Historia de la Iglesia
“Un templo en estas islas”


“‘Un templo en estas islas’”, Historias mundiales: Tonga, 2018

“‘Un templo en estas islas’”, Historias mundiales: Tonga

“Un templo en estas islas”

En 1955, el Presidente de la Iglesia, David O. McKay, visitó Tonga cuando iba de camino a Nueva Zelanda para asistir a la ceremonia de la palada inicial del Templo de Hamilton, Nueva Zelanda. “Anoche, en una visión”, dijo McKay en una reunión en Vava‘u, “vi un templo en estas islas”.

Las palabras proféticas de McKay se extendieron por todas las islas e inspiraron el deseo de los miembros de poder hacer convenios en el templo. Cuando se dedicó el Templo de Hamilton, Nueva Zelanda, en 1958, muchos santos tonganos anhelaban asistir, pero el viaje de unos 2090 km (1300 millas) estaba fuera del alcance de la mayoría.

La oportunidad de que Vili y Lu‘isa Kongaika viajaran al templo surgió en diciembre de 1958. Como no podían pagar para que sus hijos fueran con ellos, decidieron esperar hasta que toda la familia pudiera ir junta. “Cuando vayamos”, declaró Vili, “iremos todos”.

“Pusimos en venta todo lo que poseíamos, ya fuera grande o pequeño”, dijo Lu‘isa. “Nuestra casa de madera, nuestra pequeña cocina y todo lo que contenían”. Cuando no pudieron vender toda su casa, empezaron a vender el techo, la estufa y los demás muebles. Después de vender todo lo que tenían, incluso la bicicleta de Vili y la máquina de coser de Lu‘isa, por fin tuvieron suficiente para hacer el viaje en familia.

“La experiencia en el templo fue maravillosa para nuestra familia”, recordó Lu‘isa, “pero cuando finalmente volvimos a Ha‘apai estábamos en la miseria”. La familia encontró lugares donde dormir con familiares y amigos hasta que pudo construir una pequeña fale Tonga (una cabaña tongana).

Dos años más tarde, un devastador huracán arrasó las islas, destruyó casas y devastó Ha‘apai. Más adelante, Vili diría esto acerca de la decisión de vender todas sus posesiones: “Fue el Señor quien me impulsó a deshacerme de mis bienes por una causa santa, porque de todas formas me los iba a quitar en el huracán. Volví del templo siendo un hombre pobre en lo que respecta a los bienes mundanos, pero después del huracán, todas las demás personas eran tan pobres como nosotros. La diferencia entre ellos y nosotros era que nos habíamos sellado como familia eterna en el Santo Templo de Dios”.

La profecía del presidente McKay se cumplió en 1983, cuando se dedicó el Templo de Nuku‘alofa, Tonga.