2002
El pago del diezmo
diciembre de 2002


El pago del diezmo

Yo creí al profeta Malaquías cuando dijo que el Señor derrama Sus bendiciones sobre aquellos que pagan el diezmo (véase Malaquías 3:10). No tenía problemas para creerlo, pero sí los tuve cuando llegó el momento de pagarlo.

El día de cobro solía apartar el dinero del diezmo; sin embargo, ese día a menudo caía a mitad de semana, y cuando necesitaba dinero solía “tomarlo prestado” de esos fondos. Me decía que lo repondría y que ese domingo le daría el diezmo al obispo, pero por lo general no me era posible devolver el dinero, con lo que hacía planes para regresar el dinero que debía con el cobro del cheque siguiente. Intenté hacerlo, ¡pero entonces me quedaba muy poco dinero! Así fueron las cosas durante el primer año que tenía mis propios ingresos.

Pero un día caí en la cuenta. Un vendedor llegó a nuestra casa y me explicó que podía pagar un electrodoméstico a plazos, es decir, recibiría el artículo en el momento, pero lo pagaría más tarde. Mientras me hablaba, una pregunta me vino a la mente: “¿Nos da el Señor bendiciones a plazos?”.

Al día siguiente, en la clase de instituto, el primer versículo que tratamos respondió a mi pregunta: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis” (D. y C. 82:10).

Todo mandamiento trae aparejadas bendiciones, no a plazos sino siempre en su totalidad. Pero debemos guardar ese mandamiento, no sólo planear hacerlo. Aquella noche oré pidiendo perdón por pagar mi diezmo de forma tan perezosa.

Ahora que pago el diezmo fielmente, he descubierto que soy más feliz viviendo con el 90 por ciento de mis ingresos con las bendiciones del Señor de lo que vivía con el 100 por ciento de mis ingresos, pero sin ellas.

Jennifer M. Severino es miembro del Barrio Bacolod 1, Estaca Bacolod, Filipinas.