2003
La gallina de la abuela Emily
marzo de 2003


La gallina de la abuela Emily

Basado en un hecho real

“…su pueblo… [está dispuesto] a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras” (Mosíah 18:8).

Rachel atravesó la sala corriendo y subió las escaleras a toda prisa hasta llegar a su cuarto. Ella y su mejor amiga, Becca, iban a ir al parque a probar sus nuevos patines en línea.

Cuando Rachel estaba sacando sus patines de debajo de la cama, su madre entró en el cuarto. “Estaré unas horas en casa de la hermana Heaton y necesito que te quedes con David”.

“Pero Becca y yo vamos al parque ahora mismo”.

“Siento estropearte los planes, Rachel, pero la hermana Heaton aún no se siente bien después de la operación y prometí que hoy la cuidaría. David despertará de la siesta en más o menos media hora y ambos podrán jugar juntos hasta que papá llegue a casa”.

“Pero no quiero jugar con David. ¡Yo quiero ir al parque!”

“Lo sé, pero hoy necesito que te quedes en casa y cuides a tu hermanito. Mañana puedes ir al parque. Lo siento, pero la hermana Heaton me necesita y yo necesito que me ayudes”.

Mientras veía a su madre ir por la calle, Rachel estaba tan enojada que casi se echa a llorar. ¿Por qué tenía que encargarse de David? No era justo que tuviera que aplazar su visita al parque por el hecho de que su madre tuviera que cuidar de otra persona.

Llamó a Becca para darle las malas noticias, y al colgar el teléfono, sonó el timbre de la puerta. Era la tía Pearl, la hermana menor de su madre.

“Hola, tía Pearl. Mamá no está”.

“No importa; no puedo quedarme. Sólo vine a devolverle su máquina de coser. La mía ya está arreglada, así que ya no necesito la suya. ¡Además, pensé que quizás podría pasar unos minutos con mi sobrina favorita!”

Rachel intentó sonreír y parecer feliz, pero la tía Pearl se dio cuenta de que no estaba muy contenta.

“¿Sucede algo?”

“Pues iba a ir al parque con Becca, pero mamá me dijo que debía quedarme y cuidar a David para que ella pudiera ayudar a una hermana del barrio”.

“Qué lástima. Si fuera cualquier otro día, me quedaría para que pudieras estar con tu amiga, pero tengo una cita con el médico y no puedo cambiarla”.

“No importa; es que deseaba mucho ir al parque hoy”.

“Mira, quizás hay algo que podría hacer”.

“¿Qué?”

“Siéntate conmigo y te contaré una historia”.

Rachel no estaba segura de que una historia fuera la solución, ya que no podría sustituirla con David, pero la tía Pearl solía tener razón, así que la acompañó hasta el sofá.

La tía Pearl comenzó: “Cuando tu tatarabuela Emily Burk partió de Nauvoo para ir al Oeste, tenía una gallina vieja que quería llevar consigo ya que estaba haciendo algo un tanto raro: estaba echada incubando huevos de pato. Emily simplemente no podía dejarla atrás. Así que preparó una caja en el carromato para poner el nido. Los patitos nacieron poco después y cada noche, cuando el carromato se detenía, Emily llenaba una tina con agua y dejaba que los patitos nadasen. Todos los del campamento iban a observarlos.

“Como ves, Rachel, ayudar a los demás es parte del ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Hay un pasaje en el Libro de Mormón que nos habla de lo importante que es ‘llevar las cargas los unos de los otros’ [Mosíah 18:8]. Nuestro Padre Celestial desea que cuidemos de aquellos que no pueden valerse por sí mismos”.

“¿Quieres decir así como Emily cuidó de la gallina y ésta cuidó de los patos?”

“Y del mismo modo que el Señor cuidó de los pioneros y todavía cuida de todos nosotros. Él desea que seamos felices, por lo que cuida de nosotros”.

“¿Por qué no cuida Él a la hermana Heaton en vez de que mamá tenga que hacerlo?”

“Así es como Él cuida de la hermana Heaton: a través de tu madre. La mayor parte del tiempo nuestro Padre Celestial contesta nuestras oraciones por medio de otras personas”.

“¿Entonces mamá es la respuesta de nuestro Padre Celestial a las oraciones de la hermana Heaton?”

“Probablemente. Tu madre está ayudando a la hermana Heaton a descansar y a no pensar en sus problemas, más o menos como los patitos ayudaban a los cansados pioneros a disfrutar un poco al fin de sus largos días”.

“Pero, ¿por qué tengo que cuidar a mi hermano?”

“Para que tu madre pueda cuidar a la hermana Heaton. Los patitos no habrían podido alegrar a los pioneros si la gallina no los hubiera cuidado a ellos. Tu madre no podría ayudar a la hermana Heaton si no supiera que tú cuidarás bien a tu hermano mientras ella está fuera”.

“Así que, de cierto modo, ¿yo también estoy ayudando a la hermana Heaton?”

“En gran manera”.

“Pues entonces no me siento tan mal por tener que esperar hasta mañana para ir al parque”.

“Me alegra que pienses así”.

Al irse la tía Pearl, Rachel oyó que David se despertaba y mientras subía las escaleras para levantarlo, pensó más en lo que le había dicho la tía Pearl. Aún estaba un poco molesta por perderse la actividad en el parque, pero le consolaba saber que cuidar a David ayudaba a nuestro Padre Celestial a cuidar a la hermana Heaton.

“Al guardar los mandamientos y al rendir esa clase de servicio, el Señor puede ‘[derramar] su Espíritu más abundantemente sobre [nosotros]’ (Mosíah 18:10; véase D. y C. 20:77). La recompensa de la obediencia y del servicio no es sólo el don del Espíritu Santo, sino también los dones especiales del Espíritu. Pablo define los frutos del Espíritu como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (véase Gálatas 5:22–23). El Santo Espíritu nos bendice con atributos cristianos cuando nos servimos los unos a los otros”.

Élder Merrill J. Bateman, de los Setenta (“El vivir una vida centrada en Cristo”, Liahona , pág. 17.)