Historia de la Iglesia
“Ningún miembro de la Iglesia morirá”


“‘Ningún miembro de la Iglesia morirá’”, Historias mundiales: Tonga, 2018

“‘Ningún miembro de la Iglesia morirá’”, Historias mundiales: Tonga

“Ningún miembro de la Iglesia morirá”

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, los pocos misioneros extranjeros que había en Tonga fueron evacuados y se llamó a miembros locales para que los reemplazaran. Se llamó a la familia de Muli y Le‘o Kinikini, formada por diez personas de la isla de ‘Uiha, a servir en una misión en Vava‘u, donde Muli sería el presidente de la Rama Kōloa. Después de vender todo lo que tenían, recaudaron el dinero para viajar a Vava‘u. A Muli le resultó bastante fría la recepción de los miembros de Kōloa.

Uno de sus primeros deberes fue dirigir el funeral de una anciana, Vika Fatafehi. Mientras estaba preparándose para visitar a la familia, el Espíritu le susurró: “Ve y restaura la vida a Vika”. Vestido con sus mejores ropas, la bendijo y, para asombro de los presentes, Vika revivió. Al día siguiente, algunas personas instaron a los que se habían reunido para el funeral a no irse a casa, ya que Vika pronto moriría de todos modos. Por medio de la inspiración, Muli respondió: “Por favor, discúlpenme, honorables jefes… Vika no morirá. Es más, mientras yo sirva en este pueblo como presidente de rama, ningún miembro de la Iglesia morirá, ni siquiera Vika”. Vika vivió y, bajo el liderazgo de Muli, la rama prosperó e incluso ganó una competencia de baile y coro en una conferencia de distrito.

Dos años más tarde, Muli y su familia fueron llamados a otra isla, ‘Otea, que solo tenía dos miembros activos. Gracias a una serie de curaciones milagrosas y la interpretación del sueño de un jefe, Muli ayudó a que creciera la rama. En un momento dado se les pidió que presentaran un lakalaka (una canción y danza grupal) en una celebración en honor del príncipe heredero. Ese lakalaka fue compuesto y producido por Muli, quien más tarde compuso el lakalaka sobre José Smith, que se interpretó en la dedicación del Colegio Liahona (más adelante, la Escuela Secundaria Liahona) y del Centro Cultural Polinesio. Aunque le había entristecido ver a los misioneros salir de Tonga en 1940, Muli reconoció que “fue una bendición encubierta. Después de que partieran, tuvimos que confiar en nosotros mismos en los asuntos espirituales”.