2004
Bienvenida a la Sociedad de Socorro
agosto de 2004


Bienvenida a la Sociedad de Socorro

Los padres, los líderes y los obispos desempeñan un papel especial para ayudar a las jovencitas a realizar la transición a la Sociedad de Socorro.

Las hermanas Bonnie D. Parkin, presidenta general de la Sociedad de Socorro, y Susan W. Tanner, presidenta general de las Mujeres Jóvenes, concuerdan en que son un equipo. “Ambas hemos trabajado en la Sociedad de Socorro y en las Mujeres Jóvenes”, dice la hermana Parkin. “Estamos unidas porque hemos visto ambas caras del espectro. Amamos a las jóvenes y a las hermanas de la Sociedad de Socorro”.

Las hermanas Parkin y Tanner conocen la importancia que tiene el trabajar juntas para ayudar a las jovencitas a realizar con éxito la transición del programa de las Mujeres Jóvenes a la Sociedad de Socorro.

A las jóvenes dicen lo siguiente: la Sociedad de Socorro va a ser un lugar seguro para ustedes, un lugar donde aumentar su testimonio del Salvador y sentir Su amor. Aunque tal vez dejen algunas amigas atrás, serán recibidas con los brazos abiertos de otras hermanas que también las aman. Sencillamente, su círculo de amistades va a crecer (véase “El paso siguiente”, pág. 26).

A las hermanas de la Sociedad de Socorro les dicen: salgan de su entorno habitual de comodidad y tiendan la mano a las jovencitas; siéntense con ellas y sepan cómo se llaman. Compartan sus experiencias con ellas. En el momento en que empiecen a compartir, comenzarán a convertirse en hermanas.

A los líderes les dicen: trabajen juntas y tracen un plan para cada jovencita, el cual sea una bendición para ella y le ayude a llevar a cabo su divino potencial.

Una década de decisión

La transición de la adolescencia a la edad adulta viene marcada por una década de decisiones y cambios, y las madres, los padres, los líderes de la Iglesia y los amigos desempeñan un papel importante en el progreso de las jovencitas, pero la responsabilidad primordial descansa en los padres. El proceso de la transición debe comenzar antes de que la joven cumpla 18 años y prosigue después de que ingrese a la Sociedad de Socorro.

“Mi madre amaba a las mujeres de la Sociedad de Socorro como si fueran sus hermanas”, dice la hermana Parkin. “Hacía lo que se requería de ella con un corazón agradecido y su ejemplo fue una bendición para mí. Si cada madre diera testimonio de la Sociedad de Socorro a sus hijas, cambiaríamos lo que actualmente les sucede a las jovencitas. La abuela, la amiga o la hermana que ayuda a la joven a progresar en el Evangelio, cambia tanto a la joven como el futuro de ésta”.

“El padre también es responsable de instar a su hija a introducir a su vida la bondad de la Sociedad de Socorro”, prosigue la hermana Parkin. “Un padre dijo a su hija: ‘Espero que hagas de la Sociedad de Socorro una parte de tu vida, ya que ha bendecido nuestro hogar y nos ha ayudado a hacer de ti la joven que eres’”.

El obispo o presidente de rama, los líderes de la Sociedad de Socorro y de las Mujeres Jóvenes también desempeñan papeles especiales. La entrevista del obispo es una de las herramientas más poderosas para ayudar a las jóvenes en esta etapa de la vida. Concretamente, los líderes de las Mujeres Jóvenes contribuyen a facilitar esta interacción al reunirse con el obispo y ayudarle a percatarse de qué jovencitas van a salir de la organización.

La hermana Tanner insta a los líderes de las Mujeres Jóvenes a “charlar con los padres y ofrecerse a ayudar. Determinen qué hermanas líderes de la Sociedad de Socorro están asignadas a asesorar a las jovencitas y háganles saber en cuanto a los talentos de las muchachas. Sean positivas en todo lo que hagan”.

Las faldas y el estudio de las Escrituras

Las hermanas líderes de ambas organizaciones pueden trabajar juntas y planificar actividades que permitan el establecimiento de amistades. Las jovencitas de un barrio deseaban aprender a coser, así que pidieron ayuda a las hermanas de la Sociedad de Socorro. Durante una actividad de la Mutual, a cada joven se le asignó una hermana de la Sociedad de Socorro, quien le ayudó a confeccionar una falda, la cual terminaron en sus casas. Posteriormente, las jóvenes invitaron a las hermanas de la Sociedad de Socorro a un desfile de modas donde exhibieron sus coloridas faldas nuevas.

En otro barrio, las hermanas de la Sociedad de Socorro buscaron compañeras entre las jóvenes para un estudio de las Escrituras; leyeron juntas y se consultaron mutuamente.

En el primer caso, las jovencitas se acercaron a las hermanas de la Sociedad de Socorro, mientras que en el segundo fueron las hermanas de la Sociedad de Socorro las que acudieron a las jovencitas. En ambos casos, las amistades se perpetuaron, lo cual fue una bendición para todas.

“Está relacionado con tener ‘entrelazados [los] corazones con unidad y amor’ (Mosíah 18:21)”, dice la hermana Parkin. “Ya no se es la misma cuando se conoce el corazón de otra persona; ya no juzgas a los demás porque entiendes sus motivos y su bondad”.

La creación de una hermandad

Cuando se les pide que definan el concepto de hermandad, las hermanas Parkin y Tanner concuerdan: “Es observar los convenios”.

Desde el bautismo hasta el sellamiento en el templo, hacemos “convenios sagrados”1 y los cumplimos, dice la hermana Tanner. “Mediante los convenios nos unimos a nuestro Padre Celestial, y cuando cumplimos esos convenios, tratamos a los demás con amor. Eso es hermandad”.

El cumplimiento de convenios es lo que hace que la Sociedad de Socorro sea una organización diferente de otras organizaciones femeninas. “Creo que ser mujer en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días equivale a una participación activa en la Sociedad de Socorro”, dice la hermana Parkin. La Sociedad de Socorro debe ser un lugar en el que las mujeres puedan reunirse en un entorno que promueva la fe.

Venir a Cristo

Juntas, las jovencitas y las hermanas de la Sociedad de Socorro expanden el círculo de su hermandad mientras se tienden una mano para venir a Cristo mediante el cumplimiento de los convenios. “Durante esa etapa determinante en la vida de toda joven”, dice la hermana Parkin, “nosotros, en calidad de padres, líderes, obispos y amigos, podemos ser una poderosa influencia para bien. A su vez, las jovencitas pueden convertirse en ejemplos positivos para nuestra vida. Nos convertimos en un equipo; somos uno”.

Ayudemos a las Mujeres Jóvenes En la Transición a la Sociedad de Socorro

He aquí algunas sugerencias de lo que los líderes pueden hacer:

  1. Alentar a las madres para que ayuden a sus hijas a entender la importancia de la Sociedad de Socorro.

  2. Asignar a una consejera de la Sociedad de Socorro la responsabilidad específica de trabajar con las mujeres jóvenes adultas hasta que éstas logren integrarse en la Sociedad de Socorro.

  3. Dar a los nuevos miembros de la Sociedad de Socorro llamamientos significativos y asignaciones de maestras visitantes y de servicio caritativo.

  4. Hacer que las jovencitas y las hermanas de la Sociedad de Socorro se reúnan juntas de vez en cuando en la Reunión de superación personal, de la familia y del hogar; los planes de dicha reunión estarán bajo la dirección de ambas organizaciones auxiliares.

  5. En las actividades de la Mutual, hacer hincapié en una vida próvida, en la ciencia del hogar y en la aplicación personal de los principios del Evangelio. (Véanse las sugerencias adjuntas a la carta de la Primera Presidencia del 19 de marzo de 2003.)

Nuestro Legado de la Sociedad de Socorro

“Todas precisamos conocer nuestros comienzos”, dice la hermana Bonnie D. Parkin (arriba a la izquierda), presidenta general de la Sociedad de Socorro. “La Sociedad de Socorro fue fundada mediante un profeta y organizada bajo la mano de Dios”.

La hermana Susan W. Tanner, presidenta general de las Mujeres Jóvenes, dice respecto a los comienzos de la Sociedad de Socorro: “Las jóvenes necesitan ejemplos a seguir. Las nobles mujeres Santos de los Últimos Días del pasado proporcionan esos ejemplos; es una de las razones por las que hablamos sobre nuestra historia”.

La primera reunión de la Sociedad de Socorro también sirve de modelo para todas. “Cuando vemos quién formó parte de ella, vemos que no había barreras de edad”, dice la hermana Parkin. “Todas eran hermanas. Tres eran adolescentes y la mayor tenía unos 50 años. Había once casadas, dos viudas y seis solteras. Ése fue nuestro comienzo y nuestro cimiento”.

Cuando nos detenemos a pensar en ello, vemos que contamos con un poderoso legado. Una jovencita se percató de ello en una carta que le escribió a la hermana Parkin, diciendo en los últimos años había descubierto por qué las mujeres hablaban de la historia de la Sociedad de Socorro: “¡Es porque formamos parte de algo maravilloso! Aquellas primeras mujeres Santos de los Últimos Días tomaron algo y lo hicieron maravilloso. Yo formo parte de ello; corre por mis venas”.

Nota

  1. Lema de las Mujeres Jóvenes, en El progreso personal para las Mujeres Jóvenes, 2001, pág. 5.