Élder Spencer V. Jones
De los Setenta
“Subamos, subamos todos al estrado a dar nuestros testimonios; el obispo de seguro se desmayará de susto”. Ése fue el desafío que el jovencito Spencer V. Jones hizo a sus compañeros diáconos. Fue también un momento decisivo en la maduración de su testimonio. “Mientras expresaba mi testimonio, al final —cuando tal vez hacía un mes que me burlaba de las personas que lloraban al dar su testimonio porque en realidad no las comprendía— me di cuenta de que yo mismo estaba llorando”, recuerda el élder Jones. “Nunca he olvidado ese momento, porque cuando un espíritu se comunica con otro, ocurre algo especial”.
El élder Jones, recientemente sostenido como miembro del Segundo Quórum de los Setenta, nació en Safford, Arizona, el 17 de septiembre de 1945, siendo sus padres Virgil y Nellie Baker Jones. Se crió en una granja en la pequeña comunidad de Santos de los Últimos Días de Virden, Nuevo México, donde la capilla era el centro de actividades. “Casi a todos en el pueblo les llamábamos tía o tío —aun cuando no estuviésemos emparentados— y todos se cuidaban unos a otros como si lo estuvieran”.
Tras prestar servicio en la Misión Argentina Norte, el élder Jones asistió a la Universidad Brigham Young, donde obtuvo la licenciatura en ciencias zoológicas. En un baile del Club Arizona, patrocinado por la Universidad, conoció a Joyce Elizabeth Mathews; contrajeron matrimonio el 3 de junio de 1968, y después de graduarse, se mudaron a Gallup, Nuevo México, donde el élder Jones trabajó en una variedad de negocios, incluso para una compañía de muebles y otra de ganado. Él y su esposa tienen tres hijos y ocho nietos.
El élder Jones explica que cada una de sus asignaciones ha sido una bendición que le ha preparado para seguir sirviendo en el reino del Señor; ha aprendido mucho al prestar servicio en cada uno de ellos, ya sea como presidente de los Hombres Jóvenes, consejero del obispo, obispo, maestro de seminario, presidente de misión, secretario ejecutivo de área o Setenta Autoridad de Área. “Cada llamamiento es un peldaño y una experiencia de aprendizaje”, afirma el élder Jones. “Se progresa paso a paso”.