2004
La Clave de Nuestra Religión
enero de 2004


Mensaje de la Primera Presidencia

La Clave de Nuestra Religión

Después de muchos años, aún recuerdo sostener en mis manos el libro favorito de mi madre: un ejemplar muy desgastado del Libro de Mormón. Casi cada página estaba marcada y, a pesar de que se le había tratado con gran cuidado, algunas páginas tenían las esquinas dobladas, y en las tapas se notaba el paso de los años. Nadie tenía que decirle que ella podía acercarse más a Dios si leía el Libro de Mormón que cualquier otro libro, pues ya lo sabía. Lo había leído y estudiado, y había orado en cuanto a su veracidad y enseñado de él. En mi juventud había sostenido su libro entre mis manos, tratando de ver, a través de los ojos de ella, las grandes verdades del Libro de Mormón de las que ella siempre estaba dispuesta a testificar y que tanto amaba.

Sin embargo, el profundo mensaje del Libro de Mormón no llegó a mí como un legado gratuito. De hecho, me pregunto si alguien puede adquirir el entendimiento de este gran libro por otro medio que no sea el de tener una determinación constante y un íntegro propósito de corazón, lo cual se manifiesta a través del estudio y la oración. No sólo debemos preguntar si es verdadero, sino hacerlo también en el nombre de Jesucristo. Moroni dijo: “…[Preguntad] a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo , si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”1.

¿Por qué la clave?

José Smith, que tradujo las planchas de oro de donde hoy tenemos el Libro de Mormón, dijo: “Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”2.

En un diccionario se define piedra clave o angular como “la piedra con que se cierra un arco o bóveda”. Otra definición es “esencial, capital, que depende todo de él”3.

El Libro de Mormón es una piedra clave porque establece y une los principios y los preceptos de la eternidad y explica más a fondo las doctrinas básicas de salvación; es la joya que corona la diadema de nuestras Santas Escrituras.

Es, por otras razones también, la clave de nuestra fe. La promesa de Moroni que acabamos de mencionar, de que Dios manifestará la verdad del Libro de Mormón a todo aquel que pregunte con sinceridad y fe en Cristo4, es el eslabón clave de una serie de verdades, las que se confirman la una a la otra.

El testimonio confirmador del Libro de Mormón convence que “Jesús es el Cristo, el eterno Dios”5 y también verifica espiritualmente el llamamiento divino de José Smith y que él en realidad vio al Padre y al Hijo. Una vez confirmado ese testimonio, lógicamente se deduce que podemos recibir la confirmación de que Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio son también Escrituras que verdaderamente acompañan a la Biblia y al Libro de Mormón.

Todo esto confirma la restauración del Evangelio de Jesucristo y la misión divina de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dirigida por un profeta viviente que recibe revelación continua. De estas verdades básicas puede manar la comprensión de otros principios salvadores de la plenitud del Evangelio.

Lo que es y lo que no es

Es importante saber lo que el Libro de Mormón no es. En primer lugar, no es una correlación histórica, a pesar de que gran parte de su contenido sea de carácter histórico. En las páginas introductorias se explica que es una historia tomada de los registros de pueblos que vivieron en las Américas antes y después de Cristo. Fue “escrito por vía de mandamiento, por el espíritu de profecía y de revelación… Y también para convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones”.

El presidente George Q. Cannon (1827–1901), en ese entonces Primer Consejero de la Primera Presidencia, declaró: “El Libro de Mormón no es un texto de geografía ni fue escrito para enseñar verdades geográficas. Lo que se nos dice de la ubicación de las diferentes tierras o ciudades… no es más que un comentario casual relacionado con los aspectos doctrinales o históricos de la obra”6.

¿Qué es, entonces, el Libro de Mormón? Es evidencia real del nacimiento, la vida y la crucifixión de Jesús y de Su obra como el Mesías y el Redentor. En cuanto al Libro de Mormón, Nefi escribe: “…extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis en estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo”7.

Nefi y su hermano Jacob se unieron a Isaías para constituir tres voces poderosas que testificaron de Cristo y que proclamaron la primera venida de Jesús. Nefi cita extensamente a Isaías porque éste fue el principal profeta del Antiguo Testamento que profetizó de la venida del Mesías.

El Libro de Mormón establece la veracidad de la Biblia8 y es una evidencia “al mundo que las Santas Escrituras son verdaderas”9. Predice el establecimiento de la plenitud del Evangelio de paz y salvación, y fue escrito para darnos principios y pautas para nuestra jornada eterna.

Uno de los mensajes fundamentales del Libro de Mormón, y sin lugar a dudas del Antiguo Testamento y de toda la historia humana, es que el hombre no puede alcanzar la perfección por su propia cuenta. De sus páginas surge otro mensaje que clama con fuerza y claridad. Es el mandato severo y con frecuencia indeseado: “Arrepiéntete o perecerás”. Cuando los pueblos del Libro de Mormón dieron oídos a ese mensaje profético, florecieron; mas cuando lo olvidaron, perecieron.

En Gálatas, Pablo dijo: “…la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo”10. Los registros que llevaron los profetas del Libro de Mormón así como partes de lo que conocemos hoy día como la Biblia, traídos del continente oriental, sirvieron, según Abinadí, “para conservar vivo en ellos el recuerdo de Dios y su deber para con él”11. De manera que el Libro de Mormón es un ayo para llevarnos a Cristo12.

Testimonios personales y de las Escrituras

La prueba para comprender este sagrado libro es fundamentalmente espiritual, pero la búsqueda desmedida de conocimiento secular en vez de entendimiento espiritual hará que sus páginas sean difíciles de comprender.

Me resulta inconcebible que José Smith, sin ayuda divina, hubiera podido escribir este libro tan complicado y de enseñanzas tan profundas. Es imposible que él, un hombre iletrado, hubiera podido inventar las maravillosas verdades que contiene, producir su gran poder espiritual o falsificar el testimonio de Cristo que en él se encuentra. El libro mismo testifica que es la santa palabra de Dios.

En todo el Libro de Mormón, las referencias concernientes a enseñanzas que aparecen tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento son tan numerosas y convincentes que, por lógica, uno puede llegar a la conclusión definitiva de que el intelecto humano no pudo haberlas ideado todas. Sin embargo, más importante que la lógica es la confirmación del Espíritu Santo de que la historia del Libro de Mormón es verdadera.

Todas las Escrituras son una en el sentido de que testifican de Jesús. Jacob, un profeta del Libro de Mormón, nos recuerda que “ninguno de los profetas ha escrito ni profetizado sin que haya hablado concerniente a este Cristo”13. Refiriéndose a las Escrituras, el salmista dijo: ”Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”14.

El Libro de Mormón insta sólo a la rectitud. Entonces, ¿por qué ha surgido tanta hostilidad en su contra? En parte, tal vez se deba a que procede de planchas de oro que fueron entregadas por un ángel a José Smith y que sólo testigos escogidos pudieron ver y tocar, y no fueron expuestas ante el público. Tal vez esa hostilidad también se deba a que se afirma que el libro es principalmente la obra de antiguos profetas que habitaron el continente americano.

El Salvador mismo declaró el gran valor del Libro de Mormón. En 3 Nefi dijo: “Y ésta es mi doctrina, y es la doctrina que el Padre me ha dado”15.

Más adelante, el Redentor declaró en el Libro de Mormón: “He aquí, os he dado mi evangelio”16.

Como testigo especial que soy, testifico que Jesús es el Cristo y que las profecías de Nefi y de Isaías sobre Su venida se han cumplido. Al igual que Nefi, “hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo”17.

Testifico, mediante la firme convicción que emana del Espíritu, que es posible conocer cosas que han sido reveladas con una seguridad mayor que si se las viera. Podemos tener un conocimiento más absoluto del que se puede percibir con la vista o el oído. Dios mismo dio su aprobación al Libro de Mormón cuando dijo: “…y vive vuestro Señor y vuestro Dios, que es verdadero”18.

Ahora puedo ver más claramente con los ojos de mi propio entendimiento lo que mi madre podía ver en su precioso ejemplar gastado del Libro de Mormón. Ruego que vivamos de tal modo que seamos merecedores de recibir un testimonio del Libro de Mormón, y que lo recibamos y vivamos de acuerdo con las grandes verdades que contiene. Testifico que la clave de nuestra religión está en un lugar firme y que en ella se sostiene la verdad a medida que continúa avanzando por toda la tierra.

Ideas Para los Maestros Orientadores

Una vez que se prepare por medio de la oración, comparta este mensaje empleando un método que fomente la participación de las personas a las que enseñe. A continuación se encuentran algunos ejemplos:

  1. Pida a los integrantes de la familia que compartan sus sentimientos sobre alguien cuyo testimonio y amor por el Libro de Mormón haya influido en sus vidas.

  2. Pida a los miembros de la familia que reflexionen en lo que el profeta José Smith pudo haber dado a entender cuando dijo del Libro de Mormón: “Un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”.

  3. Pregunte a los niños o a los jóvenes de la familia si el presidente Faust recibió su testimonio del Libro de Mormón gracias a su madre. Explique que ella había trabajado y estudiado para recibir un testimonio, pero a pesar de lo maravilloso que éste era, no podía transferirlo a sus hijos. Hablen de por qué se recibe un testimonio del Libro de Mormón por medio del estudio y la oración.

  4. Pregunte a los miembros de la familia cuál es el subtítulo del Libro de Mormón. Explique que al leer este libro de Escrituras durante el año, leerán el testimonio que de Cristo dieron muchos profetas y llegarán a saber por qué se subtitula “Otro testamento de Jesucristo”. Lean en voz alta 2 Nefi 25:23, 26 y pregunte cómo podemos testificar de Jesucristo en nuestra vida diaria.

Notas

  1. Moroni 10:4; cursiva agregada.

  2. Introducción al Libro de Mormón.

  3. Pequeño Larousse Ilustrado.

  4. Véase Moroni 10:4.

  5. Portada del Libro de Mormón.

  6. “The Book of Mormon Geography”, Juvenile Instructor, enero de 1890, pág. 18.

  7. 2 Nefi 33:10.

  8. Véase 1 Nefi 13:40.

  9. D. y C. 20:11.

  10. Gálatas 3:24.

  11. Mosíah 13:30.

  12. Véase Mosíah 13:27–35.

  13. Jacob 7:11.

  14. Salmos 119:105.

  15. 3 Nefi 11:32.

  16. 3 Nefi 27:13.

  17. 2 Nefi 25:26.

  18. D. y C. 17:6.