2002
El regalo que me dio mi padre
diciembre de 2002


El regalo que me dio mi padre

Ahora soy bisabuela, pero jamás olvidaré una Navidad que viví de pequeña.

Yo era uno de los catorce hijos de mi familia y vivíamos en un pueblo agrícola. Éramos muy pobres en lo referente a las cosas del mundo, aunque por aquel entonces yo no lo sabía. En nuestro pueblo había una familia aún más pobre que la nuestra. La madre había muerto y el padre trabajaba lejos de casa, por lo que los hijos mayores se quedaban encargados de los pequeños.

Una vez que abrimos nuestros regalos de Navidad, mi padre nos habló de aquella familia sin madre y de que probablemente no tendrían regalos. Nos sugirió que cada uno escogiera uno de sus regalos nuevos para ponerlo en una caja, junto con comida y algunos dulces, para esa familia.

Yo tenía tres regalos: una muñeca, un collar y una prenda de vestir. ¡Qué decisión tan difícil! Necesitaba la ropa y deseaba mucho tener la muñeca, pero el collar era sumamente bonito y brillante. Unos minutos después, y sin ganas de hacerlo, deposité el collar en la caja.

Ya era de noche cuando aquel día de Navidad nuestro padre nos abrochó los abrigos y nos puso a todos en el trineo tirado por el caballo. Dejamos la caja en el umbral de la casa de la familia sin revelar su procedencia.

El domingo siguiente vi el collar alrededor del cuello de una niña de mi edad, quien muy animada me dijo que aquella Navidad Papá Noel les había llevado una caja llena de regalos. Nuestros padres, claro está, nos habían pedido que lo mantuviéramos en secreto; papá nos había dicho que permanecer en el anonimato era la mejor parte del dar, pero puedo decir que no me sentí muy bien al ver el que había sido mi collar en el cuello de otra persona.

Aunque en aquel entonces aquélla no fue una lección fácil de aprender, ahora me doy cuenta de la gran influencia que esa experiencia ha tenido en mi vida. De niña creía que mi padre me estaba pidiendo que diera a otra persona uno de mis regalos, pero más tarde entendí que en realidad él me estaba dando a mí uno de los regalos más preciados que jamás había recibido. ¡Cuánto debe haberme amado para enseñarme que amar a alguien es mucho más importante que tener algo! El ejemplo de amor de mi padre me ha ayudado a comprender el amor de mi Padre Celestial, quien nos dio el regalo más grande de todos cuando nos entregó a Su Hijo Unigénito.

Ruth M. Anderson es miembro del Barrio North Logan 3, Estaca North Logan, Green Canyon, Utah.