Una manera de demostrar fe
Malinda Morrison, Australia Occidental, Australia
El amor que tengo por instituto comenzó al asistir a seminario. Me uní a la Iglesia cuando tenía catorce años; en esa época tenía sed de conocimiento. Disfrutaba de aprender acerca del Evangelio y quería mucho a los amigos y maestros que fui conociendo, quienes eran dignos de admiración.
A veces era difícil asistir a seminario; mis familiares, que no son miembros de la Iglesia, no me apoyaban para que lo hiciera; sin embargo, con la ayuda de otros Santos de los Últimos Días, pude participar de las clases de seminario matutino. Mi familia se daba cuenta de que me tomaba en serio eso de ser miembro de la Iglesia; era la manera de caminar la segunda milla.
De la misma forma en que seminario enriqueció mi vida durante la adolescencia, instituto la ha enriquecido durante mis años como joven adulta. He atesorado las palabras de Cristo en mi corazón y en mi mente (véase D. y C 6:20; 84:85). Estas enseñanzas me ayudaron a ser más eficiente al servir al Señor como misionera.
Estoy agradecida por instituto y sé que es un programa inspirado, ya que he visto las bendiciones que aporta a mi vida y a la vida de otras personas.