrolló en silencio. En esta ocasión no dimos un sermón ni compartimos nuestro pasaje favorito de las Escrituras, pero el Señor nos bendijo abundantemente con Su espíritu.
Una de las grandes razones por las que su Padre Celestial los ha enviado aquí en este tiempo es para que puedan alcanzar todo su potencial. Predicad Mi Evangelio nos enseña que, como discípulos de Cristo, debemos evitar compararnos unos con otros. Sus habilidades espirituales son únicas, personales e innatas, y su Padre Celestial desea ayudarlos a desarrollarlas. Siempre habrá alguien a quien puedan ayudar a sentir el amor de su Padre Celestial. El potencial de ustedes es divino. Aunque, sin duda, es importante que se preparen para tener éxito en este mundo tan competitivo, una de las misiones cruciales de toda su vida es llegar a ser discípulos de Jesucristo y seguir las impresiones del Espíritu. Al hacerlo, Dios bendecirá su vida; Él bendecirá su familia actual o futura y bendecirá la vida de aquellos de Sus hijos con los que se encuentren.
Vivimos en una época de grandes oportunidades. Si bien afrontamos muchas dificultades, sé que están ahí en parte para permitirnos ayudar a otros a sentir el amor de nuestro Padre Celestial. El presidente Nelson enseñó: “En los días venideros veremos las mayores manifestaciones del poder del Salvador que el mundo jamás haya visto”. Tenemos el privilegio de cuidar a personas que necesitan una mano que las ayude, un abrazo de consuelo o que simplemente estemos con ellas en silencio. Si podemos contribuir a aliviar sus cargas, aunque sea por un momento, entonces podremos ver las grandes manifestaciones del poder del Salvador en sus vidas.
Como discípulos de Jesucristo, los Santos de los Últimos Días pueden marcar una diferencia positiva en el mundo. Podemos brindar un sentido de gozo que se refleja en nuestro rostro— un gozo que compartimos con palabras de amor y actos de bondad. Seamos buenos vecinos, buenos empleadores, buenos trabajadores. Esforcémonos por ser buenos cristianos en todo momento.
El Señor ha restaurado Su Evangelio con las ordenanzas necesarias de forma tal que los hijos del Padre Celestial puedan tener todas las promesas que nos vinculan a Él. Al ayudar a nuestras hermanas y hermanos en sus dificultades diarias, recordemos también ayudarlos a hacer y guardar estas promesas sagradas que han hecho a su Padre Celestial para que Él, a cambio, pueda prometerles las más ricas bendiciones para esta vida y la eternidad. Estas promesas son posibles solamente a través de la restauración del Evangelio de Jesucristo y las llaves de Su sacerdocio.
En otras palabras, podemos ayudar a otros a permanecer en la senda de los convenios. Algunos de nosotros nos desviamos de la senda de vez en cuando; por ello debemos recordar que, para nuestro Padre Celestial, siempre tenemos la posibilidad de regresar. Aún si no seguimos el curso más perfecto, el Salvador siempre nos recuerda que “cuantas veces [nos] arrep[intamos] y p[idamos] perdón, con verdadera intención, se[remos] perdona[dos]”.
Una de las artimañas del adversario en la actualidad es hacernos pensar y creer que no hay forma de que podamos cambiar o que no hay esperanza. Esta forma destructiva de pensar hace que muchos de nosotros dejemos de intentarlo. Y es en ese momento cuando nuestro amor, nuestras palabras de ánimo y apoyo, nuestro tiempo y nuestra ayuda pueden dar a alguien suficiente esperanza para intentarlo una vez más.
Quizá piensen: “Sí, pero ¿quién me ministra a mí?”. Al ir y bendecir las vidas de nuestros hermanos y hermanas, obtendremos testimonios que llenarán nuestra vida de fe en el Señor Jesucristo. Estos testimonios nos revitalizarán de forma que queramos intentarlo una vez más. El Santo Espíritu nos revivirá y nos ayudará con testimonios renovados a continuar lidiando con nuestras propias dificultades y pruebas personales. Cada vez que buscamos bendecir las vidas de otros, el Señor tiene aún más misericordia de nosotros; Él nos fortalece y nos ayuda en la vida.
Por favor, recuerden que el Señor Jesucristo es su Salvador y los entiende personalmente. Él sabe lo que representa cumplir un llamamiento y dejar otras cosas atrás para ayudar a los hijos de Dios. Él tiene el poder de bendecirlos en todas las cosas, si ustedes creen en Él y no dudan.
Mis queridos hermanos y hermanas, afirmo que, en aquel día en el que un líder del sacerdocio tuvo la impresión de que fuéramos a visitar a una madre y a su hijo que no teníamos en la agenda, Dios sabía que ellos nos necesitaban; y, al final, yo fui la persona que fue ministrada. Aquel día recibí una de las lecciones más grandes del amor del Salvador por nosotros.
Testifico que Jesucristo es el Salvador del mundo, que vive, que vivió y murió por ustedes y por mí, que resucitó por ustedes y por mí de forma que podamos aspirar a reuniones celestiales llenas de gozo con aquellos que ya están al otro lado del velo. Sé que Él los comprende a ustedes y a mí de manera perfecta. Él entiende cada uno de nuestros momentos difíciles, y tiene el poder de ayudarnos en esos momentos en los que nos sentimos más vulnerables. Sé que el Señor Jesucristo y nuestro Padre Celestial se aparecieron a José Smith para restaurar el Evangelio en estos tiempos. Sé que nuestro querido profeta, el presidente Russell M. Nelson, es un profeta del Señor, y testifico de esto en el nombre de Jesucristo. Amén.