“Tras mucha tribulación”, capítulo 12 de Santos: La historia de La Iglesia de Jesucristo en los Últimos Días, tomo I, El estandarte de la verdad, 1815 – 1846, 2018
Capítulo 12: “Tras mucha tribulación”
Capítulo 12
Tras mucha tribulación
En la primavera de 1831, Emily Partridge, de siete años, vivía en un pueblo al noreste de Kirtland junto con sus padres, Edward y Lydia, y cuatro hermanas. Tenían una linda casa de madera con una habitación grande y dos dormitorios en la planta baja. Arriba había un dormitorio, otra habitación grande y un ropero donde guardaban la ropa. En el sótano había una cocina y una bodega para vegetales, tan oscura que asustaba a Emily.
Afuera, el gran patio de los Partridge le brindaba a Emily un lugar para jugar y explorar. Tenían un jardín de flores y árboles frutales, un granero y un terreno en donde su padre planeaba construir una casa aún más bonita algún día. La tienda de sombreros de su padre también estaba cerca. Debajo del mostrador de la tienda, ella siempre podía encontrar cintas de colores vivos y otros tesoros. Todo el edificio estaba lleno de herramientas y máquinas que su padre utilizaba para teñir telas y pieles y darles forma para convertirlas en sombreros para sus clientes1.
Ahora que su padre era obispo de la Iglesia, ya no pasaba mucho tiempo haciendo sombreros. Él tenía que ayudar a establecerse en casas y a encontrar trabajo a los santos que se congregaban en Ohio desde Nueva York. Entre los recién llegados se encontraban la familia Knight y su rama de la Iglesia proveniente de Colesville. Sabiendo que Leman Copley tenía una granja de gran tamaño a unos treinta y dos kilómetros al noreste de Kirtland, la cual había acordado consagrar al Señor, el padre de Emily envió a los santos a establecerse allí2.
Algunos de los santos de Nueva York llegaron a Ohio con sarampión y, dado que a menudo se alojaban en la casa de la familia Partridge, no pasó mucho tiempo antes de que Emily y sus hermanas presentaran fiebre alta y erupciones en la piel. Emily se recuperó al poco tiempo, pero su hermana de once años, Eliza, contrajo neumonía. En poco tiempo, sus padres observaban impotentes cómo su respiración se hacía más trabajosa y su fiebre se elevaba3.
Mientras la familia cuidaba de Eliza, su padre asistió a una importante conferencia de la Iglesia en una escuela cerca de la granja de la familia Morley. Estuvo fuera varios días, y al regresar le dijo a su familia que tenía que marcharse nuevamente4. José había recibido una revelación que decía que la conferencia siguiente se llevaría a cabo en Misuri. Varios líderes de la Iglesia, entre ellos el padre de Emily, fueron llamados a ir allí lo antes posible5.
Muchas personas comenzaron a hacer planes para el viaje. En la revelación, el Señor llamó a Misuri la tierra de la herencia de los santos, haciendo eco de las descripciones bíblicas de una tierra prometida “en la que fluye leche y miel”. Allí los santos habrían de edificar la ciudad de Sion6.
El padre de Emily no estaba deseoso de dejar a su familia. Eliza todavía estaba enferma y podía morir durante su ausencia7. Emily podía ver que su madre también estaba preocupada. Aun cuando Lydia Partridge estaba muy comprometida con la causa de Sion, no estaba acostumbrada a que la dejaran sola para cuidar de las niñas y de la casa. Ella parecía saber que sus pruebas solo estaban comenzando8.
Polly Knight estaba enferma cuando ella y los santos de Colesville se instalaron en la tierra de Leman Copley. La granja tenía unas trescientas hectáreas de tierra de excelente calidad y ofrecía suficiente espacio para que muchas familias construyeran casas, graneros y tiendas9. Allí, la familia Knight podría comenzar de nuevo y practicar su nueva religión en paz, aunque a muchos les preocupaba que Polly no estaría mucho más tiempo con ellos.
El esposo y los hijos de Polly trabajaron rápidamente, construyendo cercas y plantando campos para mejorar el terreno. José y el obispo Partridge también alentaron a los santos de Colesville a consagrar sus propiedades de acuerdo con la ley del Señor10.
Sin embargo, después de que el asentamiento comenzó a tomar forma, Leman se retiró de la Iglesia y les dijo a los santos de Colesville que salieran de su propiedad11. Sin otro lugar a donde ir, los santos expulsados le pidieron a José que buscara la guía del Señor para ellos.
“Iréis a las regiones del oeste —les dijo el Señor—, a la tierra de Misuri”12.
Ahora que sabían que Sion sería en Misuri, no en Ohio, los santos de Colesville entendieron que estarían entre los primeros miembros de la Iglesia en establecerse allí. Comenzaron a prepararse para el viaje y, unas dos semanas después de la revelación, Polly y el resto de la rama abandonaron el área de Kirtland y abordaron las barcazas que los llevarían al oeste13.
Al navegar Polly y su familia corriente abajo, su mayor deseo era poner un pie en Sion antes de que ella falleciera. Ella tenía cincuenta y cinco años y su salud se estaba deteriorando. Durante la travesía, su hijo Newel ya había bajado a tierra a fin de comprar madera para un ataúd en caso de que muriera antes de llegar a Misuri.
Pero Polly estaba decidida a no ser enterrada en ningún otro lugar que no fuera Sion14.
Poco después de la partida de los santos de Colesville, el Profeta, Sidney y Edward Partridge se dirigieron a Misuri junto con varios élderes de la Iglesia. Viajaron principalmente por tierra, predicando el Evangelio por el camino y hablando de sus esperanzas en cuanto a Sion15.
José hablaba con optimismo acerca de la Iglesia en Independence. Les dijo a algunos de los élderes que Oliver y los demás misioneros estaban seguros de haber edificado una rama fuerte de la Iglesia allí, como lo habían hecho en Kirtland. Algunos de los élderes lo tomaron como una profecía.
A medida que se acercaban al condado de Jackson, los hombres admiraron la llanura suavemente ondulada que los rodeaba. Contando con tal abundancia de tierras para que los santos se diseminaran, Misuri parecía ser el lugar ideal para Sion. E Independence, gracias a su proximidad a un gran río y a las tierras indias, podía ser el lugar perfecto para congregar al pueblo del convenio de Dios16.
Pero cuando llegaron al poblado, los élderes quedaron poco impresionados por lo que vieron. Ezra Booth, un ex ministro que se había unido a la Iglesia después de ver a José sanar el brazo paralizado de una mujer, pensó que la región parecía inhóspita y sin explotar. Tenía un juzgado, algunas tiendas, varias casas de troncos y poco más. Los misioneros habían bautizado a solo un puñado de personas de la zona, por lo que la rama no era tan fuerte como José había esperado. Sintiéndose engañados, Ezra y otros más comenzaron a cuestionar los dones proféticos de José17.
José también estaba decepcionado. Fayette y Kirtland eran pueblos pequeños, pero Independence era poco más que un mísero puesto de comercio en medio de la nada. El poblado era un punto de partida para los caminos que se dirigían hacia el oeste, por lo que atraía a los cazadores de pieles y conductores de carromatos así como a granjeros y pequeños empresarios. José había conocido personas de la mayoría de esos oficios durante toda su vida, pero descubrió que los hombres de Independence eran especialmente impíos y rudos. Además, los agentes del gobierno de la ciudad desconfiaban de los misioneros y probablemente harían difícil, si no imposible, la predicación a los indios18.
Desanimado, José llevó sus preocupaciones al Señor: “¿Cuándo florecerá el desierto como la rosa? —preguntó—. ¿Cuándo será edificada Sion en su gloria, y en dónde estará Tu templo?”19.
El 20 de julio, seis días después de su llegada, las oraciones de José fueron contestadas. “Esta tierra —le dijo el Señor—, [es la que] he señalado y consagrado para el recogimiento de los santos”.
No tenían motivos para buscar en otro lado. “Esta es la tierra prometida —declaró—, y el sitio para la ciudad de Sion”. Los santos debían comprar tanta tierra como fuera posible, construir casas y plantar campos. Y en un peñasco al oeste del juzgado debían edificar un templo20.
Incluso después de que el Señor reveló Su voluntad en cuanto a Sion, algunos santos permanecieron escépticos con respecto a Independence. Al igual que Ezra Booth, Edward esperaba encontrar una gran rama de la Iglesia en la región. En cambio, él y los santos debían edificar Sion en un pueblo donde la gente desconfiaba de ellos y no estaba interesada en absoluto en el Evangelio restaurado.
Como obispo de la Iglesia, también entendió que gran parte de la responsabilidad de poner los cimientos de Sion recaía sobre sus hombros. A fin de preparar la tierra prometida para los santos, tendría que comprar la mayor cantidad posible de tierra para distribuirla como herencia a quienes llegaran a Sion y guardaran la ley de consagración21. Esto significaba que tendría que quedarse en Misuri y trasladar a su familia a Sion de manera permanente.
Edward quería ayudar a establecer Sion, pero le preocupaban muchas cosas acerca de la revelación, sus nuevas responsabilidades y la región. Un día, mientras inspeccionaba la tierra en Independence, le indicó a José que esta no era tan buena como otras tierras cercanas. Estaba frustrado con el Profeta y no veía de qué manera podían los santos establecer Sion allí.
“Yo sí lo veo —testificó José—, y así será”22.
Pocos días después, el Señor volvió a revelar Su palabra a José, Edward y los demás élderes de la Iglesia. “Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que seguirá después de mucha tribulación —Él declaró—. Porque tras mucha tribulación vienen las bendiciones”.
En la revelación, el Señor también reprendió la incredulidad de Edward. “Si no se arrepiente de sus pecados —dijo acerca del obispo—, cuídese, no sea que caiga. He aquí, le es designada su misión, y no se volverá a dar”23.
La advertencia hizo que Edward se humillara. Le pidió al Señor que perdonara su dureza de corazón y le dijo a José que permanecería en Independence y prepararía la tierra de Sion para los santos. Sin embargo, todavía le preocupaba no estar a la altura de la enorme tarea que le esperaba.
“Temo que mi cargo vaya más allá de lo que yo pueda efectuar que sea aceptable para mi Padre Celestial —confesó en una carta a Lydia—. Ora por mí para que no falle”24.
Luego de tres semanas de viaje, Polly Knight llegó a Independence con los santos de Colesville. Sin fuerzas, se puso de pie sobre el terreno, agradecida de haber llegado a la tierra de Sion. Sin embargo, su cuerpo se estaba deteriorando rápidamente, y dos conversos recientes de la región la llevaron a la casa de ellos para que pudiera descansar con relativa comodidad.
Al buscar la familia Knight un lugar en la zona donde establecerse, hallaron que la campiña era hermosa y agradable, con tierras ricas que podían cultivar y labrar. Las personas también parecían amistosas, a pesar de que eran desconocidos. A diferencia de algunos de los élderes de Kirtland, los miembros de Colesville creían que los santos podían edificar Sion allí.
El 2 de agosto, los santos de Misuri se reunieron a varios kilómetros al oeste de Independence para comenzar a trabajar en la primera casa de Sion. José y doce hombres de la Rama Colesville, que representaban simbólicamente a las tribus de Israel, colocaron el primer tronco para el edificio. Luego, Sidney dedicó la tierra de Sion para el recogimiento de los santos.
Al día siguiente, en una parcela al oeste del juzgado de Independence, José colocó con cuidado una sola piedra para marcar la esquina del futuro templo25. Entonces, alguien abrió una Biblia y leyó del salmo ochenta y siete: “Ama Jehová las puertas de Sion más que todas las moradas de Jacob. Cosas gloriosas se dicen de ti, ciudad de Dios”26.
Unos días más tarde, falleció Polly, alabando al Señor por haberla sostenido en su sufrimiento27. El Profeta pronunció el sermón en el funeral y su esposo enterró su cuerpo en un área boscosa no lejos del terreno del templo. Ella fue la primera miembro sepultada en Sion28.
El mismo día, José recibió otra revelación: “Dice el Señor, benditos son aquellos que han subido a esta tierra con la mira puesta únicamente en mi gloria, de acuerdo con mis mandamientos. Porque los que vivan heredarán la tierra; y los que mueran descansarán de todos sus trabajos”29.
Poco después del funeral, Ezra y otros élderes de la Iglesia comenzaron su viaje de regreso a Kirtland con José, Oliver y Sidney. Ezra se sentía aliviado de regresar a su hogar en Ohio. A diferencia de Edward, él no había cambiado de opinión con respecto a José o la ubicación de Sion.
Los hombres lanzaron canoas al agua en el ancho río Misuri, al norte de Independence, y remaron río abajo. Al final del primer día de viaje, estaban de buen humor y disfrutaron de una cena de pavo salvaje al lado de la orilla del río. Al día siguiente, sin embargo, el clima de agosto estaba caluroso y el río se encontraba revuelto y difícil de navegar. Los hombres se cansaron rápidamente y pronto comenzaron a criticarse unos a otros30.
“Como vive el Señor Dios —les gritó finalmente Oliver a los hombres—, si no se comportan mejor, les sobrevendrá algún accidente”.
La tarde siguiente, José tomó la delantera con su canoa, pero algunos de los élderes estaban molestos con él y con Oliver y se negaron a remar. En una curva peligrosa del río, golpearon un árbol sumergido y casi volcaron. Temiendo por las vidas de todos los de la compañía, José y Sidney les ordenaron a los élderes que salieran del río31.
Después de establecer campamento, José, Oliver y Sidney intentaron hablar con el grupo y aliviar las tensiones. Irritados, los hombres llamaron cobardes a José y a Sidney por haber salido del río, se burlaron del modo en el que Oliver remaba en su canoa y acusaron a José de actuar como un dictador. La disputa duró hasta bien entrada la noche.
En lugar de quedarse levantado con la compañía, Ezra se acostó temprano, aunque abundando en críticas contra José y los élderes. Él se preguntaba, ¿por qué confiaría el Señor las llaves de Su reino a hombres como estos?32.
Posteriormente en ese verano, Lydia Partridge recibió la carta de Edward enviada desde Misuri. Además de compartir sus inquietudes en cuanto a su llamamiento, él le explicaba que no regresaría a casa como estaba planeado sino que se quedaría en el condado de Jackson a fin de comprar tierras para los santos. Adjunta a la carta había una copia de la revelación dada a Edward, en la que se mandaba a su familia que se establecieran en Sion.
Lydia se sorprendió mucho. Cuando Edward se fue, él les había dicho a sus amigos que regresaría a Ohio tan pronto como terminara su trabajo en Misuri. Ahora, con tantas responsabilidades en Sion, no estaba seguro de si podría regresar para ayudar a Lydia y las niñas a hacer el viaje. Sin embargo, él sabía que otras familias de Ohio se mudarían a Misuri ese otoño, entre ellos sus consejeros del obispado. También lo harían Sidney Gilbert, un comerciante de Kirtland, y William Phelps, un impresor, quienes establecerían negocios para la Iglesia en Sion33.
“Probablemente será mejor que vengas con ellos”, le escribió él34.
Sabiendo que Independence ofrecía pocos lujos, Edward también le dio a Lydia una larga lista de cosas para empacar y cosas para dejar atrás. “Tendremos que sufrir —le advirtió—, y por algún tiempo tendremos muchas privaciones aquí, a las que tú y yo no estamos acostumbrados”35.
Lydia inició los preparativos para la mudanza. Las niñas estaban ahora lo suficientemente sanas como para viajar, y ella hizo arreglos para hacer el viaje con las familias Gilbert y Phelps. Al vender las propiedades de la familia, sus vecinos expresaron incredulidad de que ella y Edward abandonaran su hermoso hogar y su próspero negocio para seguir a un joven profeta al desierto36.
Lydia no deseaba darle la espalda al mandato del Señor de edificar Sion. Sabía que el abandonar su hermosa casa sería una prueba, pero creía que sería un honor ayudar a poner los cimientos de la ciudad de Dios37.