Entre amigos
Las tradiciones familiares
“Por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5).
Me crié en Sudáfrica, un país con fantásticas zonas salvajes donde animales como el león, el elefante, la jirafa y la cebra habitan con total libertad. De pequeño, nuestra familia solía ir a esos lugares. Contemplar la belleza de los animales y del yermo era siempre una experiencia espiritual que hizo que naciera en mí un amor por las creaciones del Señor. Visitar los parques salvajes de Sudáfrica se ha convertido en una tradición que mi esposa Diane y yo hemos continuado con nuestros cuatro hijos.
Otras tradiciones con las que me crié y que continúan en mi propia familia son la oración familiar y el estudio de las Escrituras. Aunque de pequeño no éramos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, mis padres tenían fuertes raíces cristianas y nos enseñaron buenos valores.
El estudio regular de las Escrituras y la oración nos preparó para cuando los misioneros llamaron a nuestra puerta. Por ese entonces yo tendría unos 20 años. De inmediato reconocimos las verdades que nos enseñaban los misioneros mientras aprendíamos sobre los profetas modernos, el Libro de Mormón y la Restauración del Evangelio. Supe que el Libro de Mormón era verdadero desde el primer versículo. Toda nuestra familia se bautizó al poco tiempo.
Espero que ustedes, jovencitos, deseen bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo. Yo no recibí esa bendición hasta que tuve 20 años, por lo que recuerdo bien cómo era no tener el poder de este don en mi vida. Desde pequeño leía la Biblia diariamente, pero comprendí mejor las Escrituras una vez que recibí el don del Espíritu Santo.
Aún siendo pequeñitos, los niños pueden sentir la influencia del Espíritu Santo. Recuerdo una noche de hogar en la que nuestra pequeña de cinco años, Chanel, comenzó a llorar. Creí que su hermano Christopher le habría dado un pellizco o le habría hecho algo, y le pregunté: “Chanel, ¿por qué lloras?”. Y ella respondió: “Papá, me siento muy feliz”.
No recuerdo de qué trataba la lección, pero me detuve y dije: “Chanel, estás sintiendo la influencia del Espíritu Santo”. Ella respondió: “Sí, papá, es cierto”. Al igual que Chanel, también ustedes pueden sentir el feliz y apacible sentimiento que les indicará lo que es correcto o verdadero.
El Espíritu Santo también les ayudará a hacer lo correcto, aun cuando parezca muy difícil. Espero que ustedes, niños, nunca tengan miedo de defender lo correcto. Aún recuerdo una experiencia que tuve en la escuela primaria. En mi último año, un muchacho que se suponía que debía de ser un líder, era el mayor bravucón de la escuela. Él y tres o cuatro amigos suyos iban por ahí metiéndose con los demás chicos.
Yo era nuevo en la escuela y un día él trató de intimidarme. Cuando descubrió que yo no respondía a su intimidación, me dejó en paz y se metió con otros chicos, especialmente los más débiles. Un día, cuando me di cuenta de que eso estaba ocurriendo, me acerqué a él y le dije que lo dejara. Le dije que si no lo dejaba, yo mismo defendería al muchacho más pequeño. Allí estaba aquel bravucón con sus tres o cuatro amigos, rodeándonos a aquel chico tímido y a mí. Nos dio mucho miedo; pensé que iban a darme una paliza, pero para mi sorpresa, el bravucón me hizo caso. Él y sus amigos hicieron algunos comentarios sarcásticos y se fueron.
El resto del año seguí defendiendo a otros chicos y lo mismo hicieron otros compañeros, hasta que los bravucones fueron perdiendo su poder e influencia. Niños, gracias a esta experiencia, aprendí la lección de que cuando hacemos las cosas por los motivos correctos, aun cuando sean muy difíciles, el Señor nos bendecirá y nos ayudará. Él necesita personas valientes que defiendan lo correcto y acaben con la influencia del mal. Nunca se es demasiado joven para empezar a hacerlo. Si defienden lo correcto, descubrirán que el bien sale triunfante.