Solo un maestro
Guðmundur Guðmundsson, un islandés que se convirtió cuando trabajaba como orfebre en Dinamarca, regresó a Islandia en 1851 para servir como misionero con otro converso, Þórarinn Hafliðason. A pesar de las advertencias públicas de evitar a los dos misioneros, convirtieron a algunos islandeses en las Islas Vestman, un grupo de islas situadas en la costa suroeste de Islandia. Entre esos conversos estaba Loftur Jónsson, que era secretario parroquial y miembro del Parlamento.
Loftur fue expulsado inmediatamente del Parlamento. Los misioneros fueron llevados ante un tribunal y se les prohibió predicar en público, y Guðmundur fue expulsado de las islas y se le prohibió regresar. Debido a la tenaz oposición de su esposa, que se sumó a la prohibición legal, Þórarinn abandonó la obra misional. Unos meses después, Þórarinn estaba pescando en un pequeño barco cuando se desencadenó una terrible tormenta, que hundió el barco y se cobró la vida de todos los que iban a bordo.
Guðmundur, quien había sido ordenado maestro, quedó con veinticuatro investigadores que deseaban ser bautizados, pero sin autoridad para realizar la ordenanza. Audazmente regresó a las islas y, durante dos años, hasta que el presidente de misión pudo mandar ayuda, perseveró en predicar en forma privada a pesar de la continua hostilidad. “A menudo me reprendían, me escupían y se burlaban de mí”, recordaba, “pero estaba lleno del amor de Dios y me preocupaba toda la familia humana”.
Finalmente llegó un presidente de distrito que ordenó élder a Guðmundur en una reunión secreta que tuvo lugar en el campo. Luego apartó a Guðmundur como presidente de una rama de seis miembros. Guðmundur permaneció en esa función hasta que partió a servir en una misión en Dinamarca en 1854. Loftur Jónsson sucedió a Guðmundur como presidente de rama hasta que emigró a Utah junto con los demás conversos. En 1858, la obra misional en Islandia fue suspendida debido a una prohibición legal contra la obra misional.