2004
Sintamos el Amor del Señor Cada Día de Nuestra Vida
enero de 2004


Mensaje de las Maestras Visitantes

Sintamos el Amor del Señor Cada Día de Nuestra Vida

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

Bonnie D. Parkin, presidenta general de la Sociedad de Socorro: “Si yo pudiera hacer que ocurriera una cosa por las mujeres de esta Iglesia, sería que cada una de ellas pudiera sentir a diario el amor del Señor en su vida. He sentido el amor del Señor en mi vida, y estoy tan agradecida por ello” (“Sientan el amor del Señor”, Liahona , julio de 2002, pág. 95).

Al amarle, ¿qué nos promete nuestro misericordioso Dios?

1 Corintios 2:9: “…Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

2 Nefi 1:15: “…el Señor ha redimido a mi alma del infierno; he visto su gloria, y estoy para siempre envuelto entre los brazos de su amor”.

Presidente Gordon B. Hinckley: “El amor a Dios es la raíz… de toda virtud, de toda bondad, de toda fortaleza de carácter, de toda lealtad hacia la rectitud… Amemos al Señor nuestro Dios y amemos a Su Hijo, y agradezcamos siempre Su amor por nosotros. Aunque cualquier otro amor falle, ese amor que Dios nos tiene, resplandeciente, trascendental y eterno, y el amor de Su Hijo, que dio Su vida por cada uno de nosotros, siempre permanecerán” (“Las palabras del Profeta actual”, Liahona , diciembre de 1996, pág. 8).

1 Nefi 11:22–23: “…el amor de Dios… se derrama ampliamente en el corazón de los hijos de los hombres; por lo tanto, es más deseable que todas las cosas… y el de mayor gozo para el alma”.

¿Qué podemos hacer para sentir el amor del Señor cada día?

Jacob 3:2: “…levantad vuestra cabeza y recibid la placentera palabra de Dios, y deleitaos en su amor; pues podéis hacerlo para siempre, si vuestras mentes son firmes”.

Élder Gene R. Cook, de los Setenta: “La gratitud verdadera es la capacidad de ver, sentir e incluso recibir el amor con humildad. La gratitud es una manera de devolver amor a Dios. Reconozcan Su mano, díganselo, exprésenle el amor que le tienen. A medida que realmente lleguen a conocer al Señor, desarrollarán una relación íntima y sagrada que se basa en la confianza. Llegarán a saber que Él entiende sus aflicciones y que siempre les responderá, mediante la compasión, con amor.

“Recíbanlo. Siéntanlo . No basta con simplemente saber que Dios los ama. El don se debe sentir de forma continua cada día. Entonces, les servirá de motivación divina a lo largo de su vida. Arrepiéntanse. Aparten de su vida las cosas del mundo, entre ellas el enojo. Reciban la continua remisión de sus pecados y refrenarán todas sus pasiones y estarán llenos de amor” (“La caridad: amor perfecto y eterno”, Liahona , julio de 2002, págs. 92–93).