El derecho de creer y de casarse
Cuando el presidente de rama Loftur Jónsson casó a Magnús Kristjánsson y Þuríður Sigurðardóttir en la primavera de 1874, estos no sabían que su matrimonio era ilegal. De acuerdo con la legislación islandesa, solo los oficiales de la Iglesia luterana podían celebrar casamientos. El ministro luterano local se negó a registrar el casamiento, se denunció a la pareja al juez y se los amenazó con una separación forzosa.
Un año más tarde, Dinamarca otorgó a Islandia su propia constitución, lo cual permitió una mayor libertad religiosa. Sin embargo, el matrimonio impugnado provocó un debate en Islandia. Localmente, el gobernador del distrito consideró “escandalosa” la cohabitación de la pareja. Valientemente, Magnús se negó a divorciarse de Þuríður, declarando que él era “un ciudadano islandés respetuoso de la ley”, porque había tomado la iniciativa de registrar el casamiento. Además, apeló ante el gobernador, asegurando que se habían vulnerado sus derechos constitucionales.
Finalmente, se promulgó un decreto real que declaraba que un juez de un condado podía celebrar un matrimonio civil y que un pastor luterano debía registrarlo. Por tanto, el 30 de marzo de 1876 se celebró el primer matrimonio civil en Islandia, cuando Magnús y Þuríður finalmente se casaron de manera oficial. Felices y fieles en la Iglesia, atesoraron su certificado de matrimonio de 1876 durante el resto de su matrimonio, que duró treinta y cuatro años.