El poder sustentador de la fe en tiempos de incertidumbre y de pruebas
La fe en Dios y en Su guía por medio del Espíritu Santo te sostendrán en un mundo cada vez más problemático.
¿Quién no ha tenido la necesidad de que le infundan confianza en épocas de inseguridad y pruebas? ¿Quién está tan seguro de sí mismo que nunca ha deseado tener una influencia que dé estabilidad a su vida? Un propósito fundamental de la vida en la tierra es el progreso y el logro personales. Por tanto, deben existir momentos de pruebas y dilemas con el fin de crear la oportunidad para ese desarrollo. ¿Qué niño podría llegar a ser autosuficiente si todas las decisiones importantes las tomaran los padres? Lo mismo sucede con nuestro Padre Celestial. Su plan de felicidad se ha creado con el fin de que afrontemos desafíos e incluso dificultades al tener que tomar decisiones de gran importancia para que progresemos, nos desarrollemos y tengamos éxito en esta probación mortal1. Felizmente, en Su amor perfecto, Él nos ha proporcionado el modo de resolver esos problemas al mismo tiempo que progresamos en fortaleza y capacidad. Me refiero al poder sustentador de la fe en tiempos de incertidumbre y pruebas, y aun dilemas.
Dios nos ha dado la capacidad de ejercer fe para que encontremos paz, gozo y propósito en la vida. Sin embargo, para emplear ese poder, se debe hallar fe en algo. No existe un cimiento más sólido que la fe en el amor que el Padre Celestial tiene por ti, la fe en Su plan de felicidad y la fe en la capacidad y la disposición de Jesucristo para cumplir todas Sus promesas.
Algunos no comprenden la fe y por consiguiente no la aprovechan al máximo. Otros piensan que todo análisis sobre religión y la guía que se recibe mediante una fe firme no tienen bases lógicas. Sin embargo, la fe no es una ilusión ni una magia, sino un poder arraigado en principios eternos. ¿Te encuentras entre los que han ejercido la fe y creen que no han logrado el esperado beneficio? Si es así, es probable que no hayas comprendido ni seguido los principios sobre los que ésta se funda. He aquí un ejemplo de lo que digo:
Hace años, participé en un experimento para medir las características nucleares de diferentes materiales. El proceso utilizó un reactor nuclear experimental diseñado para que las partículas de alta energía salieran por una abertura que había en el centro del reactor. Esas partículas eran guiadas hacia compartimentos experimentales donde se medían. Tales partículas de alta energía no podían verse pero debían ser controladas con cuidado para evitar que dañaran a las otras. Un día, un limpiador entró mientras estábamos trabajando y disgustado dijo: “Son todos unos mentirosos, pretenden estar haciendo algo importante, pero a mí no me engañan. Yo sé que si algo no se puede ver, oír, probar, oler o tocar, no existe”. Esa actitud descartó la posibilidad que tenía de aprender que hay mucho de valor que no se puede reconocer por medio de los cinco sentidos. Si ese hombre hubiese estado dispuesto a comprender cómo se detecta la presencia de las partículas nucleares, hubiera confirmado su existencia. Del mismo modo, no debes dudar nunca de la realidad de la fe. A medida que sigas los principios que Dios ha establecido para el ejercicio de la fe, recogerás sus frutos.
Algunos de esos principios son:
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Confiar en Dios y en Su disposición para brindar ayuda cuando sea necesario, no importa cuán difícil sea la circunstancia.
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Obedecer Sus mandamientos y vivir de modo que demuestres que Él puede confiar en ti.
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Ser perceptible a los tenues susurros del Espíritu.
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Actuar con valentía ante esa inspiración.
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Ser paciente y comprensivo cuando Dios permite que te esfuerces para que progreses y las respuestas vienen poco a poco por un largo lapso de tiempo.
La fe motivadora se centra en la confianza en el Señor y en Su disposición para responder a tus necesidades; puesto “que el Señor en su grande e infinita bondad bendice y hace prosperar a aquellos que en él ponen su confianza”2. El ejercicio constante y sincero de la fe aumenta tu confianza y habilidad para utilizar su poder.
Aprendes a utilizar más efectivamente la fe al aplicar este principio que enseñó Moroni: “…la fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe”3. Por tanto, cada vez que pongas a prueba tu fe, o sea, que actúes con rectitud ante una impresión, recibirás la evidencia afirmativa del Espíritu. Esos sentimientos serán fortificados por tu fe. A medida que repitas ese patrón, tu fe se fortalecerá. El Señor conoce tus necesidades. Cuando pidas con honradez y verdadera intención, Dios te inspirará a hacer aquello que aumente tu habilidad para actuar con fe. Con práctica constante, la fe se convertirá en una fuerza vibrante, poderosa, elevada e inspiradora en tu vida. Al dirigirte desde el límite de tu comprensión hacia la penumbra de lo incierto, ejerciendo tu fe, serás guiado a encontrar soluciones que de otro modo no obtendrías. Testifico que ese principio es verdadero.
A pesar de la firmeza de tu fe, Dios no siempre te recompensará de inmediato de acuerdo con tus deseos, sino que te responderá con lo que, en Su plan eterno, es lo mejor para ti. Él te ama de una forma tan profunda y plena que tú, en tu estado terrenal, no puedes ni siquiera concebir. En realidad, si conocieras la plenitud de Su plan, nunca pedirías nada que fuese contrario a él, aun cuando te sintieras tentado a hacerlo. La fe sincera brinda entendimiento y fortaleza para aceptar la voluntad de nuestro Padre Celestial cuando ésta difiera de la nuestra. Aceptaremos Su voluntad con paz y seguridad, confiados en que Su infinita sabiduría sobrepasa nuestra habilidad para comprender totalmente Su plan, que se va desplegando poco a poco.
La fe no es apretar un botón y obtener la respuesta. El Señor declaró: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”4. Brigham Young observó: “Dios no confirió nunca a Su pueblo ni a ningún individuo bendiciones mayores sin antes someterlo a una gran prueba”5. Personalmente, por ciertas decisiones importantes, he experimentado las penosas y angustiosas dificultades que preceden a una respuesta confirmadora. Aún así, esas experiencias han sido edificantes. Es reconfortante saber que Dios nunca te probará más allá de lo que con Su ayuda tú puedas resistir.
Dios utiliza tu fe para moldear tu carácter. El carácter es la manifestación de lo que llegarás a ser. Un carácter moralmente firme es el resultado de haber hecho elecciones correctas durante las pruebas de la vida. Tu fe te guiará a hacer esas elecciones correctas. Es evidente que lo que haces y lo que piensas determinan quién eres y en qué te convertirás. Por tanto, las elecciones que haces deben estar inspiradas por el Señor. Debes meditar, orar y ejercer fe para estar dispuesto a hacer elecciones que concuerden con las enseñanzas del Maestro. Esas elecciones se hacen mediante tu fe en cosas en las cuales tú crees y, al actuar en consecuencia, serán confirmadas. Sólo se te da la guía suficiente para guiarte bien y no debilitar tu carácter en formación. Esa guía dará solidez a tu confianza en el Padre Celestial y en el Salvador.
La fe moldeará la fortaleza de carácter que estará a tu alcance en tiempos de urgente necesidad. Ese carácter no se desarrolla en momentos de grandes desafíos o tentación, sino que es ahí cuando se utiliza. El carácter se teje pacientemente con hilos de principio, de doctrina y de obediencia. En Santiago leemos: “…la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”6. El fundamento del carácter es la integridad. El carácter digno fortalecerá tu capacidad para responder con obediencia a la guía del Espíritu. Llegarás a tener un carácter recto, lo cual es más importante que lo que posees, que lo que hayas aprendido o que las metas que hayas logrado, lo que dará por resultado que se te tenga confianza. Un carácter recto proporciona el cimiento de la fortaleza espiritual. Permite que en tiempos de pruebas tomes correctamente decisiones difíciles y muy importantes, aun cuando parezcan abrumantes. Testifico que ni Satanás ni ningún otro poder puede debilitar ni destruir tu creciente carácter, sólo tú puedes, mediante la desobediencia.
El plan de nuestro Padre es maravilloso. El ejercicio de la fe edifica el carácter. El carácter fortalecido aumenta tu capacidad para ejercer fe; por tanto, tu confianza en conquistar las pruebas de la vida aumenta y el ciclo de fortalecimiento sigue; es decir que, cuanto más se fortifique tu carácter más se fortificará el poder de tu fe.
El dicho de que recibes sólo aquello por lo que has pagado se aplica también a las recompensas espirituales. Tú recibes lo que has pagado en obediencia, en fe en Jesucristo y en la aplicación diligente de las verdades que hayas aprendido. Lo que obtienes es el moldeado de tu carácter, el progreso de tu capacidad y la finalización con éxito de tu propósito aquí en la tierra: el progresar al ser probado.
No importa lo que ocurra, no importa cuán confundido se vuelva el mundo, tú siempre puedes contar con el poder sustentador de la fe. Eso nunca cambiará. El amor perfecto de nuestro Padre Celestial nunca cambiará. El plan de Su Evangelio da significado a la vida y asegura tu felicidad. Su plan no es sólo para que seas probado aquí en la tierra sino para que recibas también el progreso que procede de tomar decisiones correctas inspiradas por la fe, que son posibles en virtud de tu obediencia.
¿Para qué preocuparte por dificultades o incertidumbres por acontecer sobre las que no tienes control? Tu carácter recto aumenta la posibilidad de que nunca tendrás que sufrirlas. Cuando lleguen los problemas y las pruebas, tu fe te guiará a las soluciones. Tu tranquilidad, tu convicción en las respuestas sobre problemas desconcertantes y tu gozo final dependen de tu confianza en el Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo. Finalmente, lo correcto prevalecerá y hará que recibas bendiciones ahora, en la medida que, con fe, obedezcas los mandamientos de Dios. Recuerda que una fuente de paz y consuelo inagotable, continua y siempre presente está a tu alcance. No hay duda de que tu Padre Celestial te ama cualquiera que sea tu circunstancia, no importa cuál sean tus pruebas, tus tentaciones o tribulaciones. Esa certeza nunca cambiará. Tu capacidad para recibir ese apoyo depende de la fortaleza de tu fe en Él y en la disposición fiel que Él tiene para bendecirte.
Testifico que la fe en Dios y en Su guía por medio del Espíritu Santo te sostendrán en un mundo cada vez más problemático. Testifico que la aplicación de esos principios que hemos repasado te ayudará a ser digno del poder sustentador de la fe en tiempos de incertidumbre y pruebas.
Hay muchos a tu alrededor que están confundidos y buscan soluciones a los problemas desconcertantes de la vida. Comparte con ellos tu testimonio de la verdad y del poder de la fe. Ayúdalos a comprender que la fe en Dios y en Sus enseñanzas, restauradas en su plenitud en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, puede bendecirlos ahora, en estos tiempos turbulentos. Testifica del poder que tiene el Señor para bendecir sus vidas. Hazlo ahora. El Señor te ayudará. Tu fe te guiará y te sostendrá. Sé que lo hará. En el nombre de Jesucristo. Amén.