Mensaje de la Primera Presidencia
Pensamientos inspiradores
Testimonio
“Deseo compartir mi testimonio con ustedes. Sé que Dios, nuestro Padre Eterno, vive y que es el Gran Gobernante del universo; que nosotros somos Sus hijos y que Él, de alguna manera, escucha y contesta las oraciones de Sus hijos. Quiero que sepan que yo sé que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, que dejó Su real hogar en lo alto para descender entre los hombres —quienes lo odiaron y lo maltrataron— y que anduvo haciendo bienes [véase Hechos 10:38]. Fue crucificado a causa del odio de la gente; al tercer día resucitó, ‘primicias de los que durmieron’ (1 Corintios 15:20). Quiero que sepan que el Padre y el Hijo se aparecieron al joven José Smith y así dieron inicio a esta maravillosa dispensación, la mayor dispensación de toda la historia del mundo entero” (reunión para miembros, Seúl, Corea del Sur, 31 de julio de 2005).
Su sacrificio por nosotros
“Me siento profundamente agradecido por el Evangelio de Jesucristo, por mi testimonio de la expiación del Salvador. Creo en ella de todo corazón, vivo para ella y este día testifico de ella. De todos los acontecimientos acaecidos en la historia de la humanidad, ninguno iguala a la expiación del Salvador en importancia y en resultados. Demos gracias a Dios por la dádiva de Su preciado Hijo, a quien todos debemos gratitud por el sacrificio que hizo por nosotros” (reunión para miembros, Copenhague, Dinamarca, 22 de mayo de 2004).
La misión divina de Jesucristo
“Somos una gran familia ligada en unidad de amor y de fe. Gozamos de grandes bendiciones, tanto como pueblo así como de forma individual. Llevamos en el corazón una convicción firme e inquebrantable de la misión del Señor Jesucristo.
“Él es el gran Jehová del Antiguo Testamento, el Creador que, bajo la dirección de Su Padre, creó todas las cosas, ‘y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho’ (Juan 1:3); Él es el Mesías prometido, que ‘en sus alas [trae] salvación’ (Malaquías 4:2); es el obrador de milagros, el gran sanador, la resurrección y la vida. El Suyo es el único nombre bajo el cielo por el cual podemos ser salvos [véase Hechos 4:12]…
“Él vino como una dádiva de Su Padre Eterno. ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16).
“Accedió a abandonar Su trono en las alturas y venir a la tierra para nacer en un pesebre, en una nación vencida. Recorrió los polvorientos caminos de Palestina sanando enfermos, enseñando la doctrina, bendiciendo a todo el que lo aceptara…
“Dio Su vida en el Calvario por cada uno de nosotros. Ése es el mayor don que jamás podremos recibir: el don de la resurrección y de la vida eterna [véase D. y C. 14:7].
“Honramos Su nacimiento, pero sin Su muerte éste habría sido sólo otro nacimiento más. Lo que hizo que Su don fuera inmortal, universal y eterno fue la redención que efectuó en el huerto de Getsemaní y sobre la cruz del Calvario. La Suya fue una expiación grandiosa por los pecados de toda la humanidad. Él es la resurrección y la vida, las ‘primicias de los que durmieron’ (1 Corintios 15:20). Gracias a Él, todo ser humano se levantará del sepulcro.
“Lo amamos. Lo honramos. Le estamos agradecidos. Lo adoramos. Él ha hecho por cada uno de nosotros y por toda la humanidad lo que ningún otro ser habría podido hacer. Damos gracias a Dios por el don de Su Hijo Amado, nuestro Salvador, el Redentor del mundo, el Cordero sin mancha que fue ofrecido en sacrificio por todo el género humano” (reunión espiritual para misioneros, Salt Lake City, Utah, E.U.A., 15 de diciembre de 2002).
Sean testigos
“Esta noche pienso en el gran momento en que Pablo describe su experiencia en el camino a Damasco. Vio una luz del cielo y oyó una voz que le habló. Cayó a tierra y dijo: ‘…¿Quién eres, Señor?’.
“Y el Señor dijo: ‘…levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo…
“ ‘para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios’ (Hechos 26:15–16, 18).
“Ahora bien, considero que el mismo mandato que Pablo recibió del Señor se aplica a cada uno de nosotros. Él dice: ‘…levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo’.
“Cada uno de ustedes es responsable de ser un testigo de la verdad sempiterna del Evangelio de Jesucristo. Su responsabilidad consiste en abrir los ojos de los demás ‘para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios’ ”(reunión para miembros, Nairobi, Kenia, 4 de agosto de 2005).
Nuestro refugio, nuestra paz
“Vivimos en una época terriblemente compleja; encaramos problemas muy graves. Algunos de nosotros nos enfrentamos a enfermedades, a dificultades económicas, a preocupaciones e inquietudes de diversa índole. Nuestro refugio, nuestra paz y nuestro bienestar dependen de que vayamos por el camino del Señor” (conferencia de estaca por satélite para Australia, 12 de febrero de 2005).
Dignos de asistir al templo
“Exhorto a todo padre y esposo a asegurarse de que sea digno de llevar a su esposa y a sus hijos al templo. Nada hay en todo el mundo que pueda reemplazar algo así. Es la mayor bendición que un matrimonio puede recibir. No la pospongan. Si precisan arrepentirse, empiecen hoy y prepárense para ser merecedores de recibir una recomendación para el templo” (reunión para miembros, Santiago, Chile, 11 de marzo de 2006).
El ejemplo de una vida recta
“Se nos empieza a reconocer como un pueblo bueno, bondadoso, amoroso y dispuesto a tender una mano para ayudar y bendecir a quienes nos rodean. El cielo nos sonríe y no estaría de más que cada uno de nosotros respondiera llevando una vida recta y haciendo la voluntad del Señor” (conferencia de estaca, St. George, Utah, E.U.A., 27 de febrero de 2005).
Más fieles
“Vivimos en un mundo sucio en el que abundan la inmoralidad y los problemas. Elévense por encima de todo eso, sean más fieles, dejen el mundo a sus espaldas y caminen como el Señor desea que lo hagan…
“Tenemos mucho que ofrecer. Piensen en lo que tenemos que ofrecer. Otras personas no comprenden la verdadera naturaleza de Dios y siguen limitadas por el viejo credo de Nicea del siglo IV, el cual ni comprendo. Pero nosotros poseemos un conocimiento perfecto de la naturaleza de Dios que hemos recibido a través de la primera visión del profeta José. Él vio a Dios y le oyó hablar. Vio a Su Hijo, le oyó hablar y pudo conversar con Ellos. No albergó duda alguna respecto a la verdadera naturaleza de Dios. Es algo magnífico. La Escritura dice: ‘Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado’ (Juan 17:3).
“Qué don tan grande y maravilloso es el que tenemos que dar al mundo: el verdadero entendimiento de Dios. Somos Sus hijos; no importa nuestra nacionalidad, dónde hayamos nacido, si tenemos el cabello claro u oscuro; no importa la forma de nuestros ojos. Cada uno de nosotros es un hijo de Dios. Él es el gran Dios del universo, pero también es nuestro Padre, a quien podemos acudir en oración. Sabemos, yo sé, ustedes saben, que Él escucha y contesta nuestras oraciones… ¡Qué cosa tan maravillosa!” (reunión para miembros, Vladivostok, Rusia, 31 de julio de 2005).
La proclamación del Evangelio
“Salgan a predicar la obra. La primera obligación que se recibió en esta Iglesia, aun antes de su organización, fue la de salir y predicar el Evangelio; y esa obligación sigue en vigor; nos ha acompañado desde entonces” (reunión para misioneros, Columbia, Carolina del Sur, E.U.A., 20 de noviembre de 2004).
La última dispensación
“Qué maravilloso es que [Dios] nos haya bendecido tanto en esta última dispensación, la dispensación del cumplimiento de los tiempos, época en que ha restaurado Su obra con todo el poder, la gloria, la verdad y la autoridad de todas las dispensaciones anteriores en este gran periodo final…
“Sé que Dios, nuestro Padre Eterno, vive y nos ama; que Jesús es Su Hijo amado, nuestro Redentor, Salvador, Señor y Amigo; que José Smith fue y es un profeta; que esta Iglesia es verdadera y que es Su obra restaurada a la tierra para nuestra bendición y felicidad” (conferencia regional, Salt Lake City, Utah, E.U.A., 4 de mayo de 2003).
Ideas para los maestros orientadores
Una vez que estudie este mensaje con la ayuda de la oración, preséntelo empleando un método que fomente la participación de las personas a las que enseñe. A continuación se citan algunos ejemplos:
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Pida a un miembro de la familia que lea en voz alta uno o dos párrafos de cada una de las tres primeras secciones, sobre el Salvador. Invite a la familia a compartir sus sentimientos en cuanto al Señor, Su sacrificio y Su misión. Exprese también su testimonio.
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Comparta con la familia selecciones que contengan un reto de parte del presidente Hinckley y pida a los miembros que escuchen e indiquen cada uno de esos retos extendidos por el profeta. Invite a la familia a elegir un reto en el que trabajar juntos.
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Muestre a la familia una de las fotos o ilustraciones del artículo y pregúnteles qué sucede en ella, por qué es importante y qué podemos aprender de ella. Lean las palabras del presidente Hinckley que se relacionen con esa foto o lámina. Concluya con su testimonio.