Un préstamo del Fondo Perpetuo para la Educación cambió nuestras vidas
Siempre había soñado estudiar algo relacionado con la medicina; y al servir como misionero, aprendí que el Señor siempre prepara el camino para que sus hijos logren lo que Él desea que hagan.
Poco después de la misión, conocí a una joven llamada Fabiola en una clase de instituto. Empezamos a salir y nos enamoramos. El Espíritu Santo me confirmó que debía pedirle que fuera mi compañera eterna, por lo que se lo propuse y ella aceptó. Al planear nuestro futuro, nos dimos cuenta de que mi salario no alcanzaría para las necesidades de la vida cotidiana. Fabiola se ofreció a seguir trabajando durante algún tiempo mientras yo terminaba mis estudios, pero eso llevaría bastante tiempo y teníamos deseos de formar una familia. De modo que oramos a nuestro Padre Celestial en busca de ayuda, pues queríamos cumplir con Su voluntad.
Durante mi misión había oído al presidente Gordon B. Hinckley hablar del Fondo Perpetuo para la Educación, y por ser ex misionero, había asistido a varias reuniones de instituto sobre el FPE. Caí en la cuenta y recobré la esperanza; sabía que se trataba de un programa que podría contribuir al progreso de mi futura vida familiar. Así que hablé con Fabiola y nos fijamos metas respecto a mi educación.
Decidí estudiar fisioterapia, pero deseaba aguardar antes de llenar la solicitud del FPE. Sin embargo, mi prometida insistió en que no me demorara. Envié la solicitud del préstamo en diciembre de 2001, y ese mismo mes, el día 22, Fabiola y yo nos sellamos en el Templo de la Ciudad de México. Mi préstamo fue aprobado en enero de 2002 y poco después empecé mis estudios.
Un día, mientras realizaba un pago de la matrícula, me encontré con el director de mi centro escolar y durante la conversación le dije que era miembro de la Iglesia y le expliqué el funcionamiento del programa del FPE. Me dijo que conocía a algunos Santos de los Últimos Días y que eran buena gente. Dijo también que había tenido algunos alumnos mormones.
Después de un mes de clases, el director me invitó a completar mis estudios antes de lo previsto al tomar clases dobles y graduarme así en 14 meses, en vez de en 24. Le expliqué que no podría pagar la matrícula extra sino hasta el año siguiente, cuando renovara mi préstamo, pero él me respondió que le bastaba con mi palabra, ya que era Santo de los Últimos Días. De manera que fui bendecido una vez más. Tomé más clases, aunque esto requirió más horas de estudio y más horas en clase, al mismo tiempo que continuaba con mi empleo a tiempo parcial.
No dejaba de sorprenderme cómo me bendecía el Señor al aumentar mi conocimiento. Como parte de mi formación, he ayudado a personas con problemas de espalda, escoliosis, torceduras, ciática y dolor de cuello. Es un placer ayudar a otras personas a mejorar su salud y sus vidas por medio de la terapia de rehabilitación, un sueño que se ha hecho realidad.
Todo va bien. Soy el presidente del quórum de élderes de mi barrio y para la fecha de mi graduación, abril de 2003, ya había dado todos los pasos necesarios para tener mi propia consulta, y Fabiola y yo esperamos nuestro primer hijo.
Sé que el Señor ha establecido el FPE y que este programa nos ayuda a ser autosuficientes. Gracias a mi nuevo empleo, puedo proveer mejor para mi familia, servir en la Iglesia, bendecir a los demás y cursar estudios universitarios adicionales.
Nuestras vidas han cambiado gracias a la Iglesia y al programa del FPE. Sé que las vidas de muchos jóvenes pueden cambiar si siguen este programa inspirado.
Kim Citlalpilli Sánchez Aldana Camacho pertenece al Barrio Las Rosas, Estaca Villa de las Flores, Ciudad de México, México.