EL ABRAZO MISERICORDIOSO DEL SALVADOR
Toda mi vida he luchado con sentimientos de fracaso, de no ser bastante buena; pero he descubierto que el evangelio de Jesucristo es un antídoto contra esos sentimientos nocivos.
Por la Expiación, el Salvador entiende mis temores y me consuela mediante el Espíritu Santo. Él conoce mis debilidades y me ayuda a vencerlas; nunca me ha dejado sola, sino que me ha fortalecido y ha engrandecido mi corazón.
Quizás nunca llegue muy alto de acuerdo con las normas del mundo, pero me siento valorada, estimada y amada cuando hago todo lo posible por vivir las enseñanzas de Jesucristo.