2003
La lluvia tan necesaria
junio de 2003


La lluvia tan necesaria

Aquel domingo no era un domingo cualquiera. Era el domingo de lapresentación anual de los niños de la Primaria en la reuniónsacramental. Como miembro del obispado, me sentía responsable de que todo saliera bien. Las hermanas líderes, las maestras y los niños de la Primaria se habían estado preparando durante meses; los pequeños sabían las canciones y los himnos, se habían aprendido sus partes, y estaban muy animados para compartirlas.

El sábado, el día del ensayo, llovió durante toda la tarde, y aun cuando ofrecimos llevar en nuestros autos a muchos de los niños que vivían lejos del centro de reuniones, no todos pudieron asistir. Seguimos adelante con el ensayo con la esperanza de que la lluvia cesara para el día siguiente y todos los niños pudieran participar en la presentación.

La tormenta continuaba el domingo por la mañana; de hecho, hacía mucho más viento que el día anterior. De repente me sentí muy desanimado. El mal tiempo afectaría a la asistencia de nuestro pequeño barrio. “¿Por qué el Señor no detiene la lluvia?”, me preguntaba.

Aun cuando recogimos en nuestros automóviles a todos los niños que nos fue posible, sólo pudimos reunir a un 60%. Me resultaba difícil sentirme satisfecho. La presidenta de la Primaria también estaba preocupada. Habíamos deseado que todo saliera según lo planeado, pero no habíamos hecho planes para lo inesperado.

No obstante, al comenzar el programa, con las maestras que se encargaron de las partes de los niños que faltaban, el Espíritu del Señor se hizo sentir en la reunión. Los 40 miembros que asistieron quedaron conmovidos por los testimonios de nuestros pequeñitos.

Tras la presentación, un humilde hermano ofreció la última oración, durante la cual dijo: “Señor, te damos las gracias por la lluvia, pues sabemos que es tan necesaria en muchas partes”.

Me quedé meditando en esa frase: “Es tan necesaria en muchas partes”. Entonces caí en la cuenta de que el Señor sabe exactamente lo que está haciendo. La presentación no salió como lo habíamos planeado, pero tuvo éxito al inspirar a los presentes. La lluvia que habíamos contemplado como una prueba fue en realidad una gran bendición para las personas de muchas partes que la necesitaban.

Juan Carlos Rodríguez es miembro del Barrio Azcuénaga, Estaca Rosario Oeste, Argentina.