DEBEMOS REFLEJAR SUS ENSEÑANZAS EN NUESTRA VIDA
Cursaba el quinto año de Humanidades cuando recibí una lección sobre el valor del ejemplo. Cada vez que el profesor entraba en el aula, encontraba una caricatura suya en la pizarra, dibujada por uno de mis compañeros. Y cada vez el profesor nos pedía que borráramos el dibujo. Sin embargo, nunca dijo nada al respecto.
Me llamaba la atención su sabia y humilde manera de ser y sentí curiosidad por saber de qué religión era. Así me enteré de que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Entonces decidí recibir las lecciones misionales y me bauticé el 10 de septiembre de 2000. Y sucedió que el hombre que me había dado su ejemplo a través de su manera de vivir era el presidente de la rama a la que yo empecé a asistir.
Testifico que Jesús es nuestro mayor ejemplo. El deseo de imitarlo es la razón por la que los Santos de los Últimos Días llevamos una vida buena. De ese modo, también nosotros podemos enseñar por el ejemplo.