Voces de los Santos de los Últimos Días Ilustraciones por Doug Fakkel Lloramos de gratitud porque lo poco que teníamos era suficiente para brindarle gozo a alguien que tenía menos. Siempre atesoraré el dulce espíritu que su sencilla canción trajo a nuestro hogar aquella Nochebuena. Esa tarde recibí mi primer y aún más preciado regalo de Navidad: el pertenecer a la Iglesia del Señor. Sin vacilar, el joven extendió una amable sonrisa, un apretón de manos y un cálido saludo. Al hombre se le iluminó el rostro, y ambos empezaron a conversar amigablemente. Lo poco que teníamos era suficiente Sueli de Aquino Villancicos al otro lado del país Heather Beauchamp Mi mejor regalo de Navidad Ketty Teresa Ortiz de Arismendi Una lección inesperada Erin Wilson